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domingo 24, noviembre 2024

‘La regulación del mercado tiene que venir de la sociedad’. Alfonso Toribio. Presidente de Tribuna Ciudadana.

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El colectivo Tribuna Ciudadana es un caldo de cultivo para el pensamiento. Su objetivo es acercar a los asturianos temas de interés social y cultural, a través de voces plurales y con peso.

Alfonso Toribio. Presidente de Tribuna Ciudadana.
Foto: Fusión Asturias
Por esta Tribuna han pasado figuras políticas como Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Adolfo Suárez, Alfonso Guerra… Recientemente, y antes de las elecciones, organizaron una “presentación en sociedad” para los cuatro principales candidatos a la presidencia del Principado. En cuanto a la cultura, en su historia también figuran pesos pesados, como José Saramago, Eduardo Chillida, Rafael Azcona o Iñaki Gabilondo. Por eso para Alfonso Toribio, el presidente de esta asociación, estar en Tribuna “es un premio, sólo por conocer a esta gente”. Toribio es también Decano del Colegio de Arquitectos de Asturias, y está absolutamente convencido de que la ciudadanía debe ser un motor de la sociedad. Para ello Tribuna Ciudadana aporta su granito de arena.

-Tribuna Ciudadana es una asociación declarada de Utilidad Pública. ¿Por qué líneas va esta vocación de servicio?
-Está en los estatutos: contribuir a mejorar la sociedad informando, con una voluntad crítica. Para decirlo más coloquialmente, en el año 2005, cuando cumplimos veinticinco años con una programación especial, decíamos que lo que nosotros hacemos, modestamente, es cubrir huecos. ¿Que hay poco jazz en la ciudad? Organizamos un ciclo de jazz. ¿Que hay teatro comercial? Pues programamos tres o cuatro obras de otro tipo de teatro. Si falta folk, lo traemos, si falta flamenco, igual. Y, como nuestro objetivo es contribuir en lo que podamos a la mejora social, nos interesa mucho todo lo que tenga que ver con una voz crítica o una voz que ayude a iniciativas positivas.
-Cultura abierta, libre, gratuita. ¿Cuál es la importancia de estos conceptos?
-Las actividades son gratuitas para todo el que quiera ir, aunque precisamente el otro día decíamos en público que nos están bajando brutal y progresivamente las subvenciones y aportaciones, tanto de entidades privadas como públicas. Tribuna lleva ya muchos años con la misma cuota: sesenta euros anuales para los mayores y veinticuatro para los estudiantes. Y no nos planteamos subirla, pero necesitamos más socios. Entiendo que en los últimos años hemos tenido un elevado nivel de calidad en las conferencias, pero no nos hemos podido plantear afrontar actos de mayor costo.

“En este país falta claramente tradición ciudadana. Ni siquiera tenemos la tradición que sí tienen en los países anglosajones de enviar cartas al director; lo más normal es que un español proteste en el bar, y ahí quede la cosa”

-Tribuna Ciudadana está integrada por personas de ideologías diversas. En estos tiempos en los que se tiende a la radicalización, al blanco y negro, ¿cómo se preserva esa pluralidad?
-Tratamos de ver las cosas con objetividad, y que haya doce personas en la junta lo facilita. Un ejemplo es cómo se gestó el último ciclo de debate político: en las noticias surge que Francisco Álvarez Cascos decide dejar el PP y se presenta a las elecciones en Asturias. Esto es una noticia de interés, había que traerlo a Tribuna. Pero si estamos justo antes de las elecciones ¿cómo podemos invitarle y preservar la objetividad? Pues invitando a los demás, tratando de hacer un ciclo de al menos cuatro conferencias donde todos puedan exponer sus puntos de vista. Tenemos mucho interés en todo lo que tenga que ver con la realidad social, que veamos que hace falta un contraste de pareceres o una visión crítica acerca de lo que está ocurriendo. En Tribuna cualquiera puede intervenir libremente, sea o no socio.
-Socialmente se palpa un hastío político, una cierta desmotivación. Frente a eso, Tribuna Ciudadana reivindica una sociedad informada y activa. ¿Cuál debería ser el papel de la ciudadanía?
-Yo entiendo que en este país falta claramente tradición ciudadana. Confiamos en que el Estado nos lo tiene que arreglar todo, y no tenemos ni siquiera la tradición que sí tienen en los países anglosajones de enviar cartas al director para protestar cuando algo les parece mal, mientras que un español lo más normal es que proteste en el bar y ahí quede la cosa. Aquí falta sociedad civil, y es vital que no desaparezcan entidades como Tribuna, el Ateneo Jovellanos, el Cauce del Nalón o el Círculo de Bellas Artes de Madrid, salvando las distancias.
Es muy importante que no haya voces mediatizadas, porque además yo creo que una asignatura pendiente de la política es decir a la gente lo que haya que decirle, y no lo que quiere oír. Al revés de lo que opina la mayoría, pienso que la política es una de las profesiones más nobles que se pueden ejercer, si se hace bien; aunque si se ejerce mal es el mayor pecado. Por eso la participación ciudadana es básica, no necesariamente al margen de los partidos, sino tanto dentro como fuera de ellos. La opinión independiente es vital para la sociedad, nada que no tenga crítica se mantiene como un cuerpo vivo.

“Tenemos mucho interés en todo lo que tenga que ver con la realidad social, que veamos que hace falta un contraste de pareceres o una visión crítica acerca de lo que está ocurriendo”

-¿Qué opinión le merece el movimiento del 15-M?
-Yo llevaba mucho tiempo pensando que cómo era posible que aquí no saliéramos a la calle, porque realmente el abuso es tan evidente… Y la sensación es “bueno, al menos en Islandia han metido a los banqueros en la cárcel, y no les han subido el sueldo”. Y además van a procesar al primer ministro responsable… Que la gente al menos tenga la capacidad de reacción, de manifestarse, me parece estupendo. Otra cosa son las dificultades que surgen si eres una persona práctica, y yo quiero creer que lo soy, para canalizar esas energías en algo que tenga un efecto práctico. A corto plazo es difícil, pero a medio plazo puede que no lo sea. Es el inicio de algo, que es delicado, porque es evidente que la democracia asamblearia no funciona ni ha funcionado, y los que estuvimos en la universidad en los setenta lo sabemos; pero una justicia parlamentaria tan delegada como la que tenemos realmente adolece de participación real, y además los poderes económicos están mandando más que el poder político, así que esto hacía falta.
-¿Cuál es la presencia de jóvenes en Tribuna Ciudadana?
-Como socios es pequeña, sin embargo cuando organizamos actividades que son de su interés, entonces acuden. Por eso no tengo la sensación de que los jóvenes no sean activos, quizás haya que cambiar el modelo de actividad y de participación. Es que al final eso de “en mis tiempos” no es real, siempre hubo jóvenes y mayores de todo tipo, y siempre hubo gente interesada en la cosa pública. Ésa es la gente que tiene que marcar el camino. En cuanto a los jóvenes, no es un tópico eso que se dice de que son una generación muy bien preparada. Lo que a mí me duele es que con la cantidad de esfuerzo de ellos y de sus padres, con la cantidad de dinero que el Estado está pagando por toda esa formación haya grandes probabilidades con esta crisis de que toda esta inversión se regale desde España a países como Alemania o Brasil, por poner dos extremos.

“Que la gente tenga la capacidad de reacción, de manifestarse, me parece estupendo. Otra cosa son las dificultades que surgen para canalizar esas energías en algo que tenga un efecto práctico. A corto plazo es difícil, pero a medio plazo puede que no lo sea. El 15-M es el inicio de algo”

-Aunque Tribuna Ciudadana no tiene una vocación localista, se mueve en el contexto asturiano. ¿Por qué es importante una asociación como ésta en Asturias?
-Tribuna Ciudadana ahora mismo se ha ganado un respeto, y eso es un capital que tenemos que tener mucho cuidado de no dilapidar. Frente a cualquier tipo de arbitrariedades de quien tenga poder, nosotros tenemos la posibilidad de organizar un acto en el que se puedan manifestar opiniones o críticas libremente. Tendremos que cuidar que sea una voz pesada y medida, pero estoy seguro de que será una voz que se oirá con respeto.
-¿Cómo ha ido evolucionando el papel de Tribuna Ciudadana a lo largo de estos años?
-En el principio éramos como el agua en el desierto. Veníamos de una época en la que no se podía debatir más que a puerta cerrada, y de repente llega la democracia. Tribuna nace en ese momento en el que se querían oír voces plurales, y ésa es una primera fase. Hay una segunda en la que la democracia se estabiliza, y empiezan a pesar más las actividades de tipo no político, sino literarias o culturales. Y desde el principio de los noventa aproximadamente, yo tengo la sensación de que estamos en una situación nueva. Esto se produce a raíz de la caída del Muro de Berlín, que en un primer momento nos hizo mucha ilusión, pero supuso quitar el freno al libre mercado, que entró en una desregularización total y en el sálvese quien pueda: la brecha entre ricos y pobres va a ser más cada vez más grande, hay que cargarse todos los logros sociales porque el mercado manda que quien se pueda pagar algo se lo pague… Como yo no quiero eso, tengo dos opciones: o me meto en política o trabajo desde la sociedad civil. Por eso la regulación del mercado feroz tiene que venir de la propia sociedad, que se entera de que o se defiende o se la comen, porque si seguimos así ya no van a gobernar los políticos sino la banca y las multinacionales.

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