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domingo 24, noviembre 2024

La falla de Ventaniella. Una anomalía en estudio

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Cuatro investigadores del grupo Geocantábrica, vinculado mayormente a la Universidad de Oviedo, desarrollan un estudio exhaustivo de la falla de Ventaniella -ubicada en el norte de la Península-. Con cientos de kilómetros de largo, genera pequeños terremotos en algunas zonas de la falla, por lo que es importante conocerla al detalle.
Sergio Llana-Fúnez como coordinador, junto con Javier Olona, Gabriela Fernández-Viejo y Carlos López-Fernández llevan dos años trabajando en el tema, y en ese corto espacio de tiempo ya han publicado sus resultados en una prestigiosa revista científica estadounidense. Todavía queda mucho por conocer sobre la falla de Ventaniella, porque cuando hablamos de geología los conceptos espaciales y temporales se amplían. Las estructuras geológicas ocupan kilómetros y para estudiar sus movimientos hay que remontarse siglos en el tiempo. Dejamos atrás la escala humana.

-Vosotros analizáis las estructuras tectónicas cantábricas que muestren cierta actividad, produciendo cambios en el relieve, ¿que podríais decirnos de la falla de Ventaniella?
-Gabriela: La falla de Ventaniella es una estructura geológica que ya se conoce desde que se empezó a hacer geología en la Cordillera Cantábrica y, aunque siempre fue un poco misteriosa, se representó en todos los mapas. Es una estructura muy larga, de trescientos kilómetros en tierra -aunque luego sigue en el mar-, pero geológicamente cuando vas al campo parece que no hace casi nada. En los años 90 se realizaron los primeros estudios de espesor de la corteza en esta zona de España y en ellos se vio que la Cordillera Cantábrica estaba engrosada en la zona de Picos de Europa y no estaba tan engrosada hacia el oeste. Como estuve involucrada en aquellos estudios, siempre pensé que la falla de Ventaniella tenía algo que ver con esta transición. Desde la tesis de Carlos se empezaron a estudiar los terremotos en el oeste, y se supo que en la zona sur de la falla sí había presencia de terremotos y sin embargo hacia el norte no. Fue una cosa sorprendente que la misma falla solo los tuviese en una zona.

«El suroccidente de Asturias tiene una sismicidad baja-moderada, mientras que el oriente es menos sísmico»

-¿Dónde empieza y termina?
-Sergio: Empieza en algún sitio del mar frente a las costas de Galicia -por ahí hay terremotos- y la terminación es todavía una incógnita, pero sabemos que por lo menos llega hasta cerca de Burgos. Unos cuatrocientos kilómetros. Luego se va enlazando con otras cosas. La falla de Ventaniella reaprovecha en algunos tramos cosas previas. Cuando vas a romper una mesa, no es una superficie completamente limpia sino que aprovecha las vetas, luego hace un salto, luego coge otra veta. Entonces, siendo relativamente sencilla, cuando uno la estudia en detalle ve que tiene cosas más complejas.
Yo venía de trabajar en un laboratorio y allí, para tratar de reproducir fenómenos naturales, lo que hacemos es simplificarlos. La falla en algunos segmentos es muy sencilla, como si fuera un laboratorio grande, entonces permite ver cómo es la calidad de la roca.
-¿Qué metodología empleasteis?
-Carlos: Hay una red de sismógrafos en toda la Península, pero es una red muy abierta porque tiene el objetivo de cubrir todo el territorio, con lo que no tienes ninguna precisión en la localización. Así que pensamos en montar una red local más pequeña, más densa, porque nos permite localizar exactamente los terremotos y también reconocer la estructura, o ver la distribución, para tratar de interpretar cuál es la estructura que genera la sismicidad.
-Carlos, tú eres el especialista en terremotos. ¿Cómo configurasteis la red de sismógrafos?
-Carlos: Con la experiencia que teníamos al haber investigado el foco sísmico de Becerreá, en Galicia, todos participamos en la colocación de diez estaciones sísmicas muy modernas y portátiles y se diseñó una red para intentar escuchar muy bien lo que ocurría en un sector muy concreto de esta fractura. Nos interesaba la zona del mar -pero ahí es muy complicado colocar estaciones sísmicas-, y también la zona centro oriental de Asturias y norte de la provincia de León, que fue donde colocamos los diez equipos, muy cerca unos de otros, y alcanzamos muchísima precisión.
-¿Se puede ver en superficie alguna parte de la falla?
-Sergio: La estructura en detalle tiene un grosor que en algunas zonas llega casi al kilómetro. En el caso de Ventaniella, la falla no es una línea, es una banda más ancha. El mejor sitio para verla es el Puerto de Ventaniella, por eso su nombre. Uno llega allí y lo que ve son rocas completamente trituradas, están todas rotas, llenas de venas. Para bautizar una estructura geológica normalmente se busca una localidad tipo, representativa, donde se vea bien. En este caso, el mejor sitio para verlo no es en el caserío, abajo, sino en el puerto. Y ahí se ven quinientos metros de casi un kilómetro de ancho. Hay fallas en los Alpes y otros sitios, en los que uno pone el dedo y dice ‘aquí empieza una placa y aquí la otra’. Aquí eso no lo podemos decir.
-A nivel sísmico y según vuestros estudios, ¿cómo se podría catalogar la región asturiana?
-Carlos: La sismicidad en Asturias es en general baja, excepto en la zona suroccidental de Asturias. Una de las cosas que nos llamaba la atención sobre la falla de Ventaniella es que dividía dos sectores: hacia el este de la falla hay menos terremotos y hacia el oeste hay más. Muy cerca de Asturias, a veinte kilómetros en línea recta del suroccidente tenemos un foco sísmico, que es el mayor que hay en el norte de España. Es el de Becerreá, que está en Lugo, que registró un terremoto en el año 97 de 5,3. Entonces el suroccidente tendría una sismicidad baja-moderada, el oriente es menos sísmico. Pero si nos vamos un poco atrás en el tiempo, sabemos que en el año 1522 hubo un terremoto que destruyó una parte de la ciudad de Avilés.

«En 1522 hubo un terremoto que destruyó una parte de la ciudad de Avilés. Y en la década de los 80 tenemos un terremoto en Teverga de 4,7 que probablemente esté asociado a la falla de Ventaniella»

En la década de los 80 tenemos un terremoto en Teverga de 4,7 que probablemente esté asociado a la falla de Ventaniella, pero de aquella como no había sismógrafos no sabemos muy bien dónde se originó. En el año 89 tenemos un 3,9 sobre la falla de Ventaniella, y el mes pasado tenemos un 3,7 en Castrejón de la Peña, sobre la falla. Entonces cuanto más extendemos el estudio nos damos cuenta de que Asturias es más sísmica de lo que parece. No tenemos una sismicidad destructora como la que puede haber en Andalucía, donde hubo y habrá en el futuro terremotos de 7 porque tectónicamente está en un sitio mucho más complicado que nosotros, al estar en un límite de placas. En Asturias, si hubo un terremoto de 4,7, es esperable que se repita. Hay un estudio del IGME (Instituto Geológico y Minero de España) que indica que esta falla puede generar un terremoto de 7. Me parece un poco grande, pero probablemente uno de 5 sí lo pueda generar sin problema.
-Con lo que acabáis de detallar y conociendo el histórico, ¿habría que monitorizar más la zona?
-Carlos: Escuchar las cosas con detalle te proporciona mucha información. Aunque no haya un terremoto grande en ese momento, pero sabes que la zona se mueve y cómo. Hay dos zonas que nos intrigan mucho, que es lo que pasa en el mar y lo que pasa en el suroccidente asturiano, que es totalmente desconocido. No tenemos datos fiables de lo que ocurre en concejos como Cangas del Narcea, Degaña, Ibias o Grandas de Salime, que están muy cerca de la zona sísmica y hay muchos terremotos de magnitud 3 en el suroccidente asturiano. En eso estamos a ciegas completamente, porque las estaciones permanentes del IGN (Instituto Geográfico Nacional), una está en Arriondas y otra en A Pontenova (Lugo) y por el medio no sabemos en detalle lo que hay.
Mapa de la falla geocantábrica de Ventaniellas -Para conocer dónde, cómo y cuándo va a producirse algún fenómeno de estos, necesitas previamente tener datos que te digan que algo va a suceder, aunque no lo sepas con precisión…
-Sergio: Un tema importante es saber la recurrencia de los eventos, pero si no tenemos registro, no podemos saberlo. El registro histórico con localización tiene casi cuarenta años, desde 1979. Con ello nosotros podríamos detectar fenómenos con recurrencia de menos de ese tiempo, pero si hay fenómenos que suceden cada cincuenta años, con ese registro no podemos determinarlo. ¿Cómo podemos ampliar esa escala? Pues mirando el registro geológico, pero conforme te vas más atrás en el tiempo es cada vez más difícil precisar.
-Javier: De hecho, se partía de la idea de que estos terremotos estaban generados por una falla, entonces esperábamos que los terremotos estuvieran a diferentes profundidades dentro de un plano -que sería el plano de la falla-, y cuando Carlos empezó a procesar los datos de repente eso no fue así. Vimos que estaban alineados a lo largo de una línea en el espacio. Y eso solo se puede producir por la intersección de dos fallas. Dentro de la misma placa hay dos bloques pequeños.
-Gabriela: Eso precisamente es lo que explica que en un punto se produzcan terremotos y en otro no, porque en el primero está la intersección de las fallas y en otro no.
-Carlos: En esa línea de intersección es donde se nuclean todos los terremotos. En un punto el epicentro está a diez kilómetros, luego va bajando hasta veinte y después ya desaparece, porque por debajo de veinte kilómetros ya no se generan terremotos.
-Por último, contadnos sobre el artículo que los cuatro habéis coescrito sobre la sismicidad de la falla de Ventaniella y que ha sido publicado en la prestigiosa revista «Boletín de la Sociedad Sismológica de América» (Bulletin of the Seismological Society of America»).
-Sergio: El artículo lo hemos sacado en tiempo récord, año y medio, pero luego los periodos de revisión son largos. Procesar los datos lleva otro año. Incluso lo que puede parece más rápido, que es el proceso de publicación, son muchos meses porque hay que llevarlo a una revista especializada, donde el editor busca revisores.
-Javier: Sí, porque conforme vas subiendo en el escalafón de calidad hay especialistas mejores que lo revisan y para publicar este artículo hubo unos expertos que lo pusieron muy difícil.
-Gabriela: Sobre todo porque estamos hablando de una falla que no conocía nadie a nivel internacional, de unos terremotos que son enanos y de una revista que publica los terremotos del Tíbet, de Japón, de Chile, de Alaska. Y de repente sacamos esto… estaba muy bien hecho, científica y metodológicamente era impecable, los datos son buenos y sacamos algo nuevo, que puede servir a otra gente. No es el terremoto de Chile, pero nosotros hemos sabido porqué en un punto de una falla hay terremotos y en otro no, y que era debido a una intersección de fallas. Pues eso puede funcionar en millones de otros sitios.
-Sergio: También hay que saber valorar que teníamos pocos medios y no de los mejores, que tuvimos que arrancar la investigación, ponernos todos de acuerdo y empezar en un entorno no favorable, que no estamos en Cambridge. Y en dos años no hay ningún grupo de investigación establecido en la Universidad de Oviedo que haya logrado esto.

Geocantábrica, descubriendo la Cordillera CantábricaGeocantábrica es un grupo de veinticinco investigadores de distintos centros de investigación nacionales e internacionales, la mayor parte procedentes de la Universidad de Oviedo. Se constituye en 2014 y a finales de 2015 recibe su primer proyecto de investigación. Su prolífico trabajo ha logrado que publiquen sus hallazgos en más de cuarenta congresos nacionales e internacionales entre 2017-2018, quince artículos en revistas cientificas y han desarrollado una intensa labor divulgativa en medios de comunicacion, institutos de secundaria, centros sociales o el Colegio de Geólogos. Su ámbito de investigación abarca:
Geología estructural, estudio de las estructuras geológicas que han dado lugar al relieve de la Cordillera Cantabrica.
Sismología: estudio de los terremotos que tienen lugar en el territorio. Esa informacion permite conocer cómo se ordenan las unidades y estructuras geológicas a más de veinte kilómetros de profundidad.
Geofísica: conocer cómo se ordenan las unidades y estructuras geológicas hasta cien metros de profundidad. Con ello pueden evaluar la calidad del terreno con vistas a estudios geológicos y geotécnicos, estos últimos necesarios para el desarrollo de cualquier infraestructura.
-Estudio de radón: analizan las posibles fuentes del gas radón, y su relación con las fallas. Este gas es perjudicial y a día de hoy se está estudiando según una nueva directiva que pretende paliar los problemas de salud que genera.
Geomorfología: cómo es la forma del relieve y cuál es su origen.
Deslizamientos/argayos (BAPA): se analiza dónde y cuándo se producen los argayos, y cuáles son los principales condicionantes que dan lugar a estos.
Geotecnia: se analiza la calidad del terreno desde el punto de vista constructivo, y cómo las estructuras geológicas influyen en esta calidad.

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