Que la economía esté al servicio de las personas y no del capital no es una utopía: es uno de los pilares básicos de la economía social. En Asturias, más de ochocientas empresas han apostado por esta fórmula de autoempleo colectivo, con muy buenos resultados en tiempos de crisis. Edmundo Pérez, director de la Fundación para el Fomento de la Economía Social (FFES), habla de lo que muchos denominan ya como la ‘economía del futuro’.
Este ingeniero industrial, especializado en economía social, lleva once años al mando de la Fundación. Defiende que este tipo de empresas, básicamente Sociedades Laborales y Cooperativas, tienen un papel muy importante en el tejido empresarial asturiano: «Es otra forma de crear empresa, más participativa y solidaria».
-¿Qué resultados se manejan en nuestra comunidad?
-En Asturias existe mucha tradición, hay cooperativas agrarias con más de cien años de vida. En general los resultados son buenos, a pesar de la difícil situación que atravesamos. Seguimos recibiendo a emprendedores que ponen en marcha sus proyectos y apuestan por las fórmulas jurídicas de la economía social. Eso nos hace ser optimistas.
-Frente al capitalismo salvaje en el que estamos inmersos se habla de la economía social como una ‘economía de futuro’. ¿Qué valores defiende?
-Hace algo más de un año el Parlamento español aprobó la Ley de Economía Social. Su principal característica es que las personas están por encima del capital. Por ejemplo, a empresas tipo spin off universitario del sector de I+D, donde sus componentes aportan fundamentalmente su conocimiento, esta fórmula de economía social les viene como anillo al dedo porque precisamente son empresas que se basan en la aportación de las personas. Lo que importa es el conocimiento y la valía, no el capital que se da.
«Tradicionalmente Asturias ha apostado por la economía social y ha estado a la cabeza en términos comparativos»
-¿Cómo entiende la economía social el término rentabilidad?
-Una empresa tiene que ser rentable en términos económicos, porque si no inmediatamente sale del juego. Una cooperativa tiene que vender sus productos y competir en el mismo mercado que cualquier otra empresa de similares características. Lo que ocurre es que en las empresas de economía social el reparto de beneficios suele ser diferente y no está en función del capital aportado, o lo está de forma muy matizada en el caso de las sociedades laborales. La mayor parte se reinvierte en los objetivos de la empresa. Es decir, sí hay una necesidad de ser rentables pero hay una forma diferente de tratar esa rentabilidad.
-Hace unos meses, la Comisión Europea hacía un llamamiento a los países miembros para que prestasen un apoyo específico y una movilización de recursos a la economía social. ¿En qué situación nos encontramos?
-Tradicionalmente Asturias ha apostado por la economía social y ha estado a la cabeza en términos comparativos, no sólo promoviendo ayudas y políticas de apoyo sino también incorporando las nuevas tecnologías al sector. Después de un año de parón bajo el mandato de Alvarez Cascos, que afectó a toda la administración regional, el nuevo gobierno está tratando de poner en marcha esas políticas que siempre existieron y que son tan importantes en estos momentos.
-¿Cómo se comportan estas empresas en tiempos de crisis?
-A principios de los ochenta muchas empresas asturianas que pasaban serias dificultades se convirtieron en cooperativas y sociedades laborales; en ese momento también surgió ASATA, la asociación que las agrupa y representa. Así que tenemos experiencia en utilizar la economía social como respuesta a la crisis. En este difícil momento, estas empresas han buscado otra forma de hacer las cosas, han innovado reacciones y buscado salidas alternativas para mantener el empleo. Y lo están haciendo mejor que el conjunto de la economía.
-¿Qué valor tiene la innovación y el espíritu emprendedor en esta nueva economía?
-La propia economía social nació de un acto de innovación. Que un grupo de personas en el siglo XIX, en el nacimiento de la revolución industrial, decidieran organizar la actividad económica de otra manera, porque el sistema que tenían derivaba en unas condiciones de vida extraordinariamente duras: eso es innovación. Y hoy está claro que sólo desde ahí se puede afrontar una crisis tan grave y profunda como la que estamos viviendo. Las reglas del juego han cambiado y el mundo en el que vivimos es muy distinto al de hace años. La única manera de sostener un empleo digno, de calidad y a largo plazo es poniendo en marcha tu iniciativa empresarial. Y dentro de ello, las que están teniendo más éxito y mejor están aguantando, son las de economía social.
«Seguimos recibiendo a emprendedores que ponen en marcha sus proyectos y apuestan por las fórmulas jurídicas de economía social. Eso nos hace ser optimistas»
-¿Hay buenas ideas en Asturias?
-Sí, además la gente utiliza el ingenio. Pero la clave para triunfar en la empresa no es sólo tener una idea brillante sino también pensar en maneras nuevas de hacer las cosas, en mejorar algo que hace otro, ideas que puedan ser rentables y sostenibles a largo plazo.
-¿Qué sectores son los que tradicionalmente se acogen a este tipo de economía?
-Históricamente el inicio fue en el sector agrario, donde continúa teniendo una gran pujanza. Aparte de esto, el sector servicios ha crecido más que el industrial y ocupa un amplio porcentaje de la actividad empresarial.
-En todas las constituciones democráticas se recoge que la economía tiene que estar orientada al bien común, una idea que recoge la economía social. Sin embargo el sistema actual dista mucho de ese principio. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
-La Constitución Española, muy comprometida en este sentido, llega incluso a dedicar un capítulo a la economía social, diciendo que los poderes públicos están obligados a su fomento. ¿Cómo hemos llegado a una economía nada social? Es difícil de explicar, pero parece que las políticas neoliberales pretenden eliminar cualquier mecanismo de control, especialmente sobre la banca. Y si el Estado no ejerce su función, llegamos a absurdos como los que estamos viviendo: que la sociedad acabe pagando la crisis que otros han generado. Pero la ciudadanía ha llegado a un tope de aguante y veremos cómo evolucionan las cosas.
-Se precisa una vuelta a los valores, a las personas…
-Hoy en día ya son muchas las empresas que se están dando cuenta de que su principal activo son las personas. Además, en la economía social son copropietarias, lo que añade un plus de motivación a la hora de aportar su creatividad y su capacidad de trabajo. Esto explica que estas empresas puedan presumir de unos resultados por encima de la media.
Más información: www.ffes.org