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domingo 24, noviembre 2024

La autogestión de los mayores. Teresa Martínez. Psicóloga.

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La persona es lo primero. A partir de esa premisa, Teresa Martínez, psicóloga experta en gerontología social, desarrolla un cambio de enfoque que convierte la atención a los mayores en algo mucho más humano, cercano y respetuoso.

Se trata de que los centros de atención miren hacia las personas en primer lugar, haciendo un esfuerzo por identificar sus necesidades y sus deseos, frente a otros enfoques más clásicos que priorizan la calidad técnica de los cuidados. La atención personalizada es posible, afirma Teresa Martínez, aún en casos de deterioro de las capacidades que permiten la comunicación.
Todo esto es especialmente importante en Asturias, donde el envejecimiento de la población es un hecho que definirá las características de la sociedad en un futuro cercano. El desarrollo de este modelo lo ha plasmado Teresa Martínez en el libro “Centros de atención diurna para personas mayores. Atención a las situaciones de fragilidad y dependencia”, donde se recogen pautas y propuestas concretas tanto para profesionales de la gerontología como para cualquier persona que desee mejorar la atención a sus mayores.
-Su experiencia en el campo de los mayores es muy amplia, es usted una de las pioneras en España en este campo.
-Tuve la oportunidad de empezar a trabajar dentro del Imserso como psicóloga especialista en mayores, cuando se puso en marcha un programa para mejorar la atención en residencias. Fuimos los primeros, los que abrimos brecha, con las dificultades que aquello conllevaba. En aquella época se tendía a pensar que con las personas mayores poco se podía hacer ya, mientras que ahora ya nadie se cuestiona que sea importante una intervención con las personas mayores tanto desde el punto de vista preventivo como para mejorar la calidad de vida en aquellos que estén en situación de dependencia.
-¿Cómo surge la idea de este libro? ¿Cuáles son sus objetivos?
-Lo que queríamos era ofrecer un título que sirviera como orientación, desde la apuesta por un modelo de atención concreto, que es el refuerzo de la calidad de vida de las personas mayores. Fue un encargo de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, que tiene una línea de manuales para orientar la buena praxis profesional multidisciplinar, y que depositó su confianza en mí. Con modestia, estoy bastante satisfecha del resultado.

“Queríamos ofrecer un título que sirviera como orientación, desde la apuesta por un modelo de atención concreto, que es el refuerzo de la calidad de vida de las personas mayores”

-¿Ha evolucionado la atención a los mayores en los últimos años?
-Sí, en los últimos quince años se ha avanzado mucho en la atención gerontológica. Nos hemos incorporado los psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, fisioterapeutas, etc. Se van dando pasos en la profesionalización, pero queda camino. Yo diría que aunque los desarrollos normativos de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y de la Atención a la Dependencia van a establecer mínimos de titulaciones, hay que ir aún más allá. Y hay que hacerlo pasando por los modelos que desarrollo en el libro, basados en lo que se llama ‘atención central a la persona’. Eso requiere una cualificación que pasa por los conocimientos científicos aplicados y sobre todo por la reflexión ética, es decir, cómo aplicamos los valores de la ética a la atención cotidiana, al día a día en el centro.
-Una de las cuestiones que se resaltan es que, en el periodo 2002-2008 los centros de día han crecido un 230%, mientras que las tradicionales residencias lo han hecho en un 38% ¿A qué se debe este crecimiento y qué atractivo tiene el recurso de los centros de día para tan importante demanda?
-Hasta hace unos años en España se apostaba casi exclusivamente por el desarrollo de un modelo residencial muy institucionalizado, residencias de gran tamaño donde las cuestiones organizativas tienen mucho peso, hay muchas normas y todas las propuestas se hacen muy complicadas. Hablamos de la residencia clásica, frente a otros lugares, sobre todo en países nórdicos y del centro de Europa, donde se desarrollaban más los sistemas de apoyo en el domicilio las 24 horas y los centros de día. Se trata de recursos para prevenir la institucionalización, porque según todas las encuestas, el deseo reconocido tanto de las personas mayores como de sus familias, es envejecer en su propio entorno. Por tanto, es necesario avanzar hacia un modelo más flexible, fortalecer este tipo de recursos intermedios que permiten que la persona pueda seguir viviendo en su entorno y de forma adecuada.
-Aumentan las plazas y los recursos, pero ¿son realmente de calidad? ¿Se contempla el aspecto afectivo, el trato humano en la búsqueda de este objetivo?
-Ha habido un esfuerzo muy grande para aumentar el número de plazas y eso es importante, pero ahora el reto está no sólo en crecer en cantidad, si no en hacer que esos recursos respondan a los deseos y las preferencias de las personas. Es necesario que permitan a las personas mayores, como ciudadanos que son, seguir controlando su vida, que sea posible mantener la continuidad del proyecto vital. Ese es el gran reto de la gerontología.

“El deseo reconocido tanto de las personas mayores como de sus familias, es envejecer en su propio entorno”

-¿La atención a los mayores está suficientemente profesionalizada? Da la impresión en ciertos casos de que hay muy buena voluntad pero falta eficacia.
-José García, que fue Consejero de Sanidad y de Asuntos Sociales, hizo durante la presentación del libro una referencia que a mí me parece clave. Muchas veces la atención a las personas mayores se reviste de compasión o de resignación para encubrir carencias de profesionalidad y de respeto a los derechos. Esto es fundamental.
-Todos los centros buscan en principio la atención personalizada. ¿Cuál es la diferencia con la fórmula que usted propone?
-Más que con el tipo de recurso tiene que ver con el modelo de atención. El modelo que define este libro está centrado en la persona, frente a lo que se denomina atención individual clásica. Hay dos diferencias principales. Por una parte, la mirada, es decir, la atención individual clásica se fija en el problema para darle una solución. Este enfoque lo que mira es la capacidad, el vaso medio lleno. La segunda diferencia tiene que ver con lo que busca cada uno de los modelos. Mientras la atención individual clásica busca atender las necesidades, nosotros proponemos además buscar la autodeterminación, es decir, que el individuo se autogestione.

“Cada persona es única. Reconocemos la importancia de que la persona se autodetermine, que sea autónoma, y que en la medida de lo posible decida sobre su vida cotidiana y sus planes de cuidado”

-¿Cómo se logra esto, por ejemplo en el caso de una persona dependiente o con sus facultades mermadas?
-Cuando se profundiza en este campo es una de las cosas que más llaman la atención: cómo se van a autodeterminar personas con un grado importante de deterioro cognitivo. Ahí es donde entran las técnicas para rescatar una serie de cosas: el grupo social de referencia (familia, amigos, profesionales) que tienen que ser capaces de suplir a esa persona cuando no tiene capacidad para proponer intervenciones en relación con lo que él hubiera deseado. Por otra parte es importante el conocimiento y la revisión de la biografía de la persona, para proponer intervenciones coherentes. Por último, la observación directa. Una persona con un deterioro cognitivo no recuerda bien lo que ocurrió ayer o no es capaz de expresar verbalmente su situación emocional, pero ante lo cotidiano sí expresa su bienestar o malestar. Los profesionales tienen que detectar si esa persona está a gusto. Teniendo en cuenta estos elementos podemos respetar la autodeterminación, entendida no tanto como una capacidad de la persona sino como un ejercicio de la representación indirecta, mediada, a través de otros factores.
-¿Cómo se encuentra Asturias respecto a otras comunidades en cuanto a este modelo de atención gerontológica? ¿Es verdad que es pionera en este tema?
-Aún hay que avanzar y profundizar, pero partimos de un buen nivel de calidad frente al resto de las Comunidades Autónomas. Podemos estar orgullosos de los recursos de nuestros centros de día y del buen hacer de los profesionales de la red asturiana.

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