Ayudar a crear nuevos lectores, batallar contra la piratería, ensalzar los valores que encierra la lectura… Los libros tienen muchos frentes abiertos. En el caso de este gremio, velar por el negocio es a la vez defender la cultura de toda la sociedad. Al frente de la asociación que los unifica se encuentra, desde hace pocos meses, Leonardo Prado.
-Argentino, pero afincado en Asturias desde hace años, ¿verdad?
-Sí, yo nací en Buenos Aires porque mi padre y mis abuelos emigraron allí, pero toda la familia regresó en el año 1990. Antes del corralito mi padre ya se había cansado de aquello. Teníamos una hiperinflacción brutal, recuerdo que al cabo del día subían tres o cuatro veces los precios. Yo tendría unos diecisiete años.
-Recientemente ha sido nombrado presidente de la Asociación de Libreros de Oviedo, sustituyendo a Luis Martín. ¿Fue una sorpresa o de alguna manera ya lo esperaba?
-La verdad es que fue una sorpresa, porque ni lo pretendía, ni quería, ni nada. Pero entiendo que era necesario porque alguien tiene que hacerse cargo de la presidencia de la Asociación. Luis llevaba muchos años, ocho como presidente pero veintitrés colaborando, así que lo natural era hacer el relevo porque estos cargos implican mucha responsabilidad y tiempo, que a veces tienes que restar del que le debes dedicar a tu propio negocio.
-¿Cómo afronta esta nueva etapa?
-Lo asumo con la mayor ilusión del mundo pero sabiendo que hay que intentar por lo menos hacerlo tan bien como la anterior junta. Trataremos de mejorar lo que se pueda y no tocaremos lo que no hace falta tocar. Hay muchas cosas bien hechas, por lo que intentaremos hacer otras diferentes, diversificar, dinamizar, modernizar si es posible. Intentaremos llegar a un consenso con todas las partes, para que todo el mundo que tenga algo que aportar pueda hacerlo.
«Al final de lo que más se aprende es de la lectura. En los libros está todo»
-¿Cuál es el momento del libro en Oviedo, ciudad tradicionalmente lectora?
-Sí, Oviedo es una ciudad culta y lectora por tradición, pero el mundo del libro está pasando por un mal momento. Está claro que si la gente pudiera compraría más libros, pero es más complicado que todo eso, porque a la crisis económica a nivel mundial, tenemos que sumar una crisis coyuntural del sector del libro, que viene dada por las nuevas tecnologías, por la piratería, por la falta de respeto a la propiedad intelectual y a los derechos de autor. Primero afectó al mundo del disco, luego al del cine y ahora a nosotros. Las descargas ilegales están haciendo mucho daño al sector.
-¿El libro digital ha llegado para quedarse o es pasajero?
-Hay datos, en este caso de Estados Unidos, que dicen que el libro digital está remitiendo porque la gente está volviendo al papel. Muchos amantes de los libros realmente prefieren leer en el soporte clásico, el papel de toda la vida. Personalmente creo que no hay nada comparable a coger un libro, tocarlo, percibir el olor, el tacto, la encuadernación… Mil cosas que un libro digital no puede aportar. Es cierto que el libro digital tiene sus ventajas, por ejemplo, si te vas de viaje puedes llevarte muchos y no pesan ni ocupan, pero para mí el libro no deja de ser una tecnología más barata, sin necesidad de corriente y que si se cae no se estropea.
-Los recortes han afectado a las bibliotecas, reduciendo sus presupuestos de compra a mínimos. ¿Cuáles van a ser las consecuencias de esta política?
-Es lo peor que pudo haber pasado, porque es muy importante que las bibliotecas estén bien dotadas. Empezando por la sección para niños, porque si queremos que sean adultos lectores tenemos que empezar por lograr que sean niños lectores. Y la biblioteca es la cantera.
Yo siempre pongo de ejemplo a la biblioteca del Fontán, porque es una de las que más rotación de libros tiene de Asturias, e incluso diría de España. No hay más que darse una vuelta y ver la cantidad de libros que se mueven a lo largo del día. Hacemos mal si recortamos el presupuesto para comprar.
-Aún con crisis económica ¿cree que los gobiernos podrían hacer más para sostener valores como el de la lectura?
-Sí, claro, por supuesto. Primero, se podría motivar más a los niños desde pequeños. Hay otros países, como Finlandia, donde el índice de lectura es mucho más elevado. Cierto es que debido al factor climatológico a veces no se puede hacer mucho más que estar en casa y leer, pero aún así, y teniendo en cuenta que también existen los videojuegos, los ordenadores y la televisión, ellos tienen una media superior a la nuestra. Eso quiere decir que algo están haciendo mejor que nosotros para motivarlos. Al final de lo que más se aprende es de la lectura. En los libros está todo.
«A la crisis económica, tenemos que sumar una crisis coyuntural del sector del libro, que viene dada por las nuevas tecnologías»
-¿Cuándo daño hace la piratería? ¿Siguen las instituciones pasando de puntillas por este tema?
-Por supuesto y sobre todo en España. Aquí los políticos miran hacia otro lado y no acabo de entender muy bien por qué. En otros países, Francia y Alemania por ejemplo, la piratería se persigue y se castiga. Se llega incluso a cortar la conexión a los reincidentes, multas aparte. Creo que deberían centrarse ya, no perder ni un minuto más. Hay gente que está perdiendo hasta la motivación para escribir. Es necesario empezar a valorar el trabajo de los escritores, porque son personas que, como todas, tienen un trabajo y dedican parte de su vida a él. No puede ser que un escritor publique una novela histórica, que se pase cuatro o cinco años investigando, más otro escribiendo y que nadie lo valore. Todo tiene su precio, el trabajo y el tiempo.
-Hay muchas formas de vender libros: grandes superficies, mercados alternativos, tiendas on-line… ¿Qué ofrecen las librerías independientes al lector?
-A diferencia de las grandes superficies o de las grandes plataformas, nosotros podemos ofrecer una atención más personalizada, mantener un contacto directo con ese cliente que viene todos los días a hablar de literatura, conocer sus costumbres, poder recomendar algo de primera mano y en el momento. Esa cercanía, esa calidez nos diferencia. En una gran superficie, lo mismo te venden libros que zapatos.
-En estos años han cerrado algunas librerías, mientras que otras han optado por reinventarse y ofrecer otras actividades, como exposiciones de arte, café, etc. Usted ha vivido en directo esa experiencia, con la Librería Santa Teresa. ¿Por dónde pasa el futuro de estos establecimientos?
-Cuando nosotros abrimos esta segunda Santa Teresa lo que pensamos fue que teníamos que dar un giro. Las librerías tradicionales están teniendo demasiadas dificultades para salir adelante, así que había que ofrecer un plus con otro tipo de servicios. Así que abrimos una librería café, combinada con una pequeña galería para poder exponer obras de autores asturianos y una zona para niños. Nuestra idea ha sido crear un espacio cultural dinámico donde se puedan celebrar charlas, tertulias, presentaciones, conciertos, talleres. Actividades diferentes y apetecibles. Y a la vez, simplemente un lugar donde puedas tomarte un café y ojear un libro.