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domingo 24, noviembre 2024

Cambio climático y salud, ¿un daño colateral?

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No se trata de creer o no en el cambio climático: es algo que está sucediendo, que estamos viviendo. No es un asunto de opinión. Asturias se libró de la primera ola polar que asoló Europa pero saltaron las alertas por la contaminación atmosférica. La segunda nos pilló de lleno. ¿Cómo afecta todo esto a nuestra salud?
2016 se ha convertido en el año más caluroso desde que se tienen registros. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha revelado que los niveles de dióxido de carbono -mayor causante del cambio climático- han marcado los valores más altos hasta la fecha. Como consecuencia el planeta sufre con más frecuencia y severidad eventos meteorológicos extremos, olas de calor, lluvias intensas y ciclones tropicales de más impacto.
Lo que antaño eran previsiones han dejado de ser tales porque ya las estamos viviendo. Empezamos el año con una ola de frío siberiano que llegó desde Rusia y congeló tres cuartas partes de Europa, haciendo caer los termómetros hasta los -40º y causando la muerte a más de ochenta personas. Es la ola de frío más extensa e intensa que se recuerda en mucho tiempo.

«La contaminación más evidente es la que se ve, esa niebla marrón; pero la más grave es la que no se ve, la química». (Javier Palicio. Neumólogo)

Mientras la mayor parte de Europa se convertía en un congelador, España estaba bajo un gran anticiclón con unas condiciones climatológicas de verdadera calma: cielos limpios, heladas nocturnas, nieblas en gran parte de la península pero ni una gota de agua. ¿Por qué? Esta situación de altas presiones es producida por el famoso anticiclón de las Azores. Normalmente está situado en el Atlántico pero en algunas ocasiones -como ahora- se desplaza e instala durante varias semanas sobre nuestro país -en los niveles más altos de la atmósfera- y bloquea la llegada de las masas frías que vienen desde el Norte de Europa. No se trata de un comportamiento normal.Eso que en un principio parece ser positivo tiene una serie de consecuencias negativas. ¿Cómo nos afecta? En primer lugar con la llegada de un fenómeno denominado inversión térmica, responsable de los altos índices de contaminación no solo en las grandes ciudades como Madrid sino también en zonas industriales. En Asturias por ejemplo hemos estado en alerta roja en Lugones, La Felguera y en Trubia. En las tres se superaron con creces los niveles medios que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
¿En qué consiste la inversión térmica? Existe un movimiento natural en la atmósfera por el que el aire más caliente queda en las capas más bajas junto a la superficie terrestre, que lo calienta. Mientras tanto, el frío se queda en las capas altas. Pero en situaciones anticiclónicas prolongadas como la que hemos tenido, el aire se estanca, no tiene apenas circulación. En las noches con helada el suelo se enfría rápido y baja la temperatura del aire que se encuentra pegado a él. Y como el aire frío pesa más que el caliente permanece junto al suelo y el caliente se desplaza a las capas más altas. Como consecuencia se produce una especie de ‘efecto tapadera’: cielos despejados pero con una capa de contaminación pegada al suelo.

Vista parcial de Oviedo
Vista parcial de Oviedo. /Foto: Fusión Asturias

Asturias en alerta por contaminación

El pasado mes de enero saltó una vez más la alerta roja en el Principado por los altos niveles de contaminación del aire, circunstancia que se ha prolongado durante varias semanas. El buen tiempo y la ausencia de lluvias ayudaron a disparar los números, con el consiguiente riesgo para la salud. Según las últimas estadísticas del Ministerio de Medio Ambiente (2015), somos la comunidad autónoma con mayores emisiones contaminantes de España, emitimos un 18,78% del total. No es algo nuevo, siempre hemos estado en el punto de mira por la concentración en la región de industrias pesadas. ArcelorMittal en Gijón y Avilés son unos de los principales responsables, le siguen las térmicas de Aboño, Soto de Ribera, Narcea y la de Lada. Si a esto sumamos las emisiones del tráfico rodado, la de las calefacciones y la ausencia de lluvias y viento en todos estos meses, el resultado es más que preocupante según los datos recogidos en varias estaciones de la red oficial del Principado.
Especialmente peligrosos han sido los niveles de benceno detectados (77 microgramos por metro cúbico) en la localidad de Trubia cuando el límite legal está en 5. También se ha encontrado esta sustancia en menor medida en Oviedo y Avilés. En Lugones la contaminación por partículas (92 microgramos por metro cúbico) superó durante varios días seguidos el nivel permitido de 50 microgramos por metro cúbico. Esto también sucedió, aunque en menor medida, en Langreo, Gijón, Oviedo, Carreño y Mieres. ¿Qué influencia tiene todo esto sobre nuestra salud?

La salud, ¿un daño colateral?

El Informe Epidemiológico, «Calidad del Aire y Salud en Asturias» realizado por la Consejería de Sanidad del Principado confirma que a mayor polución mayor es el número de consultas médicas que se reciben en los servicios de urgencias del Principado. La contaminación del aire no solo provoca patologías pulmonares como las infecciones respiratorias sino también enfermedades cardíacas y otros síntomas y molestias que provocan un aumento de consultas, ingresos hospitalarios y visitas a urgencias. El estudio se ha realizado poniendo en relación los registros de dióxido de nitrógeno (NO2), dióxido de azufre (SO2), ozono (O3) y partículas en suspensión (PM) en las estaciones de Avilés, Gijón y Oviedo y se han relacionado con las consultas en los ambulatorios y en las urgencias de los hospitales de esas zonas. Por ejemplo, Gijón es el lugar donde más consultas por asma se registran y en el hospital de San Agustín de Avilés es donde más urgencias e ingresos por enfermedades respiratorias se contabilizaron. Respecto a las enfermedades pulmonares, Avilés también se encuentra a la cabeza de este ranking, seguida de Gijón y Oviedo. «La contaminación a la gente normal le molesta, pero a las personas con patologías respiratorias les afecta mucho más», señala el neumólogo Javier Palicio, presidente de la Federación de Asociaciones de Enfermedades Respiratorias. «Cuando los niveles de contaminación son muy altos, como pasa con más frecuencia de la que se conoce en los medios de comunicación, lo mejor es no salir de casa».

La contaminación del aire no solo provoca patologías pulmonares sino tambien enfermedades cardíacas y otros síntomas que generan un aumento de consultas médicas.

Las sustancias responsables son el NO2, principal factor de riesgo a corto plazo para las enfermedades respiratorias y circulatorias, seguido de las PM una compleja mezcla de partículas líquidas y sólidas suspendidas en el aire que dependiendo de su diámetro al inhalarlas pueden alcanzar a los bronquios y alterar el intercambio pulmonar de gases. En tercer lugar estaría el SO2, un gas incoloro con olor penetrante que se genera con la combustión de fósiles -carbón y petróleo- y la fundición de menas (mineral metalífero). En Asturias el ozono no plantea en la actualidad problemas de salud a la población.
El estudio confirma que la contaminación atmosférica tiene efectos negativos sobre la salud en Asturias y señala dónde se concentra el mayor problema. En el caso de NO2 y PM se observan dos zonas de especial incidencia: Llano Ponte en Avilés y Palacio de los Deportes en Oviedo -principalmente consecuencia de aglomeración de tráfico rodado-. La estación situada en el matadero de Avilés, cerca del puerto y polígono de Las Arobias, presenta los niveles más altos de PM. Tanto en esta estación como en la de Llaranes, que no están próximas al tráfico de vehículos, lo que predomina son partículas de origen industrial. «La contaminación más evidente es la que se ve, esa niebla marrón, pero la más grave es la que no se ve, la química. La primera se quita cuando llueve, la segunda produce la lluvia ácida y eso acabamos respirándolo sin darnos cuenta», advierte Palicio.
¿Debemos asumir que la salud es un daño colateral? No, denuncia Equo Asturias y otras organizaciones ecologistas, «tenemos un grave problema de contaminación atmosférica en la región que afecta a personas alérgicas, con problemas respiratorios y que está relacionada con un importante número de muertes cada año. Además disminuye nuestra calidad de vida porque afecta a nuestra salud, nos reduce años de vida y cuesta dinero, mucho dinero a la sanidad pública. Más allá de los datos que aporten los medidores que hay instalados solo hay que mirar alrededor y ver una contaminación que es palpable. Por tanto hay que tomar medidas en muchos campos y debe entenderse como una política global, donde estén implicados Estado, comunidad autónoma y ayuntamientos».

Cambio climático, más cosas que están pasando

El problema sigue agravándose y las señales del calentamiento se multiplican. El pasado año salía a la luz el estudio «Cambio climático. Evidencias, emisiones y políticas» del Observatorio de la Sostenibilidad. En este documento se hablaba del alarmante aumento de las temperaturas del Cantábrico y la aparición de especies poco habituales en la región. También, de que en Asturias están ubicadas algunas de las mayores instalaciones industriales contaminantes del país, causantes del 20% del total de los vertidos a la atmósfera. Además de la contaminación, una de las primeras consecuencias de estas emisiones es la reducción de lluvias (especialmente en primavera y verano), por tanto un descenso del nivel de agua de los embalses -casi al 50% de su capacidad- y menos nevadas. Las sequías, inundaciones e incendios están siendo procesos cada vez más habituales cuyas consecuencias hemos de soportar los asturianos como efecto del cambio climático.
Este aumento de temperatura también afecta a los océanos y mares. En nuestro caso, el Cantábrico ha registrado un incremento de 0,21º por década desde los años 60, una elevación del nivel del mar de tres milímetros anuales, la desaparición de varios tipos de algas y también la visita de nuevas especies -peces y aves- más propias del clima mediterráneo. La costa asturiana está siendo fuertemente castigada por los temporales y especies tradicionales de estas aguas emigran hacia zonas más frías.
En la vegetación también se observan cambios. Se ha detectado un aumento de especies introducidas de forma artificial en la región (del 3,5% al 7,7%) y también de invasoras (del 0,9% al 3,7%) en detrimento de las especies autóctonas cada vez más amenazadas.
Todo suma. Nos encontramos ante el hecho de que los sistemas naturales no son lineales: sufren cambios bruscos e imprevisibles cuando menos lo esperamos y el problema es que científicamente no se puede determinar ese punto de no retorno. Los cambios están dejando de ser lentos y graduales para convertirse en rápidos y descontrolados.

Tomar medidas

cambio climático y salud Aunque el cambio climático es un problema a escala planetaria, las instituciones autonómicas y locales tienen en su mano competencias y recursos para hacer más por ayudar a combatirlo: pensar en global y actuar en local. Desde esta perspectiva, el Observatorio de Sostenibilidad aunque reconoce que en general «no se han hecho los deberes», destaca el esfuerzo de algunas comunidades como Cataluña o Extremadura y saca los colores a otras, como Asturias y Murcia.
¿Qué se puede hacer desde el ámbito local? Es necesaria la implicación no solo de los gobiernos locales sino también de las empresas y los ciudadanos. Es necesario adoptar medidas en muchos campos, mezclar estrategias pero hay que hacerlo desde una perspectiva global. En el transporte, mediante la puesta en marcha de medidas que promuevan el transporte público y sostenible, carril bici, zonas peatonales, coches eléctricos. En cuanto a los residuos, mediante una mejor gestión de las basuras que ayude a reducir la contaminación y el aprovechamiento de residuos -reciclaje, biomasa, compostaje, biogás-, campañas de educación ambiental en los colegios y también campañas de concienciación ciudadana, cambio de hábitos y comportamientos. Si el gobierno del Principado asume estos compromisos, da el primer paso sin timidez, y lidera este movimiento, contará con el respaldo del resto de la sociedad. Técnicamente se pueden hacer cosas, queda saber si políticamente también. «Me parece que este es un tema que llena las páginas de los periódicos -apunta Javier Palicio-, pero lo veo de difícil solución sobre todo a corto plazo. Sí se podrían hacer cosas, pero sería bastante a largo plazo».

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