La crisis económica ha provocado un descenso del consumo y un aumento de los abusos por parte de las grandes empresas. El pasado año UCE-Asturias atendió a cerca de diez mil consumidores asturianos, bien para recoger sus reclamaciones (casi el 80%) o bien para brindar asesoramiento. Dacio Alonso, su presidente, sostiene que el consumidor «tiene derechos y debe defenderlos». Lo primero para hacerlo es la información.
Bancos y promotoras de la construcción son el origen de la mayoría de las reclamaciones que atiende la UCE en Asturias. Otras áreas, como electricidad y telefonía, también preocupan gravemente a los asturianos.
-¿Tiene más trabajo la UCE en época de crisis económica?
-La crisis se nota en que hay mucho más abuso por parte de las empresas porque saben que la disciplina por parte de la administración se ha relajado sustancialmente. Si ya en época de bonanza las administraciones miraban para otro lado, ahora ninguna se atreve a abrir un expediente sancionador a alguna de las grandes multinacionales. No sucede así con el comercio de cercanía, con el que a veces se ceban.
-En cualquier caso hay que animar a la gente a reclamar en caso de abuso.
-Siempre uno debe exigir lo que es suyo y reclamar cuando sea necesario, y en momentos de crisis económica con más motivo si cabe. Precisamente ahora se está creando mayor nivel de indefensión porque las administraciones no están haciendo su trabajo cuando tendrían que abrir expedientes sancionadores a las grandes empresas en base a las denuncias recibidas. Eso está provocando un altísimo nivel de vulnerabilidad y en último término, de falta de dignidad, que es lo que uno siente cuando trata de reclamar al servicio de atención al cliente de una gran empresa.
-Es que desde el punto de vista del usuario, no se sabe muy bien para qué sirve llamar a un teléfono de atención al cliente…
-Realmente ese servicio debería ser la joya de la corona de una gran empresa, conocedora de lo difícil que es ganar un cliente y lo fácil que es perderlo. Sin embargo colocan ahí no a su personal más eficiente, para tratar de canalizar las reclamaciones y solucionar los problemas, sino a operarios cuya función es disuadir y aburrir a la persona para que acabe abandonando su reclamación.
-¿La crisis nos ha cambiado como consumidores?
-La crisis lo que ha hecho fundamentalmente ha sido meternos a todos el miedo en el cuerpo. El cambio ha sido muy abrupto y nos ha llenado de incertidumbre. Eso evidentemente ha cambiado las costumbres, la gente se retrae y no sÓlo porque tenga menos capacidad económica, sino fundamentalmente porque tiene miedo.
«Existe legislación más que suficiente. El problema es que quien tiene que hacer que se cumpla, quees la administración, no lo hace»
-Están saliendo a la luz muchos abusos financieros cometidos en estos años: hipotecas, productos bancarios… ¿Cómo lo están valorando?
-Son las consecuencias de todos los excesos, tanto de los sectores que provocaron la crisis como de otros que se aprovecharon de ella para incentivarla, principalmente las financieras y las promotoras/constructoras. Las primeras porque dieron préstamos de forma negligente. Y las segundas porque se comportaron de forma deshonesta poniendo un precio desorbitado y especulativo a la vivienda. Ahora es cuando salen a relucir.
-¿Se espera una avalancha de reclamaciones relacionado con todo el recorte que está haciendo el gobierno en los servicios públicos?
-Los cambios son de tal calado que van a producir una convulsión social importante. También es cierto que en Asturias siempre ha habido más sensibilidad que en otros lugares con respecto a los servicios públicos, y parece que el Principado va a hacer otro planteamiento que no se base en meter la tijera como preconiza Madrid. Eso ya es importante porque significa que no hay un modelo único, y que para reducir el déficit no es necesario atacar los servicios públicos. El problema de fondo es saber en qué medida las Comunidades Autónomas tienen competencia para rebelarse contra lo que el Parlamento legisle. A ver hasta dónde llegamos.
-En todos sus años de trayectoria la UCE ha obtenido logros importantes, pero ninguno como el relacionado con el tema de la plusvalía, del que están especialmente orgullosos.
-Sí, conseguimos que se cambiara la ley tras llevar a cabo una campaña histórica. Es algo que no pensábamos que fuera posible, ya que suponía cambiar una práctica muy arraigada en promotores y constructores.
-¿En qué ha consistido este cambio?
-Antes el promotor de una vivienda, aparte de fijar libremente el precio que le parecía de forma totalmente especulativa, imponía cláusulas abusivas aprovechando que como había una gran demanda y una oferta limitada, tenía la sartén por el mango. En el caso de la plusvalía hablamos de un impuesto que tenía que pagar el promotor al ayuntamiento y que, con muchísima arrogancia, en el contrato se lo cargaba al comprador. Es un importe variable, por ejemplo en Oviedo hablaríamos de unos 1500-1800 euros. Primero, conseguimos cambiar la ley: a partir del año 2006 la plusvalía la pagará siempre el promotor / constructor. Pero además, comenzamos a presentar demandas en los juzgados en Asturias y cuál fue nuestra sorpresa al ver que los jueces que antes eran tolerantes con esta práctica empiezan a sacar sentencias que obligan al promotor a pagar, sin importar cuándo se compró. Finalmente en 2009 la Audiencia Provincial fija un criterio único: la plusvalía la paga el promotor siempre, al margen de la fecha de compra.
«La crisis ha cambiado las costumbres. La gente se retrae en el consumo, no solo porque tenga menos capacidad económica, sino fundamentalmente porque tiene miedo»
-¿A cuántas familias afecta?
-A unas cien mil en total. En la primera fase ya hemos tenido mil quinientas sentencias firmes, y comenzamos una segunda campaña. Los jueces tienen un compromiso inequívoco con esta causa.
-La UCE defiende su fama de independiente.
-La UCE no se casa con nadie. Somos una organización seria, solvente, que quiere tener la credibilidad de los ciudadanos para ayudarles, aunque ello nos suponga meternos en los líos que haga falta. Lo que queremos es que la gente confíe en nosotros cuando tiene un problema.
Cuando comenzamos la campaña de la plusvalía los promotores presentaron una demanda en el juzgado intentando nada menos que disolvernos. Es evidente que les estábamos haciendo daño, son muchas sentencias a pagar en un momento de crisis. El juez no tuvo en cuenta la demanda y perdieron, pero nos consta que querían acabar con nosotros cuanto antes.
-¿Nos faltan normas o nos falta aplicarlas mejor?
-En general no es un problema de regulación en el sentido de que existe legislación más que suficiente. El problema es que quien tiene que hacer que se cumpla, que es la administración, no lo hace, de modo que el ciudadano se pregunta para qué tantas leyes si al final no puede ejercer sus derechos.
-¿Mejor reclamar en grupo?
-La cultura del asociacionismo no está arraigada en este país. Sería positiva, así como la cultura de la prevención, pero lamentablemente no está muy presente en nuestra sociedad. En general, la gente viene a nosotros cuando tiene un problema. Por nuestra parte, la UCE tiene una estructura profesional para poder dar un mejor servicio y solucionar todo lo que tenga solución.
-¿Cuál es el mensaje más importante que deben escuchar los consumidores?
-El primer mensaje es: ante la duda, que la gente se informe. Y en la UCE para eso estamos. Sea del tema del copago sanitario, de vivienda, de productos bancarios, lo primero que se requiere es información. El segundo mensaje es que nadie debe resignarse ante los abusos. La gente tiene derechos y debe defenderlos. Curiosamente el poder judicial que no goza en este momento de mucho prestigio, tiene en Asturias un compromiso inequívoco en el día a día con los consumidores y ciudadanos, en especial con el tema de los bancos y la vivienda. Que nadie que tenga un problema de este tipo pague un céntimo más, que venga a la UCE o a donde quiera, que ponga el tema, bien en manos de en una asociación, bien en manos de un despacho de abogados. Hay posibilidades reales de que recuperen el dinero que injustamente pagaron.