La mala situación económica no sólo afecta a los bolsillos, también lo hace a la salud. Desde que empezó la crisis el bienestar físico y mental de los ciudadanos ha empeorado. Según datos de la última Encuesta de Salud Asturias 2012, uno de cada cinco asturianos tiene riesgo de presentar problemas de salud mental. Mientras, las autoridades sanitarias alertan del elevado consumo de fármacos tranquilizantes y antidepresivos.
El aumento del desempleo, el incremento de la pobreza y los recortes en el gasto público que se vienen padeciendo desde el inicio de la crisis, han provocado un deterioro importante de la salud de los ciudadanos. Las cifras ponen de manifiesto que las personas que sufren una situación de desempleo, recortes en sus ingresos, temor al desahucio, endeudamiento e incertidumbre o conflictos familiares, presentan un riesgo significativamente mayor de padecer algún tipo de problema de salud mental (principalmente depresión, trastornos de abuso de alcohol o suicidio), que el resto de la población.
Según datos de Sanidad, a lo largo del pasado año diez de cada mil personas mayores de 15 años y catorce de cada mil menores de 14, fueron atendidos por primera vez en las consultas especializadas de salud mental del Principado. Ha aumentado el número de patologías relacionadas con situaciones de estrés y depresión, y también el consumo de ansiolíticos. Según la Encuesta de Salud, por cada 1.000 habitantes/año se consumen 3.890 dosis diarias de antipsicóticos, 29.600 dosis de tranquilizantes, 8.355 de ansiolíticos y 25.000 de antidepresivos. La utilización de hipnosedantes (ansiolíticos, tranquilizantes y pastillas para dormir) en el Principado está dos puntos por encima de la media nacional, según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas 2011/12 realizada en Asturias, y viene en aumento desde 2009. El Principado gasta 8,5 millones de euros al año sólo en este tipo de fármacos.
El aumento del desempleo, el incremento de la pobreza y los recortes en el gasto público que se vienen padeciendo desde el inicio de la crisis, han provocado un deterioro importante de la salud de los ciudadanos.
Los más vulnerables
El patrón se repite una y otra vez en las consultas de los médicos de familia, los primeros a los que acuden los pacientes. Así lo confirma el presidente del Sindicato de Médicos del Principado de Asturias (SIMPA), Javier Alberdi: «Ha aumentado mucho el malestar psíquico y eso, unido a la excesiva medicalización que existe en la sociedad, hace que los casos que llegan a nuestras consultas no sean uno ni dos, sino muchos. Compañeros que trabajan en zonas deprimidas de Asturias, con un importante índice de paro, comentan que llega gente quejándose de que no se encuentra bien, no les duele nada pero están tristes, deprimidos. ¿Qué le das a esa persona? ¿Cómo le explicas que lo que necesita es un trabajo, porque cuando lo tenía no aparecía por la consulta y ahora está cada dos días allí? No son casos de patologías orgánicas, sino que derivan de un problema social que afecta a su salud mental». En el 60% de los casos es el médico de familia quien receta estos fármacos -según un estudio de la OCU- y se reducen en un 30% los prescritos por los especialistas.
A la situación de los desempleados se suma también la de un sector cada vez más numeroso de trabajadores que conservan su puesto de trabajo pero que también sufren estrés y ansiedad. El miedo a perder el empleo puede ser en ocasiones peor que perderlo, advierte la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), que señala además que uno de cada cuatro trabajadores sufre desgaste laboral y estrés. La ansiedad que vive el trabajador ‘quemado’, unido a la incertidumbre y a la precariedad laboral, es algo que no afecta a todos por igual. «No es lo mismo disponer de un trabajo fijo que eventual, bien pagado o no, con o sin derechos laborales, adecuado o no a la cualificación profesional. Cada persona responde a su manera ante una misma situación. Las principales reacciones son la ansiedad, taquicardias, alteraciones del sistema inmunológico o endocrino, cambios conducturales, absentismo o adicciones. Al final, las cuestiones psicológicas acaban afectando físicamente», advierten desde AEN.
El riesgo de mala salud mental se incrementa de manera decisiva en las mujeres, especialmente las mayores de 64 años, mientras que en el caso de los hombres el porcentaje se eleva en edades más intermedias -30/43 años de edad-. No obstante, el sector de población más vulnerable a estos padecimientos es el de la tercera edad. Personas que empiezan a no sentirse útiles, necesarias o queridas, pero que además y como consecuencia de la crisis, ven como se han recortado sus pensiones, tienen que hacer frente al copago sanitario o se han quedado sin prestación. Circunstancias para muchos insostenibles y de gran sufrimiento, que terminan en ocasiones en suicidio. Ancianos que se quitan la vida para no ser una carga para su familia, porque iban a ser desahuciados, o porque no querían seguir padeciendo las dificultades económicas… son algunos de los casos que conocemos a través de los periódicos pero hay muchos otros que no salen a la luz. La Organización Mundial de la Salud alerta del incremento en más de un 30% del número de suicidios entre los ancianos. El problema es complejo, advierten especialistas de Medicina de Familia y Comunitaria ya que «la crisis afecta a la persona en todas las dimensiones: desde las más básicas, cuando uno no tiene que comer, a las más elevadas, cuando se deja de creer en el sistema. Por eso, detectar cuanto antes los síntomas y aplicar la terapia adecuada se convierte en crucial».
El riesgo de mala salud mental se incrementa de manera sustancial en el caso de las mujeres, especialmente las mayores de 64 años.
Paradoja social
Y aquí llegamos a la gran paradoja. A medida que crece el desempleo, fallan las redes de protección social, se reducen los ahorros, los fondos de pensiones y el gasto en salud. Aumenta también la ansiedad en la población, y cuando los datos apuntan a que es más necesario fortalecer la red de asistencia de salud mental, debido al incremento de patologías relacionadas con la crisis, se utiliza la excusa de la crisis para realizar recortes dirigidos a aminorar los servicios de atención psicológica. A más necesidad, menor cobertura. Así lo evidencia el informe «Análisis del presupuesto sanitario 2013. Desmontando a la sanidad pública» realizado por la Federación de Sanidad de CCOO, que denuncia que en todas las comunidades autónomas el presupuesto sanitario destinado para 2013 ha sido el más bajo de los últimos cinco años. Tendencia que se mantiene en los presupuestos generales presentados para el próximo año, donde la partida destinada al Ministerio de Sanidad sufre un recorte del 35,6%. Sin embargo, a largo plazo estos recortes suponen más coste económico, advierten los profesionales de la salud.
Ha aumentado el número de patologías relacionadas con situaciones de estrés y depresión, y también el consumo de ansiolíticos.
Plan de Salud Mental del Principado
La Consejería de Sanidad prepara un Plan de Salud Mental para el periodo 2013-2017, que pretende reforzar la atención a los trastornos psíquicos más graves, como la depresión, el suicidio y los referidos a salud mental infanto-juvenil, entre otros.
La Dirección General de Salud Pública impulsa la redacción de este documento, en el que trabaja la Unidad de Coordinación de Salud Mental del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa), bajo la coordinación del actual director de Servicios Sanitarios, José María Fernández.
La elaboración del plan cuenta también con la participación de profesionales sanitarios, asociaciones de familiares de enfermos y técnicos de medicina preventiva, salud pública y epidemiología.
Los principales objetivos del documento son impulsar la consideración del paciente y el ciudadano como centro del sistema; reducir la carga de medicalización de la enfermedad mental desde un enfoque comunitario de la atención a la enfermedad, y potenciar la aplicación en la práctica clínica de las prestaciones más adecuadas para el tratamiento de los trastornos mentales, entre otros aspectos.
La elaboración del plan toma como punto de referencia la evaluación de la atención a la salud mental que se realizó en Asturias entre 2009 y 2011, una experiencia pionera y muy valorada.