El bobsleigh consiste en deslizarse en un trineo a más de cien kilómetros por hora por una pista de hielo estrecha y sinuosa. Gracias al trabajo de los pilotos Javier Pintado y Pedro Díaz los asturianos se están acostumbrando a oír hablar de este deporte, espectacular pero minoritario en España. Con unos medios precarios y con mucha ilusión están consiguiendo llegar muy lejos.
La cuna de este deporte es la ciudad suiza de St. Moritz, y allí se celebró el pasado mes de enero el Campeonato de Europa de bobsleigh. Contra todo pronóstico, los asturianos consiguieron clasificarse según cuenta Javier Pintado.
-¿Qué balance hacéis de la experiencia en el Campeonato de Europa?
-Ha sido muy enriquecedora. Era la primera vez que competíamos a este nivel, y pese a que teníamos las peores circunstancias, porque ni siquiera contamos con entrenador, conseguimos arañar unos puntos que para nosotros son muy importantes y nos sirven para el año que viene.
Nuestro bobsleigh es de tercera mano y se cae a pedazos, y además cuando llegamos a la última prueba no pudimos tomar contacto con la pista en unos descensos previos, sino que nos metimos directamente en los entrenamientos oficiales, que ya son competitivos. Aún así entramos en el grupo que nos corresponde.
-¿Cómo os arregláis con un bobsleigh tan precario?
-Es nuestro gran problema. No podemos entrenar con él, es muy viejo y está muy deteriorado, tampoco hay ningún mecánico en España que nos lo pueda arreglar, así que tenemos que ingeniárnoslas nosotros para ir reparándolo como podamos.
-¿Por qué elegisteis un deporte tan desconocido en nuestro país?
-Tanto mi compañero como yo venimos de los deportes de inercia, que son muy parecidos al bobsleigh, sobre asfalto en vez de hielo. Quisimos probar, y al ver que podíamos defendernos ya nos metimos más en serio.
«El bobsleigh es espectacular. Justifica que te pases veinte horas de viaje en una furgoneta para competir, con el mismo viaje de vuelta para trabajar al día siguiente»
-¿Cuál es la mayor dificultad con la que os encontrásteis en ese cambio?
-Principalmente que en el hielo, como no tienes frenos, hay que saber usar los pedales y eso tiene su técnica. Hay que sentir la presión de las curvas, es decir, cuándo la fuerza de la curva te pega contra el hielo, coger el tacto a la dirección… La clave de este deporte es saber justo cuándo, cómo y de qué manera hay que mover el bobsleigh, porque las mayores diferencias están en el manejo.
-¿Qué es lo que os hace continuar, a pesar de los problemas?
-Lo primero es que el bobsleigh en sí es espectacular. La sensación de haber estado a 120 o 130 km por hora, en una pared casi vertical, en una sucesión de giros, subidas y bajadas que son como una montaña rusa, pero no vas sobre un raíl, sino que eres tú el que controla todo el descenso; es un subidón de adrenalina increíble, que una vez llegas a la meta te deja una tranquilidad y serenidad que de otra manera no puedes experimentar.
Eso justifica entrenar todos los días después de trabajar, o que te pases veinte horas de viaje en una furgoneta para competir, con el mismo viaje de vuelta para trabajar al día siguiente. También hemos sentido mucho el apoyo de la gente, hemos visto la repercusión en medios de comunicación, en redes sociales, en amigos y en personas que no nos conocen de nada, y eso es una grandísima motivación para seguir adelante.
-¿Qué proyectos tenéis para este año 2012?
-Cuando acabe la temporada en España, en marzo, queremos ir a Estados Unidos, a la escuela de pilotos y a hacer una prueba de la Copa de América. Estamos intentando que la Federación española nos ayude para poder alquilar un bobsleigh allí.
Más a largo plazo nos gustaría que se hiciera en Asturias una pista de empuje de sesenta metros de largo por tres de ancho. Es una infraestructura muy barata, con un coste de mantenimiento cero. Eso nos permitiría poner en marcha equipos de alevines, juveniles, con los que hacer una selección para aspirar a cosas mayores. Es un sueño que tenemos, a ver si conseguimos hacerlo realidad.