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domingo 24, noviembre 2024

‘Las protestas mineras son parte de una resistencia social con muchos frentes abiertos’. Javier Bauluz. Fotoperiodista

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A lo largo de casi treinta años de vida profesional, el asturiano Javier Bauluz ha recorrido el mundo con su cámara para mostrar historias que las noticias no recogen: víctimas con nombres y apellidos. En esta ocasión su objetivo se pone al servicio de lo que él denomina la ‘resistencia social’. Y no ha tenido que ir muy lejos: parte importante del conflicto se libra en Asturias.

Javier Bauluz
Javier Bauluz / Foto: Fusión Asturias
Hemos quedado citados para la entrevista en un café de Gijón. Llega sonriente pero no puede ocultar el rostro cansado: sus ojeras le delatan. «Llevo varios días casi sin dormir. Bueno en realidad, un mes entero sin parar, extenuado, pero satisfecho». En esos momentos el conflicto minero está en pleno apogeo y Bauluz ha estado en primera línea. Pero están teniendo lugar muchas más historias no sólo en Asturias, sino en toda España y esto le hace pensar muchas cosas. «Llevo días dando vueltas en la cabeza a un nuevo concepto que englobaría todo lo que está pasando: resistencia social. Hay una resistencia minera, pero es parte de una resistencia social que está habiendo en este país desde el 15M».

-De lo cual se habla muy poco en los medios…
-En el caso de las protestas mineras pasaron diez o quince días sin una sola noticia en los medios de comunicación españoles. Hubo un inadmisible apagón informativo. Las fotos que hice de los enfrentamientos, las barricadas, saltaron antes a los medios internacionales y aparecieron publicadas hasta en Australia, antes que aquí. La atención prestada en los medios extranjeros incluso propició que mineros europeos se trasladasen hasta Asturias para mostrar su apoyo. La marea negra siguió con sus protestas y consiguieron un importante apoyo de la opinión pública, como vimos en la Marcha hacia Madrid.
-Dices que la resistencia minera forma parte de una resistencia social. ¿A qué te refieres?
-Empezó con el 15M pero ahora hay muchos frentes abiertos. Está ‘Stop Desahucios’, una resistencia ciudadana donde la gente pone sus cuerpos serranos ante las fuerzas del orden público para defender a personas que no conocen de nada. Cada día en España se producen unos 160 desahucios. Son familias que no pueden pagar sus hipotecas y que después de varios meses intentando evitarlo, llega el día y se quedan en la calle. Eso es muy fuerte. Pero están siendo apoyadas por ciudadanos y ciudadanas normales, de todas las edades. Luego está la marea verde de la enseñanza, la marea blanca de sanidad, los funcionarios… en el momento en que estos grupos se unan y organicen, será un punto importante de inflexión contra la crisis y los abusos que estamos padeciendo.
-¿Por qué centraste el objetivo en el conflicto minero?
-No sólo porque era algo que estaba ocurriendo al lado de casa y había que contarlo, sino también porque es parte de mi historia y me atrevería a decir que uno de los símbolos del movimiento obrero en nuestro país. Mis primeras colaboraciones con La Voz de Asturias fueron fotografías en la zona de Moreda durante la huelga del 84. En aquella ocasión acabé detenido por tomar una fotografía de Guardias Civiles bajando del monte a mineros. Era una imagen que recordaba a la huelga de 1934, y como en aquellos momentos eso de la libertad de información no se estilaba mucho, acabé en el cuartelillo de Moreda, bajo una bombilla de 20W, y unas sombras que me preguntaban qué coño estaba haciendo allí. Pues el otro día me volví a encontrar en el mismo sitio y haciendo exactamente lo mismo. Era un «dejà vú» total, no sólo en mi historia personal sino en la historia de este país.
-¿Lo que diferencia aquellas imágenes de las de ahora es sólo el tiempo?
-Los elementos son los mismos, sólo cambia la indumentaria del minero o del guardia civil, que es mejor que la de antes, pero estoy convencido de que las vagonetas son las mismas. En la huelga general de las Cuencas mineras me encontré a los sindicalistas de antaño, aquellos a quienes había fotografiado luchando por sus derechos y habían sido portada de El País en su día. Y seguían luchando junto a otros. Nos volvimos a saludar y fue un encuentro muy especial.

«Al principio de las protestas mineras pasaron diez o quince días sin una sola noticia en los medios de comunicación españoles. Hubo un inadmisible apagón informativo»

-Tú estuviste con los mineros esos días en las montañas, en las barricadas, en los pozos… ¿Cómo se vive la causa desde dentro?
-Si tu trabajo, tu futuro y el de tus hijos está en peligro simplemente porque unos señores que están en el poder incumplen una serie de acuerdos firmados, ¿cómo reaccionarías? Ellos tienen una organización y tradición de lucha que les diferencia del resto de las protestas, pero en el fondo todos defienden lo mismo. Son paisanos como armarios, fuertes, y al mismo tiempo sensibles, de gran corazón. Son buenas personas. Se tapan el rostro para defenderse, como los zapatistas en su momento, y de noche, no te niego que en la oscuridad, imponen. Pero son nobles y pelean por lo que consideran justo. Les conozco desde hace mucho tiempo.
-Las fotos de los trabajadores con tirachinas o portando lanzacohetes de fabricación casera se han repetido en los medios de comunicación. A la hora de definir el conflicto, ¿no es mucho resumir?
-Instituciones y ciertos medios de comunicación han intentado por todos los medios criminalizar las protestas argumentando la violencia de los mineros, como también lo han intentado con el 15M. En el caso de los primeros, cuando van a por ellos utilizan la fuerza como respuesta. Han luchado históricamente y lo siguen haciendo. En el caso de los segundos, nunca han dado un palo a nadie, son pacíficos. Estuve con ellos en Madrid en el aniversario del 15M y estuve presente en el desalojo de Sol. Aquello fue impresionante, por mucho que diga la Delegada del Gobierno en Madrid.
-¿Ha habido una respuesta desproporcionada por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad?
-Sólo puedo hablar de lo que yo he vivido y han sido cosas muy puntuales. En los enfrentamientos en el Pozo Sotón, por ejemplo, publicamos un vídeo de un policía nacional haciendo cortes de manga e insultando a los vecinos que observaban todo lo que estaba pasando y cómo empezaron a disparar gases lacrimógenos sin más, porque la gente aplaudía a los mineros.
En un desahucio que tuvo lugar en Oviedo, hace unas semanas, hubo varios policías que llegaron a perder los papeles porque se tomaron los gritos e insultos de algunos manifestantes de forma personal. Hasta el punto -y esto lo recogieron varios medios- que a un policía se le cayeron el arma y las balas al perseguir a alguien. Pienso que cada uno debe ser profesional en lo suyo y saber estar en su lugar.
Pero si hablamos de desproporcionado, tengo que referirme al desalojo de los chavales reunidos en Sol en el aniversario del 15M. Yo estaba allí. Aparecieron quinientos policías de repente y al unísono para desalojar a aquel pequeño grupo. Empezaron con empujones y faltas de respeto hacia las personas que estaban sentadas en el suelo hablando pacíficamente. A mí me terminó pegando un policía -después de catorce empujones-. Contrasté lo ocurrido con más periodistas que estaban allí y me enteré de que hubo varios percances, el mío no fue un caso aislado: periodistas acreditados formalmente fueron golpeados e incluso detenidos durante dos días. Con todo el material y testimonios publicamos un artículo en Periodismo Humano. Esto es importante contarlo porque si no parece que nunca pasa nada, y no es así.

«Instituciones y ciertos medios de comunicación han intentado por todos los medios criminalizar las protestas argumentando la violencia de los mineros, como también lo han intentado con el 15M»

Bauluz habla de la ‘niña de sus ojos’: Periodismo Humano. Un nuevo medio de comunicación dirigido por él, que nace en internet en 2010 de la mano de un grupo de profesionales de la información. Buscan, desde un enfoque de Derechos Humanos, recuperar la función social del periodismo: informar de verdad. Dar voz a los sin voz. Recuperar a las personas. «Hacemos un periodismo profesional libre, independiente y sin ánimo de lucro, al margen de intereses económicos y políticos, y para ello también necesitamos colaboración. Esto lo hacemos posible entre todos».
-¿Dónde dirige la mirada Periodismo Humano?
-Pusimos en marcha este proyecto porque entendemos que el periodismo tiene que nacer en el marco ético de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y desde esta perspectiva quienes suelen estar en peligro son los más débiles, los desfavorecidos, los que no tienen espacio en ningún medio. Nosotros dirigimos la mirada a «Los Nadies», como decía Galeano. Hoy interesan los números, el espectáculo, el morbo… no las personas. Eso es patético.
-El periodismo de verdad, ¿vende? ¿Hay algún medio interesado en publicar alguno de vuestros trabajos?
-Hoy sólo hay espacio para aquello que supone dinero o es algo sensacionalista. Existen pseudoinformativos que pasan por encima de lo que ocurre de verdad, convirtiendo en espectáculo a los más débiles. Hoy los medios de comunicación están comprados, no ya por la publicidad -que también- sino por los propios bancos. Están dirigidos por empresas o grupos de empresas que sólo quieren ganar dinero y poder. Así ¿quién va a hablar mal de su amo? Si yo, siendo un premio Pulitzer y con treinta años de experiencia no tengo sitio en los medios para contar historias que importan, ¿cómo lo tendrá un joven que acaba la carrera? Afortunadamente, hoy no necesitas una rotativa para publicar: Internet es un canal de información que llega a todos los rincones. Por eso nace Periodismo Humano, para publicar con libertad y la verdad es que en muy poco tiempo nos hemos convertido en todo un referente. En Facebook hace poco éramos el cuarto medio, por detrás de El País o El Mundo y en Twitter el octavo, y todo ello sin gastar nada en publicidad. A la gente le gusta lo que hacemos y lo comparte en la red.

Hablando de la profesión, Bauluz recuerda un cartel que vio cuando era pequeño: «Libertad, no. Seguridad, sí. Falange Española». «Cuando leí aquello, dije que nunca querría vivir así. Siempre he luchado por mi libertad. Creo en otro periodismo, por eso estoy al timón de este barco que me quita muchas horas de sueño. Amo esto, aunque ello me suponga vivir en un estado de ruina permanente», sentencia entre risas.

Pinche en cada imagen para ampliarlas.

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Para más información: periodismohumano.com
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