El concejo de Jovellanos es el municipio de mayor concentracion industrial de la región. En su territorio alberga zonas empresariales de un tamaño sorprendente como Roces y Porceyo que con 1,7 millones de metros cuadrados es la mayor de Asturias y otras, que proyectadas para un futuro a medio y largo plazo, incrementarán enormemente el suelo industrial.
Gijón inició el proceso de industrialización de la ciudad a finales del siglo XVIII. Albergar uno de los principales puertos de la región fue una baza de gran importancia en su desarrollo, y facilitó en épocas posteriores el proceso productivo del carbón que embarcaba en la ciudad tras llegar a través de la línea férrea.
A pesar de las notables diferencias con épocas pretéritas, la localización del Musel y los astilleros, así como Arcelor, han ejercido -y siguen haciéndolo- una favorable influencia que ha contribuido a que buena parte del peso industrial del concejo se oriente hacia el oeste y suroeste de la ciudad. Precisamente esta zona de influencia será una de las grandes beneficiadas ante la esperada obra, largamente demandada, de accesos al Musel que se iniciará en diciembre de 2017 con la ejecución del tramo que enlaza Lloreda hasta el semienlace de Veriña, transformando 3,46 kilómetros de la actual carretera AS-19 en autovía.
Estamos hablando de grandes zonas como Roces y Porceyo, Tremañes, La Calzada, Somonte… y en este entramado empresarial destacan áreas de reciente factura como La Lloreda -que en Tremañes cuenta con diez empresas instaladas-, o en el Valle de San Andrés de los Tacones, la Zalia, que según las previsiones más optimistas apunta a convertirse en un destacado centro logístico.
Pero al igual que estos son nombres de reconocida importancia no lo son menos otras zonas industriales como el Parque Científico-Tecnológico, en la zona oriental, y que se halla enmarcado en la llamada Milla del Conocimiento junto con el Botánico, la Universidad y el Hospital de Cabueñes.
En el Parque Tecnológico se hallan algunos de los espacios destacados que el Centro Municipal de Empresas de Gijón ofrece para la instalación y creación de empresas: el Centro Tecnológico, el Edificio Asturias y el Intra, con oficinas, laboratorios y salas de reuniones. Y a estos centros se suman las iniciativas existentes en otras áreas, como Mora Garay y Roces que disponen de naves en alquiler y centro de servicios o el edificio Cristasa en La Calzada, un espacio cowork. La red municipal de apoyo al empresario emprendedor a través de hoteles de empresas, gestión del suelo industrial, creación de naves industriales en alquiler, o apoyo en la gestión de ayudas municipales sigue creciendo. Entre las próximas acciones se encuentra la construcción de cinco naves industriales en el polígono de Los Campones-Tremañes.
Polígono Industrial de Somonte. Moderno y eficiente
Las buenas comunicaciones facilitan el éxito de esta zona industrial cuyos inicios se remontan al año 1990 debido a la demanda de un grupo de empresarios al Ayuntamiento de Gijón.
En realidad pasaron tres años más antes de que las primeras empresas pudieran conformar un área empresarial en el Valle del río Pinzales, en las cercanías de Arcelor. Fueron trece empresas pertenecientes a FEMETAL las que dieron lugar a Somonte I, una primera fase de 460.100 m² de los cuales 227.159 correspondían a superficie útil. Casi una década después nace la segunda fase del área industrial también ubicada en la parroquia de Cenero con una superficie total de 200.987m². La creciente demanda de suelo propició una tercera fase, facilitada por la operación Somonte Alto en el Plan General de Ordenación Urbana y que actualmente alberga a varias empresas.
Con las tres fases en marcha Somonte se ha consolidado como un activo núcleo industrial y actualmente goza de todo tipo de servicios, la mayor parte de promoción municipal, como las tareas de limpieza y mantenimiento del polígono. El Consistorio mantiene una estrecha coordinación con los empresarios que trasladan las necesidades básicas.
Con las tres fases en marcha Somonte se ha consolidado como un activo núcleo industrial.
Las amplias calles del polígono atestiguan una buena planificación urbanística y dan solución a las necesidades de aparcamiento facilitando el día a día en el área. Los trabajadores que la frecuentan también pueden acceder a su lugar de trabajo a través de las comunicaciones por tren y autobús, ya que el polígono dispone de una parada de bús urbano y un apeadero de tren.
Al polígono de Somonte se accede a través de la ronda de Tremañes y una demanda histórica de los usuarios del área es la mejora en los accesos por carretera, algo que de realizarse requeriría de una gran inversión y que no está previsto para un futuro cercano. Como aseguran desde la Asociación de Empresarios «no son momentos para grandes inversiones», así que las grandes reivindicaciones tendrán que esperar mientras se sigue dando solución a otras cuestiones menores.
Entre las cuestiones que no pueden esperar y que preocupan tanto a empresarios como a vecinos de localidades cercanas como Tremañes y Porceyo están los altos niveles de contaminación que genera una de las factorías instaladas en el polígono, una fundición de aluminio, a la que exigen que «cumpla con la normativa medioambiental».
Polígonos de Mora Garay y Balagón. Dinamismo empresarial
Ambos polígonos, vecinos y situados en Gijón, concretamente en Tremañes, comenzaron su andadura empresarial en el año 1.987 y aunque su expansión se ha visto limitada por un lado por la autopista y por otro por las vías de FEVE, esto no ha impedido que se conviertan en polígonos de referencia.
Tras estos años de crisis hay muchas naves que han cesado su actividad pero el nivel de ocupación sigue siendo alto entre las pequeñas y medianas empresas que conforman los polígonos de Mora Garay y Balagón. Ángel Breijo, Presidente de la Asociación de Empresarios Asembagal, colectivo que aglutina a empresarios de ambas áreas, asegura que «ahora mismo, lo único que se necesita es tener trabajo y cobrar lo que se trabaje. Las empresas están aguantando pero la gente no invierte porque, tal y como está la situación política en nuestro país, nadie se arriesga».
Si pasamos al tema de reivindicaciones, existe una queja que desde la Asociación mantienen desde hace años: la construcción de un apeadero en la línea de tren para que los usuarios de Mora Garay puedan apearse por el lado izquierdo y no tengan que cruzar las vías con el riesgo que ello supone. «El Ayuntamiento, para autorizar esta obra, depende de FEVE y ahí estamos parados –comenta Ángel Breijo-. Por otro lado tenemos también pendiente el enlace con la Avenida de Portugal porque cuando llegó la hora de hacer el proyecto nos encontramos con unas vías de FEVE y tampoco pudimos ponerlo en marcha. Ahora estamos pendientes de la decisión de tirar un puente que protege la catenaria; una vez que lo hagan haremos una salida que permita acceder a la Avenida de Moreda. El Ayuntamiento nos dice que sí a todo pero luego dependemos de Adif y ahí no sabes quién manda ni con quien te tienes que sentar a hablar».
Otra de las iniciativas que se plantea la Asociación para un futuro próximo es la instalación de un sistema de videovigilancia que permita reducir el número de incidencias en ambos polígonos. «Estamos estudiando varios polígonos que lo tienen instalado y también el tema de subvenciones –comenta Ángel Breijo-. Es mucho lo que hay que invertir y no queremos meternos en proyectos de esta envergadura si no tenemos el dinero asegurado. El año que viene podríamos tener todo instalado pero dependerá de conseguir la financiación. El Idepa nos ofreció el 70% pero también estamos viendo cuándo, cómo y de qué manera se paga para no tener ningún tipo de problema».
A pesar de la crisis que ha golpeado duramente al sector empresarial asturiano, las naves municipales situadas en el polígono, que funcionan a modo de vivero de empresas, están completas. Estas naves, que se pudieron construir gracias a la financiación de la Unión Europea en un 75%, ocupan un total de 2.713 metros cuadrados y están equipadas con oficinas, aseos y vestuarios.
Entre los diferentes proyectos que se desarrollan con base en Mora Garay se encuentra también un proyecto de identificación de redes de cooperación que impulsa la Federación de Polígonos Industriales. El proyecto piloto permitirá la creación de un mapa empresarial y un catálogo virtual de los productos y servicios del polígono así como la creación de grupos de interés y la realización de acciones conjuntas entre empresas.
Polígonos de Bankunión. La solidez encara el futuro
Nacidas al amparo de la Unión Industrial Bancaria hace poco más de medio siglo, las dos fases del polígono Bankunión han seguido caminos diferenciados, en lo que a estructura y gestión se refiere.
Bankunión I comparte el desarrollo de su área industrial con zonas urbanas de bloques de viviendas, así como de vivienda unifamiliar, lo que conlleva un peculiar desarrollo de la actividad empresarial. Está recepcionado por el Ayuntamiento, que se encarga de prestar íntegramente los servicios necesarios como pueden ser la limpieza o la iluminación.
Por su parte, Bankunión II nació de la experiencia de su antecesor y eso se aprecia en su estructura de calles anchas, cantidad de aparcamientos, espacios diáfanos, gran tamaño en las parcelas y en el polígono en general, que es el más grande de Gijón mientras no se finalice la construcción del de La Lloreda.
Ricardo Sánchez, administrador de la Asociación de Empresarios indica que entre las empresas instaladas «destacan las dedicadas al sector del metal. También hay banca con una oficina de Liberbank, gasolinera y empresas de restauración. Y actualmente hay cierta demanda de naves».
Entre las ventajas de Bankunión II la más reseñable es la cercanía al centro urbano de Gijón, ciudad de la que dista tres kilómetros. «Estructuralmente estamos bien comunicados con Gijón y satisfechos con el funcionamiento del transporte público, porque tenemos autobús con el centro cada media hora –señala Sánchez-. Por otro lado, la ronda exterior está a cien metros y nos comunica con todos los sitios».
El área es, desde sus inicios, de propiedad privada y la gestiona la Asociación de Empresarios, que actúa a modo de Entidad de Conservación, lo cual permite mucha agilidad a la hora de tomar decisiones. El colectivo -al que pertenecen los ciento diez empresarios aquí instalados- da servicio privado a todo el polígono tanto en la señalización, el mantenimiento de zonas verdes o la recogida de residuos. En sus manos radica la evolución de los servicios que prestan a los propietarios y que declaran tener íntegramente cubiertos. Desde el wifi a la videovigilancia.
De 2007 a 2009 se procedió a cerrar el perímetro del polígono Bankunión II, lo que requirió un importante desarrollo profesional, técnico y económico por las dificultades que presentaba. La colaboración económica del IDEPA fue fundamental en el proyecto. Para completar el sistema de vigilancia privada que ya podía controlar las salidas de este recinto cerrado, entre 2010 y 2012 se instaló un circuito cerrado de televisión con cuarenta y cinco cámaras que ha permitido al polígono posicionarse como uno de los que poseen mejor control y seguridad. Un año después de la finalización de este proyecto, se construyeron nuevas oficinas para la Asociación y una sala de formación dotada de las últimas tecnologías, que permiten impartir cursos a los trabajadores del Polígono, que actualmente ascienden a más de dos mil. El siguiente avance fue cambiar todo el alumbrado al sistema LED, y la última novedad, el nuevo diseño y funcionalidades para la página web.
Ricardo Sánchez indica que son ya pocas las iniciativas que quedan por desarrollar en Bankunión II, porque «se fueron haciendo muchas cosas en el pasado y hoy estamos en un momento óptimo».