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domingo 24, noviembre 2024

‘Me interesa no sólo lo que cuento, sino cómo lo hago’. Fulgencio Argüelles. Escritor

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Aunque afirma tener la capacidad de aislarse del entorno y ser un poco todo terreno, lo cierto es que una visita al valle de Cenera llama a la inspiración y anima a la tranquilidad. Aquí vive, sin estridencias, Fulgencio Argüelles, y aquí se ha gestado su última novela, A la sombra de los abedules (Ed. Trea), una novela histórica en los tiempos del último rey asturiano.

-Recientemente ha publicado su última novela. ¿Qué supone ver como una creación suya se hace realidad?
-Cuando yo escribí mi primera novela no pensaba en los lectores, porque entre otras cosas no sabía si los iba a tener, ni si se iba a publicar aquello, era más un experimento personal. Pero ahora ya es casi inevitable pensar en ellos, en cuanto tienes una idea en la cabeza empiezas a darle vueltas y todo va tomando cuerpo. Es una tarea complicada y el final se ve muy lejano; por eso en cuanto lo ves publicado, en los escaparates de las librerías, en manos de los lectores, ya dejas que la obra vaya caminando sola y en cierto modo te liberas.
-¿Es el género histórico una buena forma de acercar la historia de Asturias a un público más amplio?
-Yo creo que a veces hay que retroceder para entender las cosas. Por ejemplo, la alegoría del pez que no es consciente del agua hasta que sale de su pecera, es lo mismo que nos pasa a nosotros con la energía. Encendemos la luz constantemente, enchufamos aparatos, usamos ordenadores, pero no somos conscientes de la burbuja energética en la que estamos metidos. Hablamos alegremente de cambios climáticos, de capa de ozono, de contaminación, de energías alternativas, pero no somos conscientes de que si esta burbuja estalla nos vamos a pique. Entonces hay que retroceder, a lo mejor hasta el momento en el que el hombre descubre el fuego o inventa la rueda, para darnos cuenta del camino que hemos recorrido y de por qué estamos donde estamos. Dicho esto, no es que tenga ningún interés especial en hacer novelas históricas, sino que tengo interés en escribir novelas sobre la condición humana, sobre los sentimientos y sobre las grandes cosas que siempre han preocupado al hombre: la libertad, el amor, la pasión, el miedo… eso me da igual contarlo ahora que hace doscientos años, porque las preguntas de entonces siguen siendo las mismas de ahora.

“Me interesa no sólo lo que cuento sino cómo lo hago. Hay cantidad de ejemplos de grandes obras de la literatura que hablan de cosas muy cotidianas y sencillas, pero la forma en que se cuentan es lo que les da valor”

-Ha dicho que la literatura es contar las cosas con arte. ¿Ese arte es innato o hay que cultivarlo?
-Yo creo que en cualquier tipo de actividad creativa hay que tener una tendencia, algo que se puede llamar de mil maneras, un duende, una capacidad innata que si uno no la tiene lo va a tener complicado. Una vez que cuentas con eso hay que estudiar y prepararse, en el caso de la escritura hay que perfeccionar unas técnicas: estudiar la gramática, los diccionarios, probar determinadas cosas, y trabajar mucho. Por eso a mí me interesa no sólo lo que cuento sino cómo lo hago. Hay cantidad de ejemplos de grandes obras de la literatura que hablan de cosas muy cotidianas y sencillas, pero la forma en que se cuentan es lo que les da valor.
-Hoy día se publica más que nunca. ¿Es eso suficiente para un autor?
-No, lo primero es estar satisfecho con lo que se ha hecho. Después, cuando ya han salido varias obras tuyas, te vas dando cuenta de que tienes unos lectores fieles, a los que se van incorporando otros nuevos, y ésa es la satisfacción. Por otro lado, a todos nos gustaría vender muchísimo, pero a mí me produce mucha satisfacción escuchar comentarios en las universidades en la asignatura de Historia de la Literatura Contemporánea, o aparecer en antologías que se están haciendo desde departamentos de prestigio. Eso demuestra que estás aportando algo, por poquito que sea.
-¿Tenemos tan buena nómina de narradores en Asturias como parece?
-Creo que sí, y que el problema de Asturias no es tanto de autores como de editoriales. Aquí necesitamos una editorial fuerte, de ámbito nacional, porque se publican buenas cosas, pero se quedan en editoriales muy pequeñas que no tienen repercusión ni distribución.
-De Madrid a Cenera…
-Primero de Cenera a Madrid, porque en Cenera estuve hasta los diecinueve años, y luego de vuelta.
-¿Por qué ese regreso?
-También estuve tres años en Galicia, un paréntesis. Quedaría muy bien y muy bucólico decir que me vine a Cenera buscando la paz y la tranquilidad, pero fue una circunstancia totalmente imprevista. Tengo que confesar que en los veintidós años que estuve en Madrid siempre me sentí de paso, pero por razones de trabajo tampoco pasaba por mi cabeza venir a Asturias. Me surgió esa posibilidad de manera inesperada, lo hablé con la familia y así fue.
Una vez que tenía que venir, sí que intenté por todos los medios que mi lugar de residencia no fuera la ciudad, y qué mejor sitio que el mío, donde crecí, donde pasé la infancia y la juventud.

“En Asturias necesitamos una editorial fuerte, de ámbito nacional, porque se publican buenas cosas pero se quedan en editoriales muy pequeñas que no tienen repercusión ni distribución”

-¿Y eso ha influido en su forma de escribir?
-Supongo que sí, aunque yo he escrito en Madrid, con los críos pequeños colgados a la espalda y sintiendo los ruidos de los coches por la ventana. Y también he escrito en silencio, nunca necesité un ambiente especial porque pienso que las historias se desarrollan encima de la mesa, pero realmente es en la cabeza donde se construyen, dándole vueltas y vueltas, pensando, imaginando…
-En esa línea, ¿en qué está trabajando últimamente?
-Acaba de salir esta novela y yo ya estoy en otra cosa. Creo que me quedan todavía unas cuantas historias por contar, el día que se agoten ya no escribiré más, pero de momento espero tener tiempo para contarlas todas. Voy a meterme por la literatura de los sentimientos, de nuevo las preguntas que nos hacemos todos: por qué y para qué estamos aquí, qué soy yo con respecto a los demás, qué son los demás para mí, esa dimensión social del hombre, la soledad… creo que todos estos temas van a estar presentes siempre en mi literatura, al margen de que luego los componga con un argumento o con otro. Los grandes temas son lo importante, y también cómo consigues contarlos para contactar con el lector. Igual que nuestras abuelas nos contaban historias que enganchaban más por cómo las relataban que por lo que decían, porque éramos pequeños y no entendíamos la mayoría de las cosas, pero sí entendíamos el ritmo, el tono de voz, el amor con el que nos contaban…
-Tras las últimas elecciones es concejal en el Ayuntamiento de Mieres. ¿Por qué ese salto a la política?
-Yo no lo entiendo como un salto, porque para mí la política forma parte de la vida misma. La política es la manera de organizar la convivencia en una comunidad, en un grupo, en una ciudad, y en el fondo todos tenemos una idea de cómo hacer eso. A mí me presentaron un proyecto que me pareció interesante y dije sí, porque creo que tengo algo que aportar. Y yo pienso que, tanto si has ganado las elecciones como si no, eres representante de la gente, y a eso hay que responder, desde el gobierno o desde la oposición, que por cierto es una palabra que no me gusta porque está cargada de aspectos negativos. Yo estoy aquí para trabajar, y si en algún momento pienso que mi aportación no tiene importancia, o que me aburro, o que no pinto nada ahí, pues me voy y que pase el siguiente.
-Durante mucho tiempo trabajó en el departamento de recursos humanos de un banco. ¿Son tan malos los bancos como se dice últimamente?
-La banca es un reflejo de la propia sociedad, y yo creo que los primeros y hasta diría que los últimos culpables de esta crisis global son los que tienen el poder político, porque son los que tienen la capacidad de encauzar las cosas. Ahora se habla mucho del mercado, como si fuera un monstruo que ha aparecido de repente y nos está amargando la vida, pero el mercado está regulado por unas leyes que hacen los políticos, así que yo tengo muy claro que los abusos que se han cometido y se están cometiendo desde el mundo de las finanzas son porque hay una legislación que lo permite. Por eso creo que no cabe hablar de malos y buenos: la banca no es una ONG, sino un negocio que intenta sacar lo máximo posible, dentro de los márgenes legales.

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