‘Paramos para cambiarlo todo’. Bajo este lema, miles de mujeres asturianas -al igual que otras en el resto del país-, salieron a la calle en el 8M más multitudinario que se recuerda. Una cita marcada por una huelga laboral, de cuidados y también de consumo contra la discriminación, el acoso y la violencia. Bajo el morado mujeres y hombres solidarios se unieron en la lucha por la igualdad. ‘Lo vivido no fue un sueño sino un despertar’, anuncian.
Las imágenes saltaron a las primeras páginas de los periódicos y abrieron los informativos del día. España se convirtió en un referente internacional. El periódico británico The Guardian informaba que 5,3 millones de trabajadoras/es habían parado en nuestro país. Le Monde hablaba de «una victoria de las mujeres» que habían hecho huelga para parar el mundo. CNN, The Washington Post, BBC, todos recogían la noticia y hablaban de un hecho histórico.
Qué ocurrió ese día
Sara Combarros, portavoz de la Comisión 8M Asturias que integra a multitud de colectivos feministas, dice que se trataba de «una reivindicación vital que abarcaba a todos los campos que dependen de nosotras, cuidados, educación y también el consumo, no solo a nivel laboral. Reclamamos derechos para nuestras vidas y eso va más allá de la inmediatez de un día. Cuando marcamos la agenda mediática, política e incluso social nos preparábamos para algo grande pero lo que vimos en la calle nos sorprendió. Surgieron debates sobre la brecha salarial, los cuidados, el reparto de tareas… Conseguimos que el tema estuviera en la calle, los colegios, los bares, las tiendas, estaba calando en la sociedad.El 8M fue un desborde de gente en plazas, calles, ayuntamientos. A la manifestación de Gijón acudieron más de 90.000 personas, algo histórico. Pero nuestro horizonte va más allá».
Quizá la huella más profunda del 8M no se encuentre en lo que todos vimos en los medios de comunicación, ni en el trabajo de todos estos colectivos de mujeres que muchos meses antes trabajaron a todos los niveles para este día, sino en las transformaciones íntimas e individuales. «Me sorprendió mucho la presencia de jóvenes veinteañeras de institutos y universidades participando activamente -comenta Marta Ibáñez Pascual, profesora de Sociología en la Universidad de Oviedo-. Es algo que comento como participante, no porque tenga un estudio que lo avale. Aún es muy pronto para sacar conclusiones. Estábamos las mayores de cincuenta y luego las jóvenes. Fue curioso».
«El 8M no fue solo una huelga a nivel laboral, sino una reivindicación vital que abarcaba a todos los campos que dependen de nosotras» (Sara Combarros. Comisión 8M-Asturias)
Posiblemente muchas mujeres que participaron en el 8M lo habían hecho antes en otras movilizaciones, pero para otras fue su primera vez. «Estas nuevas generaciones tienen ideológicamente asumida la igualdad y cuando se encuentran con cosas que no van por ahí -micromachismos, diferencias salariales-, se indignan y salen a la calle. Como decía la filósofa Amelia Valcárcel, nunca hemos estado mejor pero nos encontramos en el mismo sitio. Y es cierto, al ritmo que vamos ni mis nietas llegarán a ver esa igualdad. Con la crisis ha desaparecido de la agenda pública. Es la diferencia entre el deber ser y la realidad del día a día», añade Marta Ibáñez. Son jóvenes que se enfrentan a sus incoherencias, revisan cómo viven y deciden dar un paso adelante porque nadie lo hará por ellas. ¿Pero por qué salen ahora y no hace diez años? «Porque esa defensa de derechos estaba incluida en la agenda pública durante el gobierno de Zapatero. No hacía falta reivindicar en la calle. Ahora han cambiado las cosas», concluye Ibáñez. La transversalidad del movimiento junto con la repercusión de la campaña #MeToo son dos elementos que según muchos expertos han contribuido también al éxito de la movilización.
Junto a las jóvenes se encontraban pensionistas, amas de casa, gente variada. «Los días previos a la manifestación nos empezaron a llegar apoyos de colectivos sociales de distintos ámbitos: plataformas de medio ambiente, por la educación pública, por el derecho a una vivienda digna. No solo éramos mujeres, en la convocatoria participaron todas las esferas sociales. Eso quiere decir que la mayor parte de la sociedad asume estas reivindicaciones», señala Sara Combarros de la Comisión 8M.
En la calle, en el trabajo, en el comercio
Según los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, en las calles el seguimiento fue masivo. Por la mañana tuvieron lugar multitudinarias concentraciones en los centros de trabajo y en los ayuntamientos, y en la manifestación de cierre de la jornada en Gijón, se consiguió un seguimiento masivo. Los paros de dos horas por turno en los centros de trabajo tuvo una especial incidencia en la Administración pública donde más del 50% de empleados/as pararon, especialmente en el sector local, con el 80%. En otros sectores de producción más masculinizados como transporte, construcción o industria, pararon casi la mitad de las plantillas.
La huelga tuvo repercusión también en el comercio. «Pese a las dificultades se paró. UGT y CCOO queremos agradecer también el ejemplo cívico de la ciudadanía que, en la mayoría de los casos, no consumió durante la jornada del 8M», señalan en nota de prensa.
Hasta aquí estaríamos hablando de lo que se vio, pero hay muchas más cosas que no están aquí reflejadas, que no se vieron y también fueron importantes. «Creo que es muy difícil valorar algo que se hace por primera vez. No podemos medir en cifras y en los mismos términos esta huelga que otras anteriores porque es distinta, novedosa y transgresora», puntualiza Sara Combarros.
Respuesta de la clase política
La ministra Dolors Monserrat a pesar de ser la titular de Igualdad no se atreve en una entrevista a definirse como feminista; la de Agricultura dice que hará una huelga a la japonesa y el presidente del Gobierno intenta salir al paso el día después, anunciando la creación de la figura del embajador en Misión Especial para la Igualdad de Género.
«La clase política no estuvo a la altura, sentencia Combarros. Muchos partidos se subieron al carro después de la manifestación cuando antes la habían criticado duramente, publicaron argumentarios contra ella y lo más importante, están llevando a cabo políticas que promueven el machismo y la desigualdad. El 8M fue una movilización de toda la sociedad y marcó un antes y un después. Demostró que nos encontramos en una sociedad feminista, la cita fue convocada por mujeres y ahora se espera que la respuesta esté a la altura de lo que se vio en la calle».
«Estas nuevas generaciones tienen ideológicamente asumida la igualdad y cuando se encuentran con cosas que no van por ahí, se indignan y salen a la calle» (Marta Ibáñez. Socióloga)
En un tono provocador, el presidente de la CEOE, Juan Rosell adelantaba días antes del 8M que el impacto de esta movilización no iba a ser tan importante como las que tenían lugar hace veinte años, al tiempo que advertía que esto podía entorpecer el diálogo social entre Gobierno, patronal y sindicatos. Ana María Rodríguez, responsable de Igualdad de CCOO dice que «no es nuevo oír al presidente de la patronal decir esto, lo comenta siempre. Tenemos muy claro que cuando vamos a la huelga es porque tenemos unas propuestas que después de la movilización se consiguen. También tuvimos que enfrentarnos a las declaraciones del Gobierno, de las ministras que nos calificaron de feministas -en tono despectivo-, que no representábamos a las mujeres reales, nos llamaron frívolas, irresponsables e insolidarias. Cuando precisamente hicimos una huelga por todas aquellas mujeres que no podían hacerlo. Sabemos cómo está el trabajo especialmente en los sectores más feminizados y que muchas no iban a poder ir a la manifestación precisamente por esa precarización. Al final, el seguimiento fue masivo y quedó demostrado que Asturias es feminista».
Y ahora, qué
«En la Comisión estamos valorando lo ocurrido. Nos sentimos desbordadas y ahora con la cabeza fría hay que analizarlo todo. Vamos a elaborar una hoja de ruta para materializar en puntos concretos las reivindicaciones que quedaron patentes en esta huelga. Hay unas que son concretas y otras van más allá porque el feminismo es un horizonte de transformación que busca sobre todo cambios estructurales», puntualiza Cambarros.
Desde CCOO-Asturias van a continuar con los acuerdos que se tienen firmados dentro de la concertación social. «A nivel nacional seguiremos propulsando una Ley de Igualdad Salarial: a igual trabajo, igual salario, explica Ana María Rodríguez. A nivel regional queremos desarrollar la figura del delegado/a de igualdad dentro de las empresas. Las empresas de más de 250 trabajadores tienen la obligación de tener un plan de igualdad, un plan que en seguimiento y evaluación, a veces brilla por su ausencia. Queremos que ese plan sea realista, con medidas que de verdad promuevan esa igualdad y que sea obligatorio también para las empresas pequeñas y micropymes, que son las que más abundan en nuestro tejido empresarial. Y dentro de la conciliación y corresponsabilidad, promover un desarrollo integral de la Ley de Dependencia. Hace unos días nos enteramos que habían quedado 44 millones de euros sin ejecutar cuando muchos dependientes por desgracia, mueren esperando que les sea reconocido el grado de dependencia. Estos cambios no son de un día para otro pero pedimos voluntad y que se vayan dando pasos».
Un despertar
Asistimos a la mayor movilización de mujeres que se haya visto nunca en nuestro país. El despertar de una nueva mujer que se niega a permanecer en silencio, reclama derechos, exige respeto. Una mujer transgresora con las normas establecidas, que quiere ser libre fuera de códigos masculinos, hacer lo que realmente desea hacer y no lo que se espera de ella. Una mujer que tiene claro que esto no es una lucha de un día sino una forma de vida los 365 días del año. Una mujer que descubre que el secreto de la liberación está precisamente en la unión de todas para recorrer este camino juntas, desde la integración. Libres, vivas, combativas y rebeldes, como rezaban las pancartas. Insisten en que lo vivido no fue un sueño sino un despertar.