Tiene en su cartera más de 180 pleitos ganados contra distintas entidades financieras. En todos ellos el banco no informó adecuadamente a los clientes sobre sus productos o sus servicios. Tamargo defiende que la ley les obliga a una transparencia que no respetaron, especialmente en los años previos a la crisis. Los jueces le están dando la razón.
Este ingeniero informático nacido en La Felguera, decidió un día que la profesión elegida no era la que en realidad le gustaba y comenzó a estudiar derecho. Ya como abogado trabajó un tiempo para una financiera privada: demandas, subastas, desahucios. Así hasta que en una ocasión, una mujer que iba a perder su casa se quitó la vida el día anterior a su desalojo. «Hasta ahí llegué», cuenta. Y se puso a trabajar del lado opuesto. «Empecé a demandar a entidades financieras por comisiones abusivas, a tratar de retrasar desahucios y si se producían, que la persona no quedase con deudas». En 2008 llegó hasta su despacho un contrato tan enrevesado que lograba que el contratante de un seguro acabase debiéndole sesenta mil euros a la entidad bancaria. La primera demanda se ganó en Gijón. A partir de ahí, Marcelino Tamargo ha ido generando su propia jurisprudencia, dado que prácticamente todos los casos de referencia en este campo los ha llevado él. «La ley impone a las entidades financieras el deber de informar». Con ese respaldo ha ganado ya en todas las provincias españolas contra distintas entidades. La última, Granada. Es su particular «Reconquista» contra los gigantes financieros. Lo explica con un ejemplo shakesperiano: «Como el Mercader de Venecia, que quería obtener a toda costa una libra de carne de su cliente, los bancos también se escudan en que tienen un contrato y todo está firmado».
-Se enfrenta nada menos que con la Banca. La comparación es inevitable: David contra Goliat.
-Digamos que me considero más como el de la Lista de Schindler, que va salvando a todos los que puede pero uno a uno. La capacidad es limitada.
-Dedicarse profesionalmente a este campo tiene que tener un fuerte componente de convencimiento personal, ¿no?
-Sí, hay que estar muy convencido porque son procedimientos muy difíciles de ganar, temas complejos en los que es necesario desmontar todo el sistema de comercialización de un banco. Hay que llamar a juicio a muchas personas: el comercial, el superior del comercial, el tesorero, etc., mientras que por la otra parte estamos mi cliente y yo. Sí, la verdad es que es un poco David contra Goliat.
«Los bancos ‘olvidaron’ que tenían que cumplir la normativa. La velocidad les dio confianza, siguieron acelerando y se dieron el golpe. Lo malo es que con ellos nos arrastraron a todos»
-¿Qué se encuentra un usuario que presenta su reclamación al servicio de atención al cliente de su entidad bancaria?
-El servicio de atención al cliente del banco es mentira, porque una persona de la propia entidad nunca te va a dar la razón. En realidad es un servicio de atención al banco. Tampoco te va a dar la razón el Banco de España si le presentas tu reclamación. Además, ni el Banco de España ni la Comisión Nacional de Mercado de Valores, que son los supervisores del sistema financiero español, tienen capacidad sancionadora ni potestad para anular un contrato. Digamos que sus resoluciones siempre acaban diciendo que para llegar más lejos están los tribunales. Pero qué otra cosa se puede esperar si son organismos financiados por los propios bancos.
-Precisamente esta crisis global en la que estamos inmersos procede del sistema financiero y los excesos cometidos en la comercialización de productos.
-Sí, durante unos años grandes bancos americanos, alemanes, ingleses y franceses comercializaron muchísimos derivados financieros: hipotecas basura, bonos estructurados. Cabe decir que donde más se comercializaron estos productos fue en Grecia, en Italia, en Portugal y en España. Evidentemente no hay casualidades. En cuanto quiebra Lehman Brothers todo se destapa. Como es un sistema piramidal, en el momento en el que el ciudadano, que ya no tiene más ingresos, deja de pagar, todo se hunde.
«Con esta política del «todo vale» hubo gente muy poco formada trabajando en banca, comerciales muy agresivos preparados exclusivamente para servir al patrón. Así arruinaron a muchas empresas y muchas familias»
-Los casos que usted lleva se basan en la deficiente información que recibieron los clientes cuando contrataron algunos de estos productos. Ciento ochenta sentencias favorables lanzan un mensaje claro: se puede ganar a la banca.
-Se puede. Es muy difícil pero se puede. Podemos hacerlo debido al exceso de confianza que tuvieron en ese momento. Durante esos años de frenesí del sistema financiero, entre 2004 y 2008, las entidades se «olvidaron» de que tenían que cumplir la normativa relativa a información, documentación, atención al cliente. Hay una ley del año 88 y un código de conducta para las entidades financieras del año 93, y en eso nos podemos amparar. La velocidad les dio confianza, siguieron acelerando y se dieron el golpe. Lo malo es que con ellos nos arrastraron a todos.
-¿Han modificado en algo su forma de actuar, a raíz de todos estos casos?
-Hubo más tarde una normativa comunitaria, la directiva Mifi (sobre Mercados de Instrumentos Financieros) que ya se tomaron un poco más en serio.
Ahora por ejemplo ya te señalan que tienes una cláusula suelo. Antes no se molestaban en decirlo porque ¿quién va a pensar que el interés baje? Pero si se pone una cláusula suelo es que se prevé que pueda bajar, porque si no ¿para qué se pone? ¿Por qué en cambio no se establece una cláusula techo? Es decir, si el interés sube al 20 pagas el 20, pero si baja al cero tú sigues pagando 5. Evidentemente no hicieron las cosas bien. Y cuando no se hacen las cosas bien luego hay que pagarlo.
«Aún no he visto ninguna medida política que facilite las cosas a los ciudadanos, a las pequeñas empresas, que son los que realmente producen en España»
-Buena parte de ese «frenesí» del sistema financiero está personificado en la figura del comercial. ¿Qué papel juegan?
-En esos años estaban programados para vender masivamente, cuanto más mejor. Mentían como bellacos adoctrinados por el propio banco. Con esta política del «todo vale» hubo gente muy poco formada trabajando en banca, que no tenía ni idea de lo que hacía. Comerciales muy agresivos preparados exclusivamente para servir al patrón. Así arruinaron a muchas empresas y muchas familias.
Desde mi punto de vista la banca ha perdido todo el prestigio que pudiera tener en el pasado. Hace veinte años no ocurría esto, el banquero era una figura distinta que no hacía cosas raras. Y ya ves cómo tratan a la gente, «a la baqueta». Tienes que ser un muy buen cliente para que simplemente te traten bien, y aún así te venden lo que quieran.
-¿Existe algún tipo de regulación para estas actividades?
-Ninguna. Nada de nada. En ese sentido estamos vendidos. El sistema financiero español campa a sus anchas, y desde mi experiencia a lo largo de estos años, está podrido en su conjunto. Tienen mucho poder, pero… ¿quién puede hacer algo?
«Es vergonzoso que el crédito permanezca cerrado mientras usan ese dinero para sanear sus cuentas y pagar millonadas a sus directivos»
-Las medidas reguladoras tendrían que venir de la política. ¿Qué podemos esperar de ella?
-Absolutamente nada. En ese sentido no tengo ninguna esperanza. Es público que no creo en la política ni en los políticos. ¿Por qué tendría que creer, qué han hecho? Son asalariados. ¿De quién? De quien da los préstamos al Gobierno. ¿Y quién da los préstamos al Gobierno? Pues el banco de Santander, el BBVA, el Popular, etc. Ojalá cambie de opinión, pero aún no he visto ninguna medida que facilite las cosas a los ciudadanos, a las pequeñas empresas, que son los que realmente producen en España. Lo único que he visto últimamente ha sido un Real Decreto que, en vez de obligar a las financieras a cumplir determinados requisitos, establece que lo que estas entidades estaban haciendo era suficiente. Gracias a este Real Decreto se corta la posibilidad de reclamación y no va a haber casos posteriores a 2010. Una especie de ley de punto final. Las financieras han sido muy inteligentes arreglando esto desde la raíz. ¿Cómo? Diciéndole al político de turno que solucionase el problema.
-¿Qué pensar de los trasvases de la empresa privada a cargos de responsabilidad pública? Ha sido muy criticado recientemente el caso de Luis de Guindos en España.
-Yo no conozco a este señor, pero ¿qué esperanza nos puede dar una persona que ha estado trabajando para la entidad financiera que ha originado el problema? ¿Qué medidas va a tomar este hombre contra los creadores de estos productos? ¿Va a proponer que los mismos que han arruinado a tantas personas no se jubilen con una paga de 600.000 euros al año?
-Al ciudadano le cuesta mucho entender por qué la banca está recibiendo inyecciones de los bancos centrales. ¿Por qué se sigue alimentando a los mismos que crearon el problema?
-Yo también quisiera saberlo. Es vergonzoso que el crédito permanezca cerrado mientras usan ese dinero para sanear sus cuentas y pagar millonadas a los mismos directivos que luego yo tengo que interrogar para que me digan que ellos siempre han informado de todo correctamente. ¿Y qué podemos hacer? Dejémosles caer, que quiebren, o que se fusionen unas entidades con otras, o que haya un banco solamente, que tiempo habrá de que sean más, o que se nacionalice la banca. Yo no sé la solución, no soy político. Son las cabezas pensantes las que tienen que idear algo. En cualquier caso que se regule y que se hagan las cosas como se tienen que hacer. Lo que no es normal es esto.
Al final, quién lo diría, los únicos que ponen coherencia son los tribunales, que son los que están rechazando masivamente este tipo de prácticas. Si hay una ley, el juez puede acogerse a ella.
«El sistema financiero español campa a sus anchas, y desde mi experiencia a lo largo de estos años, está podrido en su conjunto»
-Si es así ¿por qué no es mucho mayor el número de denuncias?
-Porque la mayoría de los afectados están económicamente agotados o el banco los tiene tan apretados con la póliza o el crédito que no pueden hacer nada. Por eso si hay diez mil casos sólo mil acaban poniendo una denuncia. Y aún así al banco le sale rentable, le compensa pagar porque todavía ganan con los otros nueve mil que no denuncian. Está todo calculado. Resulta mejor perder un número de juicios que invertir en más personal, mejorar la información, aumentar los costes de gestión.
Es cierto que estos casos les molestan, que no les gusta que aparezcamos en los medios. Pero tienen claro que esto al cabo de un año se olvidó, que volveremos al banco y de nuevo firmaremos como corderos.
-Ha puesto una nota esperanzadora y también algo sorprendente: ha dicho que la justicia funciona. Supongo que es consciente de que tampoco goza de la confianza del ciudadano.
-Lo que ocurre con la justicia es que no tiene recursos. Yo he sido juez sustituto y me tenía que llevar a trabajar mi propio ordenador portátil porque no allí no había. Lo que no funciona es la administración de justicia, que está absolutamente colapsada. Es lamentable pero es así.
«Es cierto que no les gusta que aparezcamos en los medios. Pero tienen claro que esto al cabo de un año se olvidó, que volveremos al banco y de nuevo firmaremos como corderos»
-¿Y eso debe ofrecer confianza al ciudadano?
-A ver, tenemos un sistema que va diez años por detrás de la sociedad, es decir, que ahora estamos funcionando con un sistema de 1995, en plan «Cuéntame». Pero la justicia se adapta a lo que hay, es decir, que cada cosa está en su carpeta y nada pasa de largo porque tiene su papel correspondiente. Cuando fui juez descubrí la importancia que tienen los post-it: si desaparecieran el sistema judicial español se bloquearía, porque no existe un sencillo sistema informático de alertas para avisar por ejemplo de la fecha de un juicio.
-O sea, justicia lenta pero segura.
-Igual tampoco interesa darle muchos medios a la administración de justicia porque si funcionase bien entonces iría más rápido, Urdangarín tendría el juicio el mes que viene, y eso no interesa. Es mejor una justicia que vaya despacio porque interesa en según qué sectores. Todos sabemos que con el tiempo las cosas se diluyen.
Pero insisto: al final la justicia da a cada cual lo que le corresponde. Si hay una ley a la que pueda acogerse el juez, la justicia funciona.