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domingo 24, noviembre 2024

Corazón rojiblanco. Manuel Preciado, entrenador del Sporting de Gijón

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Firmes ideas y un gran corazón. Así podría describirse a Manuel Preciado, entrenador cántabro (El Astillero, 1957) que pone una condición imprescindible a sus jugadores: salir al campo a ganar intentando jugar bien al fútbol. Además, tiene a la afición de cara: su carácter afable ha conseguido enamorar a la marea rojiblanca.

Cinco años dura el romance del Sporting de Gijón y Manuel Preciado. Aunque juntos han vivido malos y buenos momentos, para el entrenador del equipo asturiano la balanza se inclina claramente en sentido positivo.

-Su relación con el Sporting de Gijón es muy larga y está llena de historias, especialmente cuando en la temporada 2008-2009 el equipo sube a Primera División. ¿Qué significa este equipo para usted?
-Yo llevo entrenando a equipos de fútbol en torno a catorce o quince años. He tenido muy buenas experiencias y he logrado varios ascensos, pero las sensaciones deportivas y profesionales, e incluso humanas, que he sentido aquí no las había tenido nunca. He tenido suerte, he caído de pie aquí y la gente me ha recibido muy bien. Eso hace que sienta los éxitos deportivos muy profundamente.

-¿El hecho de estar en Primera añade un plus de presión al trabajo?
-Sí, así es. El ascenso fue muy importante, yo creo que para la historia del club fue decisivo, porque el equipo estaba inmerso en una crisis económica muy severa y el ascenso significó que el aspecto económico se solucionara, no de un plumazo, pero casi. Y en el aspecto deportivo la trascendencia de la Primera División no tiene absolutamente nada que ver con la Segunda: la presión del entorno se multiplica por mucho. Pero yo no noto esos cambios y cuando los noto los dejo pasar. Yo vivo para el trabajo, para mi equipo y ese trabajo es el mismo en Segunda que en Primera, exactamente igual, incluso más sencillo. En Primera División conoces a todos tus rivales casi a la perfección; en Segunda también pero menos, hay algún cabo suelto más que hay que ganar. Lo que ocurre en Primera es que peleas contra trasatlánticos, contra equipos con unos potenciales económicos y deportivos tremendos, pero esto es lo mejor que hay. Estamos en una liga fantástica y sólo el hecho de competir en ella nos llena de felicidad.

-Desde su punto de vista, ¿qué relación debe existir entre el entrenador y sus jugadores?
-Hay muchas maneras de afrontar la dirección de un grupo, puede ser de una manera militar, o paternal, o puede haber un compendio de ambas cosas. Yo estoy dirigiendo, en líneas generales, a gente muy sana y con muchas ganas de progresar en su profesión, y eso hace mi trabajo más fácil. Lo que ocurre es que cada uno es distinto y los métodos de dirección que valen para uno a veces no valen para otro. Ese tira y afloja es el que tengo que tener en mi labor digamos más psicológica que deportiva.
Este grupo, este vestuario de puertas hacia adentro es una auténtica maravilla. Somos como una prolongación de la familia de cada uno, convivimos muchísimas horas al día juntos y eso hace que haya una simbiosis que yo creo que es importantísima.

“No me creo que el Sporting esté en Primera porque yo haya sido su entrenador, seguramente si hubiera estado otro también lo habría conseguido”

-El Sporting se ha convertido en el equipo asturiano por excelencia, ya que es el único de la región que juega en Primera. ¿Es consciente del papel que ha jugado usted en esto?
-Tampoco me lo planteo. Me contrataron para entrenar un equipo, las cosas salieron bien, ascendimos y seguimos aquí. Me imagino que he tenido una cuota de participación como la que han tenido los demás, desde los miembros del Consejo hasta fundamentalmente los futbolistas. No me creo que el Sporting esté en Primera porque yo haya sido su entrenador, seguramente si hubiera estado otro también lo habría conseguido.

-David Villa recientemente dijo que “había que hacerle un monumento” por su labor en el Sporting. ¿Cuál es su opinión al respecto?
-Para mí es un orgullo que un personaje de este calibre diga esas palabras, pero lo que más me agrada es que él se considera mi amigo, me considera un asturiano más, algo de aquí, algo suyo. Que los futbolistas valoren mi trabajo eso sí que me llena de emoción y de orgullo. Por lo demás, no soy muy vanidoso.

-¿Dónde se ve en el futuro?
-Mi futuro pasa por el día a día. Es cierto que ya he conseguido mucho en el fútbol: he tenido el lujo de entrenar dos veces al equipo de mi tierra, al Racing de Santander en Primera División; luego he tenido la inmensa suerte de estar aquí y ascender con este equipo a Primera; y ascendí con el Levante. Como profesional he tenido momentos muy buenos en el fútbol, y he tenido muy pocas desgracias deportivas. Por otra parte, siempre he dicho que me gustaría entrenar en Inglaterra algún año. No sé si lo voy a conseguir, de todas maneras ¡sigo estudiando inglés por si acaso! Y a otro nivel, también me colmaría mucho entrenar al Athletic de Bilbao, creo que es un equipo muy grande.
Por lo demás lo tengo conseguido casi todo. Lo que voy a hacer es disfrutar en Gijón hasta el último día y espero que ese último día todavía tarde mucho en llegar.

-¿Qué importancia le da al factor físico en este equipo?
-Vital. El fútbol está dividido en diversos aspectos: táctico, estratégico, físico, mental, etc. pero hoy en día el que no tenga el aspecto físico bien cuidado no le gana a nadie. Es fundamental. Y en un equipo de nuestro nivel, muchísimo más. Si no corremos tanto o más que el rival lo tenemos muy mal.

-¿Eso es lo que ha llevado al Sporting a ser conocido como el “Matagigantes”?
-Cada uno tiene unas armas que otros no tienen. Nosotros quizá nunca podamos alcanzar el nivel técnico que tienen los futbolistas del Barcelona o el Real Madrid pero sí que podemos correr más que ellos y sí que podemos ser tan buenos a la hora de defender. Todas esas cosas son las que hay que trabajar.

-El Sporting ataca más que defiende ¿se antepone el estilo de juego al resultado?
-Mucho. Mi manera de concebir el fútbol es mirar a la portería rival, eso lo sabe todo el mundo. Nuestra primera temporada en Primera División encajamos setenta y nueve u ochenta goles, esos son números no de descender a Segunda sino a Tercera, y en cambio conseguimos salvarnos por nuestra alegría ofensiva porque también hicimos muchos goles. Pero hay que medir un poco. Lo que intentamos es conseguir un equilibrio. Yo soy de los que piensa que los resultados se consiguen cuando uno tiene un estilo, una propuesta y cuando juega bien.

“Las sensaciones deportivas y profesionales, e incluso humanas, que he sentido aquí no las había tenido nunca”

-¿Por qué le cuesta al Sporting rematar los partidos?
-Es una cuestión de calidad. Hace poco miraba las estadísticas de los remates a puerta contraria de todos los equipos de Primera y me parece que somos el quinto equipo que más remata. Somos el cuarto equipo después del Real Madrid, Barcelona, etc. que más veces llega al área rival, pero la calidad individual del futbolista al final es la que decide que haya gol o no. Hay jugadores que siempre van a meter goles y otros que meten menos. Y todo tiene un precio. Nosotros nos tenemos que ajustar a lo que nuestra economía puede darnos y estamos muy orgullosos de los jugadores, pero tenemos unos límites.

-¿Ha encontrado un once ideal?
-Yo no soy de once ideal. Tengo una plantilla de veintitantos futbolistas e intento que la mayoría tenga participación en el grupo.

-¿Por eso hace tantos cambios?
-Bueno tampoco demasiados, porque no se pueden hacer muchos cambios, pero sí es cierto que dependiendo del rival siempre hay alguna variación. Aquello que se decía antaño de que hay que saberse las alineaciones de carretilla es un cuento chino. Ahora las diferencias entre los jugadores son muy escasas. Todo el mundo está muy bien preparado, todo el mundo conoce su profesión y no hay mucha diferencia entre dos laterales o entre dos centrales. Además creo que hay que tener a la gente viva y puesta porque mañana hay una lesión y ¿cómo sale el que lleva ocho meses sin jugar? Es muy importante darle participación al mayor número de gente posible que tienes en tu equipo. Si no, es mejor no tenerlos.

-¿Cuál sería la diferencia si se planteara no sólo luchar por la permanencia, sino también por Europa?
-Aquí nadie está cerrado a nada, pero hay que vivir de realidades. Yo soy superambicioso en mi trabajo pero también tengo dos ojos para ver lo que tengo delante. Quiero decir, y lo digo desde lo más profundo del corazón, que el que este equipo esté en Primera es un auténtico lujo para esta ciudad y para esta institución. Si en un año nos metemos en Europa, fenomenal, pero aquí lo importante es estar en el mes de julio en el sorteo de la Primera División. Que a nadie se le olvide que somos veinte elegidos, hay muchas ciudades en este país y muchos equipos que quieren pelear por lo mismo.

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