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lunes 25, noviembre 2024

‘El campo actúa de colchón cuando hay crisis’. Tomasa Arce. Directora General de Desarrollo Rural y Agroalimentación

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Toda su vida profesional ha estado ligada al campo, bien ejerciendo como veterinaria, bien asumiendo cargos públicos como el de Viceconsejera de Medio Rural o Directora de Agroalimentación en el Gobierno Asturiano. Como buena conocedora del terreno, es una defensora a ultranza de dignificar el trabajo de ganaderos y agricultores, y afirma categóricamente que en el campo se vive mejor. 


La ya anunciada reforma de la PAC (Política Agraria Común) va a cambiar totalmente el panorama de ayudas procedentes de la Unión Europea. Aunque según las últimas noticias, el calendario de redacción y aplicación de esta reforma se retrasa un año, en una comunidad como la asturiana, donde el medio rural es parte básica de la economía regional, este nuevo enfoque traerá aparejados cambios notables. Si a esto se suma la consabida crisis económica y el eterno problema del despoblamiento, tenemos todos los ingredientes para una receta que necesariamente hay que replantear.
A pesar de lo desalentador del panorama, recientemente se ha hecho un trasvase importante de fondos al programa europeo Leader, para iniciativas de desarrollo rural, con especial incidencia en el sector ganadero. El Leader en Asturias tiene uno de los niveles de ejecución más altos de España, según el último examen de la UE.

-¿Qué nos traerá la anunciada reforma de la PAC? ¿Va a poner en juego la continuidad del sector?

-No podemos hablar de riesgo de desaparición por este motivo, porque el sector ya está acostumbrado a las sucesivas reformas. Es cierto que cada nueva reforma conlleva una bajada de fondos para la agricultura frente a otras políticas, y unas condiciones menos favorables en lo referente a ayudas para las ganaderías asturianas, pero ahora mismo no hay nada concluyente. Con la reciente noticia de que la reforma de la PAC se aplicará a partir del 2015, dada la falta de acuerdo sobre el presupuesto comunitario, estoy pendiente de tener más concreción al respecto. En principio, si no hay otras medidas, el próximo sería un año sin presupuesto de programa de desarrollo rural.
En Asturias nos preocupa nuestra salida como región de transición. Eso supone que van a bajar las tasas de cofinanciación con fondos europeos, y que tanto el estado español como nuestra región tengan que poner más dinero para ejecutar los programas de desarrollo rural. Eso, en tiempos de crisis, es un inconveniente serio.

«La decisión de la pervivencia en el mundo rural depende en un porcentaje altísimo de las mujeres, que son las que se están yendo. Quizá deberíamos prestarles más atención»

-Los productores de leche van a poder seguir cobrando ayudas directas, al menos en este año 2013. Indudablemente, solventará la difícil situación que atraviesa el sector pero ¿por dónde pasan las soluciones?
-El sector lácteo es tremendamente complejo, y en Asturias más, por eso trabajamos con el Ministerio para que en toda la cornisa cantábrica la ganadería se declare como sector sensible en el tema de las ayudas. Tenemos dependencia de algo que no somos capaces de controlar, que son los mercados de futuros, donde se deciden los precios de la soja y los cereales, necesarios para alimentar al ganado. Ya vivimos una ocasión en la que los precios subieron al infinito, porque hubo muchos incendios en la zona cerealícola de la Europa del Este. ¿Qué puede hacer un estado cuando los precios del mercado mundial se disparan? Pues casi nada. Nuestra región produce materia prima natural, que no cuesta y se regenera todos los años por la bondad del clima y del suelo, pero tenemos explotaciones muy minifundistas, con muy poca superficie. Aquí los latifundistas son el Principado y los ayuntamientos, más todas las figuras extrañas de la propiedad de los montes, pero el ganadero sigue teniendo una superficie media muy pequeña. No hemos sido capaces de poner a disposición de los ganaderos tierra para que puedan sembrar su maíz, rotar el cultivo, tengan superficies mecanizables…. Las explotaciones asturianas necesitan redimensionarse acompasando superficie disponible, número de cabezas y cuota producida.
-¿Qué nivel de emprendimiento hay en Asturias en proyectos ubicados en el medio rural?
-Los programas de desarrollo rural en Asturias tienen dos medidas: una, la incorporación de jóvenes y otra, la modernización de explotaciones. Y nunca damos satisfacción completa en ninguna de las dos: agotamos los fondos antes que las peticiones, lo que es síntoma de salud del sector. El campo se está moviendo y tenemos que tener muy claros cuáles son nuestros grandes problemas estructurales: de gestión de la propiedad, de una mayor implicación de las administraciones, del sector forestal, de las producciones alternativas… Tenemos que hacer un esfuerzo ahora, porque es quizá cuando más se necesita: el campo siempre actúa un poco de colchón cuando hay crisis.

«Existe esa leyenda urbana de que los agricultores o los ganaderos son siempre los menos formados. Eso es una falacia: no creo que ningún otro sector laboral sea capaz de adaptarse a los cambios de las reformas de la PAC, de una farragosidad administrativa impresionante»

-En un momento en el que volvemos a hablar de emigración en Asturias, ¿los jóvenes asturianos ven el campo como una opción laboral y vital?
-Realmente en el campo se vive mejor que en la ciudad, salvo que te falte algo que te resulte irrenunciable. Pero teniendo unas condiciones aceptables el campo te da mucha más calidad de vida que la ciudad, y eso la gente lo valora. El éxodo de jóvenes de Asturias está coincidiendo con un momento en el que ha habido un overbooking de titulaciones, la gente se ha formado mucho, y lógicamente busca trabajar en aquello en lo que se han formado. Pero hay quien ve esto tremendamente difícil y piensa que en el campo puede hacer algo que le gusta, disfrutar de la naturaleza, llevar una vida no demasiado aislada, porque se ha mejorado mucho en comunicaciones, enseñar otros valores a sus hijos… Hay muchísimos atractivos, pero tenemos que ser capaces de que quien viva ahí tenga una renta digna. Nadie viene al campo a enriquecerse, sino a conseguir ingresos para vivir.
-¿Podría revertirse esa situación de despoblamiento rural?
-Es un problema muy grande. Y en muchos casos irreversible, porque la decisión de la pervivencia depende en un porcentaje altísimo de las mujeres, que son las que se están yendo. Quizá deberíamos prestar un poco más de atención a las mujeres que se han ido recientemente, que nos cuenten qué es lo que resulta irrenunciable, porque es ahí donde tenemos que incidir.
-En muchos lugares se está haciendo un importante esfuerzo para mantener las distintas ferias y jornadas gastronómicas locales. ¿Por qué son importantes estas actividades?
-Son mucho más importantes de lo que llegamos a pensar. Siempre caemos en que es algo lúdico-folklórico, muy de Asturias, para vitalizar la villa un domingo o tres del año. Pero la repercusión que tiene en la promoción de estos productos y en la economía de los productores es fundamental, no sólo porque en esas ferias se vende sino porque se cobra en el acto y al contado, cuando ahora mismo es muy difícil bajar del umbral de los sesenta días de cobro. Precisamente en esta Consejería tenemos un proyecto para potenciar la venta local de los productos, porque no hay nada que impida legalmente que el productor venda en su casa. Lo que ocurre es que no existe una estructura, como ocurre por ejemplo en Francia, en la que todo el mundo vende lo que le sobra de su casa al almacenista.

«A la Dirección General de Ganadería acuden cada vez más personas para ver cuándo salen las ayudas y cómo pueden acceder a ellas. Si el campo estuviera tan muerto como dicen algunos, eso no ocurriría»

-¿Será el sector primario una de las claves para la creación de empleo?
-Creo que sí, porque hay oportunidades de vender los productos alimenticios que se producen en Asturias, que son de calidad, y porque el sector agroalimentario resiste mucho mejor que ningún otro en las crisis económicas. Aún así, existe esa leyenda urbana un tanto maléfica de que los agricultores o los ganaderos son siempre los menos formados. Eso es una falacia: no creo que ningún otro sector laboral en España sea capaz de adaptarse a los cambios que han supuesto las reformas de la PAC, de una farragosidad administrativa impresionante, para la que se necesita una cierta formación y mucha sabiduría acumulada. No es fácil que alguien llegue de nuevas y, con la mejor de las voluntades, compre unas vacas y se ponga a producir.
-¿Cuál va a ser la evolución del campo asturiano en los próximos años?
-Bola de cristal yo no tengo, pero al ver las estadísticas intuyo que es un sector con futuro. Tenemos un territorio muy hostil para la agricultura por sus pendientes, pero de una fertilidad extrema. Y tenemos muchísimos recursos que no estamos aprovechando: los montes, los frutos del bosque, las plantas, las setas, los recursos cinegéticos… eso se está haciendo en otros sitios, y eso es dinero. Tendremos, por tanto, que ser capaces de poner eso en valor, y tener así un campo vivo en el que hay trabajo. A pesar de toda la que está cayendo, a la Dirección General de Ganadería acuden cada vez más personas para ver cuándo salen las ayudas de modernización de explotaciones y de incorporación de jóvenes, y cómo pueden acceder a ellas. Si el campo estuviera tan muerto como dicen algunos, eso no ocurriría.

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