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domingo 24, noviembre 2024

I+D: o se mueve o se muere

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Es un momento delicado para la ciencia. Los recortes hacen mella en laboratorios, proyectos e investigadores que se quedan sin recursos para continuar sus líneas de trabajo, o directamente abandonan el país. En Asturias la situación es crítica. Hacen falta medidas urgentes porque lo que no se mueve, se paraliza… y muere.
Un nuevo sistema de LEDs permitirá obtener más luz en nuestros hogares con menos coste energético. Una finísima membrana de teflón reduce el peso de una chaqueta, aportando impermeabilidad y transpirabilidad al mismo tiempo. Gracias a los auriculares Bluetooth se puede escuchar música sin molestos cables por el medio. Nuestra vida cotidiana está unida a los avances tecnológicos. Pero ¿qué visión tiene el ciudadano de ellos?

La ciencia en la calle

La imagen que tenemos sobre la ciencia ha mejorado en los últimos dos años. La última encuesta que bianualmente realiza la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) confirma que un 59,7% de los ciudadanos consideran que la ciencia y la tecnología tienen más beneficios que perjuicios. Esto supone un incremento del 12,2% respecto a 2012. Pero aún va más allá: las profesiones o actividades científicas son las segundas más valoradas, sólo por detrás de los médicos. La información científica interesa y además se busca. Un 72,1% lo hace a través de la televisión, un 56.7% usa internet, un 31% la radio y el 28,9% lee la prensa diaria de pago.

«Para que Asturias retome todo el trabajo en investigación que se ha perdido se necesita una apuesta pública, estable y coherente con las necesidades reales desde ya» (Soraya Calvo, investigadora).

Imaginemos que podemos decidir dónde invertir el dinero público, ¿en qué partidas se incrementaría el gasto? Ciencia y tecnología ocuparían el sexto lugar -según datos de esta encuesta-, precedido de sanidad, educación, pensiones, desempleo y vivienda, por este orden. Y ante la pregunta de si se estaría dispuesto a incorporar la ciencia entre sus donaciones desinteresadas de dinero, un 29% responde afirmativamente, mientras que un 35,7% estaría dispuesto pero no sabe cómo hacerlo. «Los ciudadanos cada vez son más conscientes de que la ciencia es lo que permite que una sociedad avance, por eso es necesario apoyar y promover la divulgación de la ciencia y el incremento de la cultura científica», asegura Ángeles Álvarez, directora de la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología (FICYT).

La I+D no es un artículo de lujo

De los recortes no se libra nadie y la ciencia no es una excepción. Aunque para muchos ésta podría ser un salvavidas de la crisis, la realidad es bien distinta. Mientras países de nuestro entorno se esfuerzan en aumentar la inversión en Ciencia y Tecnología, España recorta. La representante del alumnado de Doctorado de la Universidad de Oviedo, Soraya Calvo cree que «para una sociedad preocupada por un futuro sostenible que sea próspero sociocultural y económicamente, con posibilidades de reconversión empresarial e industrial, y que implique a todas las personas y su bienestar, la investigación no sólo no es un lujo sino algo imprescindible. Si recortamos financiación para investigación en un momento de crisis, como ha pasado en España, eso pasará de ser un hándicap pasajero a convertirse en problema de base perpetuado por unas políticas del ahorro mal orientadas. Porque para que la sociedad crezca necesitamos poner unas bases estructurales fuertes y construidas sobre el pilar del conocimiento. Construir sobre riquezas por naturaleza inestables -turismo, construcción- es hacerlo sobre un suelo lleno de grietas». Invertir en investigación sería una forma de cambiar el modelo económico para lidiar la crisis.

Cómo afectan los recortes a los investigadores asturianos

Los recortes en investigación están causando un éxodo de científicos en España, como denuncian los propios investigadores. En los últimos años profesionales muy cualificados han abandonado el país en busca de mejores oportunidades. En Asturias, como en el resto de España, la situación es crítica.
«A pesar de tener condiciones que nos permiten acceder a espacios culturales, naturales y sociales de relevancia significativa, las políticas económicas que se han puesto en marcha en los últimos años desde el Principado han derivado en la desaparición p científicos en laboratorio aulatina de diferentes organizaciones dedicadas al I+D+i», sostiene la investigadora Soraya Calvo. «Hace poco escuchábamos hablar del ERE en el European Centre for Soft Computing (Mieres), o de la situación que vive la Fundación ITMA. No olvidamos tampoco el ‘Stephen Hawking’ de Langreo, un centro de referencia estatal para la investigación y el tratamiento de personas con graves discapacidades neurológicas, cuya finalización fue prevista para el 2011 pero que en la actualidad todavía no ha abierto sus puertas. Por otro lado, no ha sido publicada la convocatoria para el año 2015 de los contratos predoctorales ‘Severo Ochoa’ que gestiona FICYT y han desaparecido las ayudas predoctorales que hasta hace unos años convocaba la Universidad de Oviedo, que junto a los retrasos que van acumulando los programas FPU y FPI dependientes del Ministerio de Educación han llevado a muchas personas a descartar y/o abandonar la carrera investigadora por falta de recursos y, evidentemente, ilusión. Para que Asturias retome todo el trabajo en investigación que se ha perdido se necesita una apuesta pública, estable y coherente con las necesidades reales desde ya», continúa Calvo.

Proyectos punteros con sello asturiano

A pesar de este panorama hostil se ve con frecuencia en distintos medios de comunicación a investigadores asturianos reconocidos nacional e internacionalmente por sus proyectos. «En efecto -apunta la directora del FICYT- en Asturias tenemos investigadores de gran nivel y muy competitivos internacionalmente. En la mayor parte de los casos es gracias al esfuerzo personal de sus miembros. No podemos hablar de un área específica, pero existen muy buenos resultados en temas de salud, materiales, energía…». Soraya Calvo destaca la labor de varios compañeros. Por ejemplo, el Instituto Tecnológico de Massachusetts acaba de premiar por sus investigaciones a Miguel Luengo y a Leticia Fernández Velasco, ambos de Asturias pero actualmente él en Madrid y ella en Bruselas. Los integrantes del Servicio de Metabolismo Óseo y Mineral del HUCA recibieron en el año 2014 un premio por el mejor trabajo publicado por nefrólogos españoles. Pablo Rodríguez, de Telefónica, se hizo el año pasado con los galardones otorgados por el Institute for Electrical and Electronics Engineers (IEEE) y la Association for Computing Machinery (ACM), dos de las organizaciones de ciencia y tecnología más importantes del mundo.

«Tenemos investigadores de gran nivel y muy competitivos internacionalmente. Existen muy buenos resultados en áreas como salud, materiales, energía» (Ángeles Álvarez, directora de FICYT)

Carlos López-Otín (nacido en Huesca pero adoptado por Oviedo) y su grupo, son un referente clave en bioquímica en el mundo entero. «Y muchas más personas que dedican su vida a la investigación y solucionan problemas día tras día en todas las partes del mundo… porque si por algo nos caracterizamos los investigadores de Asturias es por esa necesidad de tener que salir de nuestra ‘casa’ para poder ejercer nuestro trabajo. Las posibilidades de trabajar en una investigación estable y digna aquí son muy escasas».
Dentro de este claro reconocimiento a los investigadores asturianos, hace un año la UE eligió precisamente a FICYT para coordinar investigaciones oncológicas con otros países, poniendo el énfasis en la investigación empresarial. ¿Cómo está resultando esta experiencia? «A pesar de que un año es muy poco tiempo en investigación (y más cuando hablamos de cooperación internacional), desde Asturias ya hay una empresa que forma parte de un consorcio con otros seis socios de cinco países (Francia, España, Alemania, Grecia e Italia) que participará en un proyecto de 1.230.000 € cofinanciado por la Comisión Europea en el marco del Programa Horizonte 2020 en relación con las mejoras en la prevención y resistencia a los tratamientos en la leucemia linfocítica crónica», señala la directora de la Fundación.

¿Crowfunding científico?

La necesidad agudiza el ingenio, y si no hay posibilidad de acceder a convocatorias públicas se buscan otras vías: si el crowdfunding o micromecenazgo se está utilizando para financiar proyectos sociales, culturales o artísticos ¿por qué no en proyectos de investigación? En el ámbito europeo, cuarenta y cinco plataformas de crowdfunding consiguieron recolectar en 2014 cerca de diez millones de euros para estos fines. Es una opción que cuenta con defensores y detractores. Para unos se trata de una forma de impulsar la ciencia y dinamizar la investigación. Se financian proyectos pequeños, que se ven obligados a comunicar muy bien sus objetivos para convencer a los ciudadanos de que participen económicamente. Para la directora de FICYT, es una fórmula que avanza ante la escasez de recursos públicos: «En la actualidad hay plataformas de crowdfunding que evalúan la calidad científica de los proyectos antes de publicarlos para su financiación. No obstante no parece que haya la misma respuesta social a proyectos de salud o medioambientales que a proyectos de electrónica. No me parece mal que los investigadores busquen financiación para sus proyectos pero sí que no todos los proyectos de investigación de calidad puedan ser financiados en nuestro sistema ciencia-tecnología-innovación».

Hay un claro reconocimiento internacional a los investigadores asturianos. Una muestra es que hace un año la UE eligió a la fundación asturiana FICYT para coordinar investigaciones oncológicas con otros países.

Las voces críticas señalan que las entidades privadas atienden principalmente a la rentabilidad, mientras que el sector público está obligado a cumplir con su función de servicio ciudadano, fomentando la investigación y el estudio.
A finales del pasado año, veintiocho prestigiosos científicos españoles e internacionales, entre los que se encontraba la bioquímica asturiana Margarita Salas, firmaron una carta abierta en la que manifestaban su preocupación por los recortes en la financiación pública de la ciencia en nuestro país durante estos últimos años. «Se corre el grave riesgo de hacer salir a España del grupo de países avanzados científicamente, al que con tanto esfuerzo nos estamos incorporando». Sostienen además que la inversión necesaria no es tan costosa: «El relativamente pequeño volumen de fondos requerido frente al total del Producto Nacional Bruto Español hace improbable que esta financiación pueda interferir de forma importante con las obligaciones de restricción de gasto público y las acciones encaminadas a la recuperación económica», concluían los firmantes.

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