Junto al fotoperiodista Javier Bauluz se ganaron el nombre del ‘dúo dinámico’: siempre juntos, siempre presentes en los momentos más importantes de la huelga de la minería en 2012. Frente al silencio informativo que caracterizó aquellos días, #resistenciaminera se presenta como una recopilación de fotos y vídeos, sin comentarios ni prácticamente edición, que queda como un documento para la memoria.
El fotógrafo Javier Bauluz es un habitual de las trincheras del periodismo, y un viejo conocido de los activistas mineros en Asturias. A Marcos Martínez, en cambio, no le conocía nadie: un recién llegado de Madrid que quería meterse en un mundo con reglas propias. A fuerza de insistir lograron hacerse un hueco en el paisaje de las protestas mineras del verano pasado: 65 días de barricadas, protestas, encierros, y una Marcha Negra hasta Madrid que marcó un hito dentro de las protestas sociales. Todo esto queda reflejado en #resistenciaminera, que sirve de resumen de la que puede ser la última lucha obrera como tal.
-El verano de 2012 ha quedado ya escrito en la historia del movimiento obrero en Asturias. ¿Qué ha supuesto para ti vivir tan de cerca las protestas?
-Llegar más a la realidad, porque había un montón de conceptos que yo sólo me planteaba como anacronismos. Cosas como la conciencia de clase, algo que he entendido durante estos meses. Y otro concepto que se escuchaba mucho cuando llegamos con la Marcha Negra a Madrid era el de la lucha obrera: eso no lo había oído yo nunca, y he cubierto muchas manifestaciones. Nunca había visto esa sensación de gratitud de mucha gente, ahora que estamos en una situación de descreimiento, sobre todo con respecto a las instituciones que fueron creadas durante la época de la Transición, como partidos políticos o sindicatos. Y al final ese grupo de trabajadores se convirtió durante unos días en la esperanza de mucha gente, en un país que necesita otras referencias.
-#resistenciaminera está relacionado con otro proyecto tuyo: el documental «ReMine, el último movimiento obrero». ¿De qué manera?
-Yo soy asturiano, pero llevo veinte años en Madrid, y lo que tenía sobre el tema de la minería eran mistificaciones y simbolismos. Así que me trasladé con toda la familia a vivir a Turón, para entender todo esto, para ir más allá del estereotipo, y acercarme a ese movimiento obrero que fue creado a finales del siglo XIX, principios del XX, y que sólo queda en Asturias. En todo ese proceso me entrevisté con decenas y decenas de personas: mineros, estudiantes, prejubilados, profesores de universidad, políticos, sindicalistas… Tras varios meses me mudo a Gijón, y al poquito estalla la huelga. Era el momento perfecto para alejarnos de la teorización de las cosas, y ver la organización de este movimiento obrero de primera mano, así que estuve los 65 días que duró la protesta presente en todo aquello que tuviera relación con el conflicto.
“Con la Marcha Negra, ese grupo de trabajadores se convirtió durante unos días en la esperanza de mucha gente, en un país que necesita otras referencias”
-En el proceso de elaboración de este documental os habéis encontrado sorpresas como que hay casi más material fuera de nuestras fronteras que dentro. ¿Cómo puede ser esto?
-Hemos encontrado un montón de documentos que no se conocen aquí en Asturias, archivos documentales de otras televisiones europeas… Es triste, porque apelamos siempre a la memoria histórica, pero en Asturias tenemos probablemente el patrimonio industrial más importante de Europa en minería, con una concentración que no hay en ningún otro lugar, y todo esto se ha dejado de la mano de Dios. Ya no hablo solamente de los edificios, sino que si quieres encontrar imágenes o vídeos de otras protestas, o de la historia de la minería, tienes que acudir a gente que tiene las cosas en su casa. Nadie se ha preocupado de guardar esto para el futuro.
-¿Qué os impulsó a editar #resistenciaminera?
-En realidad surge por los propios mineros. Como Javier y yo estábamos ahí todo el día grabando, siempre alguien nos decía: a ver si me dais unas fotos, yo quiero un DVD… Entonces nos planteamos que, como los dos tenemos intereses comunes, que es poder hacer un periodismo autónomo independiente, ¿por qué no hacer algo de calidad que nos permita, a mí financiar mi película al margen de las televisiones españolas, y a Javier seguir con su Periodismo Humano? Y así fue, el libro lo hemos editado nosotros, y ya vamos por una segunda edición, y lo hemos distribuido nosotros también. Hemos ido con el coche hasta las librerías y tiendas más remotas de Asturias y de León, que esto ha sido también una aventura. Queríamos que el libro estuviera en todas partes, porque al final el concepto es mantener una memoria, un testimonio histórico, que la gente lo tenga en su casa como recuerdo de lo que ocurrió y que lo pueda enseñar a otras generaciones. Ya nos gustaría que este ejercicio se hubiera hecho en otros conflictos, no sólo mineros.
-A lo largo de estos 65 días, ¿cuál fue el momento más difícil?
-Yo creo que el momento más difícil es ahora, en este 2013. Porque la huelga se cierra en falso, bajo el anuncio de un Gobierno que dice que se va a sentar a negociar, cosa que no hace, y sobre todo bajo la presión de un grupo de trabajadores que ya no puede soportar la carga de una huelga tan larga. Pero van pasando los meses y la reunión prometida con el Gobierno no se produce, hasta el punto de que empieza este año y se suceden los Expedientes de Regulación de Empleo en la minería privada. A día de hoy la mitad de los trabajadores que estuvieron en la pasada huelga están despedidos. Lo más terrible es que el Gobierno está cerrando un estilo de vida centenario, incumpliendo los compromisos que tenía y sin dar ninguna explicación. Y además, públicamente, siempre intenta dar la sensación de estar negociando, que es la que se difunde en los medios de comunicación nacionales, para que el espectador tenga una percepción equivocada.
-¿Y qué fue lo más difícil de filmar?
-Yo diría que el principio, porque yo era un desconocido aquí en Asturias. Es un mundo cerrado, en el que hay bastante escepticismo y mucha desconfianza con la policía y los servicios secretos, así que en algún momento hubo tensiones. Pero resulta que el tercer día de la huelga yo me voy a Madrid y grabo una detención, totalmente irregular, de un minero. La difundo gratuitamente, sobre todo por ayudar a esta persona, pero esto de alguna manera me sirvió a mí de aval, me abrió puertas después.
“A día de hoy la mitad de los trabajadores que estuvieron en la pasada huelga están despedidos”
Y bueno, yo siempre he hecho un periodismo más de edición, sentado, y de repente me encuentro con un casco y una máscara para protegerme de los gases lacrimógenos. Menos mal que estoy con Javier, que es un elemento determinante, porque me va enseñando las cosas. Y al final, a base de estar todos los días, uno aprende. Pero nunca tuvimos ningún problema para rodar nada ni para entrar a ningún sitio, al contrario, Javier y yo logramos un nivel de intimidad como si tuviéramos una tarjeta VIP, pudimos entrar a cualquier sitio sin ningún impedimento.
-¿Cómo os hacéis con la información para estar en el lugar y en el momento oportuno?
-Esto es la perseverancia. Al final ellos recompensan el trabajo, porque te ven que estás todo el día ahí, y además que eres ajeno a la corriente de ese momento, que es el silencio informativo, porque apenas salen noticias sobre la minería durante todo el conflicto. Nosotros llegamos a formar parte del entorno, a convertirnos casi en un elemento más del decorado, y pudimos acceder a todo porque ellos contaban con la seguridad de que no íbamos a traicionarles, ni a delatarles, ni a publicar algo que no se pudiera publicar.
-Las imágenes de los enfrentamientos son muy duras ¿Hubo algún problema con la policía para hacer vuestro trabajo?
-Ninguno. En Madrid hay más problemas, pero aquí ni con la Policía Nacional, ni con los GRS, ni con la Guardia Civil, que es con la que más hemos coincidido. Incluso muchas veces nos daban facilidades. También influye si tú vas a un sitio como profesional, y sabes que informativamente hay cosas que no tienen interés, como es la cara de un policía o la cara de un minero. Creo que, dentro de ese formar parte del decorado que decía, al final le pasaba también a la Guardia Civil, que nos dejaba hacer.
-¿Con qué lección te quedas de esta experiencia?
-Yo he aprendido muchísimo, seguramente es la experiencia más enriquecedora que he tenido. He entendido que hay otra forma de hacer las cosas. Yo siempre digo que para contar una historia hay que quererla, entenderla y luego juzgarla, pero los periodistas tenemos el defecto de que solemos hacerlo al revés: primero juzgamos y a partir de ahí intentamos entender. Pero nunca nos planteamos querer las cosas. Y esto me ha reforzado en la idea de que las cosas hay que hacerlas desde el afecto, aunque sea algo que al principio te parezca malo, hay que intentar empatizar y no juzgar hasta que tengas elementos suficientes. Creo que es la forma de trabajar, por lo menos en un tema como éste.
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