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domingo 24, noviembre 2024

La realidad de la cultura asturiana. Roberto González-Quevedo, filósofo y antropólogo

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Casi una década después de la publicación en castellano del libro “Antropología Social y Cultural de Asturias”, González-Quevedo publica una nueva obra, esta vez en asturiano. En ella analiza la cultura de la región como una realidad que necesita ser repensada bajo el prisma antropológico.

Roberto González-Quevedo, además de filósofo es doctor en antropología y lingüística. Actualmente es profesor de Asturiano en la Universidad de Oviedo y miembro de número de la Academia de la Llingua Asturiana.
-Recientemente ha publicado: “La cultura asturiana. Introducción a l’antropoloxía d’Asturies” con CH Editorial. ¿Qué ha pretendido con este libro y qué tiene de diferente a otros que ha publicado sobre este tema?
-Éste es nuevo y distinto de todos los anteriores. Sin embargo, hace diez años publiqué uno más reducido sobre el mismo tema y muchas de las cosas que decía entonces aquí vuelven a repensarse. En éste hago un balance global sobre la cultura asturiana, siempre con un enfoque distinto, actualizado y con nuevos materiales también.
-En el libro aborda, entre otros temas, la Asturias campesina de antaño, donde la mujer tenía un gran peso en la producción económica y en la toma de decisiones. ¿Proviene nuestra cultura de una especie de matriarcado?
-Decir que en Asturias se ha vivido un matriarcado es un poco exagerado. Es cierto que en varias zonas de Asturias se nota una presencia importante de la influencia de la mujer a la hora de tomar decisiones y de controlar el dinero, e incluso de dirigir la casa. Si comparamos el papel de la mujer en la cultura asturiana tradicional con, pongamos por caso, Andalucía y cosas como la cuestión del honor, diríamos que hay un contraste muy grande. Aquí es otro mundo y vemos como en muchas zonas de Asturias la mujer era un punto de referencia aún más importante, en algunas cosas, que el hombre. Algunas precisiones; primero, no está claro que eso sea totalmente homogéneo en Asturias, pues dependiendo de las zonas se acentúa más o menos la importancia de la mujer a todos los niveles. En otras partes de España se observa también lo mismo.
Otra precisión es que el tiempo cambia todo esto. Aunque parece que la sociedad tradicional estuvo quieta no es verdad: cambió, pero a un ritmo más lento que el nuestro y los papeles de la mujer fueron variando también, y lo siguen haciendo en la actualidad. Hoy la participación de la mujer en una casa campesina es muy diferente de la de hace veinte años.
Y en tercer lugar, el término matriarcado se reservaría no tanto para una situación opuesta al patriarcado, sino para algo que no se conoce de manera fidedigna. Sí se conocen sociedades donde la mujer tiene más influencia, más peso, y en ese sentido, en Asturias sí percibimos rasgos: por ejemplo, a la hora de denominar a la gente se la vincula a la casa por el nombre de la madre; eso es muy significativo y no pasa en otros sitios de España.

“En general, el asturiano es más orgulloso que nadie de su tierra, pero no siente demasiado compromiso por defender la propia identidad. Es una paradoja que llama mucho la atención”

-¿En qué medida ha influido la geografía de Asturias, con una orografía tan arrugada, en el acervo cultural asturiano?
-Ha influido mucho, y eso ayuda a explicar diferentes aspectos de la cultura asturiana. Cuando estudiamos cómo es la cultura tradicional de los valles altos de la cordillera, encontramos costumbres que sólo pueden explicarse en virtud de la geografía, y lo mismo pasa en la costa. La cultura asturiana tiene una gran unidad, pero es evidente que hay variaciones, y eso es algo que abordo en este libro de una manera bastante extensa y en varios aspectos. En definitiva, el relieve hizo que permaneciese mucho contenido arcaico de la cultura asturiana en general y también ciertas diferencias culturales que vienen desde hace muchísimo tiempo. Eso explica el aspecto conservador, resistente a la llegada de nuevas ideas, por parte de la sociedad asturiana.
-El rural es el ámbito donde se ha formado la cultura asturiana, sin embargo los campesinos parecen abocados a su desaparición. ¿Qué nos va a quedar sin ellos?
-La cultura tradicional se conservó en el mundo campesino, no sólo en Asturias sino en toda Europa. Y no sólo esto, sino que incluso la conciencia nacional o regional siempre se asoció a las familias campesinas en todos los países. En Europa el campesino está desapareciendo y en Asturias eso es un hecho. Sin embargo creo que la cultura asturiana sobrevivirá por otros cauces: el mundo campesino seguirá siendo una referencia, pero evidentemente el futuro va a ser, digamos, urbano. Por ejemplo, el futuro de la lengua asturiana ya no está en quienes lo hablaron y lo mantuvieron, que fueron los campesinos, sino en el mundo urbano, en la gente joven que lo está normalizando, y que son hijos de familias campesinas.
-¿Cómo definir lo genuino asturiano, dentro de tanta diversidad?
-Como antropólogo que basa sus estudios en observaciones empíricas, creo que definir la esencia de Asturias es imposible. Puede ser bonito hacer literatura o poesía de todo ello, pero de una manera científica, desde el punto de vista de las cosas sociales, no puedes dar una definición. Lo que sí podemos observar son manifestaciones significativas de la cultura asturiana, y llegar a los tópicos. Tenemos unas formas de vida comunes, por ejemplo los hórreos; o las creencias religiosas, el bien y el mal jerarquizados en torno a un acontecimiento histórico que quedó mitificado de una manera muy honda. Aflora la cuestión de Covadonga y a pesar de la variedad, en Asturias hay unas líneas permanentes que están marcando el carácter. ¿Existe un carácter asturiano? Los intentos que se han hecho de definir cómo es la esencia de un pueblo, no son científicamente muy fáciles de contrastar: hay exageraciones e incluso comparaciones inadmisibles. Sí tenemos una especie de cliché, de prototipo de lo que es ser asturiano, el tópico de una persona que se comunica fácilmente con los demás, de carácter abierto, un sentido del humor peculiar, distinto del de otras zonas; una gente muy apegada a la tierra, muy orgullosa de la zona en la que vive… Pero cuando llegamos a cuestiones esenciales, como la cultura asturiana, tenemos que ir dejando ya lo científico y dedicarnos un poco a la divagación.

“Los intentos que se han hecho de definir la esencia de un pueblo, no son científicamente muy fáciles de contrastar; pero sí tenemos una especie de tópico de lo que es ser asturiano”

-Se presume de ser asturiano y sin embargo no se valora suficientemente lo autóctono. ¿Se sigue considerando lo foráneo mejor?
-Eso es una cosa que llama mucho la atención. En general, el asturiano es más orgulloso que nadie de su tierra, incluso reacciona de una manera agresiva si pones en duda las bondades de Asturias, pero por otro lado no siente demasiado compromiso por defender la propia identidad. Si comparamos la actitud social respecto a la cultura tradicional propia de Asturias frente a otras zonas, vemos que hay cierta dejadez y cierta admiración, a veces automática, hacia lo que viene de fuera.
Es una paradoja y una fuente de reacciones extrañas. Por ejemplo, el asturiano niega que haya que proteger la lengua, pero al mismo tiempo no admite que se diga que no se aprecia. No sabemos si en el futuro eso cambiará. En Asturias, sobre todo por parte de la gente más joven, hay una creciente toma de conciencia de los valores de la cultura tradicional, y al mismo tiempo un mayor conocimiento de lo que hay fuera de la región.
-Aunque la Llingua no se acaba de oficializar, se está escribiendo y publicando en asturiano más que nunca… ¿qué futuro le espera a este idioma?
-En efecto, a nivel literario se escribe mucho, más que en castellano. Hay muchos autores, mucha gente volcada en el tema. Pero también percibimos que socialmente la cosa no avanza. Políticamente hay medidas a favor del asturiano por parte de los poderes públicos, tanto a nivel del gobierno como de ayuntamientos; pero por otro lado dejan ver otros comportamientos. Es evidente que hay iniciativas positivas pero también hay carencias de planificación, lo que genera una situación paradójica, y no sé que deparará el futuro. Desde un punto de vista optimista, veo que todo esto que se está haciendo culturalmente algún día dará su fruto y que llegará la oficialidad del asturiano.
-En Asturias estamos ante un cambio social y de costumbres, con una mejor comunicación con el exterior, con la influencia de culturas externas… ¿Hacia dónde va la Asturias del futuro?
-La verdad es que no lo sé. Lo que es cierto es que está habiendo, y va a haber, un cambio muy fuerte. Existe una gran cantidad de inmigración y no solamente por la llegada de personas, sino de nuevas ideas. Creo que va a seguir habiendo cultura asturiana pero de otra manera porque, aunque todavía no somos capaces de percibirlo, los cambios son muy grandes. Por mucho que se atrasen las infraestructuras te plantas en Madrid o en Francia en pocas horas, y esto evidentemente va a transformar totalmente a Asturias. Esta pregunta creo que hay que contestarla en el contexto de Europa, aunque quizás aquí es más llamativo porque fue una zona muy aislada durante mucho tiempo y es posible que el cambio sea un poco más espectacular. Creo que puede traer también una reevaluación positiva de la propia cultura asturiana.

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