Raúl González es un gran observador y también un amante de la sidra. Con la unión de ambas cosas y con la ayuda de su ingenio ha inventado el guxidrín, un escanciador manual que triunfa dentro y fuera de Asturias.
Raúl está contento porque ve que la cosa marcha. Desde que este verano le concedieron el premio al «Productu más novedosu» en el Mercadín de la Sidra y la Manzana de Gijón, no ha parado. «Tuvo mucha repercusión en televisión y prensa, nos hicieron muchas entrevistas y ayudaron que la gente conozca el guxidrín«, comenta orgulloso.
-¿Cómo surge la idea del guxidrín?
-Estaba en paro y soy una persona inquieta, siempre estoy pensando cosas, así que antes del guxidrín hubo otros inventos. Empecé a jugar con los corchos y pensar un método para escanciar sin salpicar, y así surge el corcho escanciador, el asturín, que está teniendo mucho éxito. Luego empecé a experimentar qué pasa al meterle aire, y así nace el guxidrín, a partir de un manómetro de los tensiómetros de los médicos. La idea sigue evolucionando y he creado otro escanciador llamado trasgu. Éste es más elaborado, usa una bomba de bicicleta y tiene un mueble de madera para colgar en la pared, para un negocio o para tener en casa.
«Veo útil el guxidrín fuera de nuestras fronteras. No todo el mundo sabe echar bien un culín».
-¿Qué ventajas tiene este escanciador respecto a otros?
-Los escanciadores que hay comercializados son electrónicos y dan muchas averías y problemas. Dependen de una batería, así que tienes que estar pendiente de si está cargada o no. Hemos hecho un sondeo en los mercadillos, y a los que no les había fallado el motor, les fallaba la batería. Son productos caros y tienen una vida muy corta. El nuestro es económico, dura mucho, y está disponible en todo momento.
-¿Qué acogida ha tenido este producto en la sociedad asturiana?
-Tenemos el taller en Bimenes, en plena Comarca de la Sidra, el primer sitio donde empezamos a darlo a conocer fue en Villaviciosa, que son muy puristas con este tema. Al principio iba con mi prototipo por las sidrerías y hasta me miraban mal, pero luego vieron las ventajas y ahora nos hacen pedidos también aquí. Pero sobre todo yo veo útil el guxidrín fuera de nuestras fronteras, en bares donde es muy posible que no haya una persona que sepa echar bien un culín. Creo que el futuro va a ir por ahí, a juzgar por los pedidos que nos llegan desde fuera.
-¿Cómo comercializáis el producto?
-Mi mujer y yo estamos dedicados enteramente a esto. Por un lado vamos a los mercadillos, donde vendemos directamente y damos a conocer el producto. Y por otro, tenemos también venta online, enviamos pedidos a toda España. Tenemos otro socio colaborador que se encarga de la venta por internet y el mantenimiento de la web.
-También hablas del tapón escanciador. ¿De qué está hecho?
-Al principio aprovechaba corchos naturales y los regalaba, en los mercadillos los hago en directo para la gente. Los que comercializo son de silicona, indestructibles. Al principio los hacía a mano, uno a uno, pero ahora he diseñado una máquina que me permite acortar parte del proceso, porque no doy abasto para satisfacer tanta demanda. Eso sí, el toque final se lo doy a mano.
-¿Te esperabas este éxito?
-Llevamos sólo año y medio en este negocio y hasta ahora todo va creciendo de una forma progresiva. El producto crece al mismo ritmo que yo.