Son mujeres, son ganaderas, tienen responsabilidades familiares y se dedican por elección a este oficio. Algunas fueron más allá y además de esta experiencia, probaron suerte en el mundo empresarial y acertaron. Esta es la realidad de tres asturianas que creen en lo que hacen y luchan por la visibilidad de la mujer en el medio rural.
Remedios Fernández, ‘Melinos’, desgrana sus recuerdos con energía y vitalidad. Tiene setenta y un años y confiesa que su estado de salud en este momento no es muy bueno. Aún así, sus palabras llegan con la fuerza de un meteorito. «Nací en una familia de ganaderos, me casé con uno y trabajé en explotaciones ganaderas toda mi vida. Además vivía con personas mayores a las que cuidaba. Desde el principio quise tener mi propia familia, así que decidí crear una empresa de turismo rural que sirviera de complemento a la ganadería: un proyecto pionero en aquellos tiempos. El emprendimiento y el salir fuera de casa era algo propio de los hombres, a la mujer le tocaba quedarse en casa, así que aquella decisión fue una bomba por partida doble. A fuerza de mucho trabajo conseguí romper aquel techo de cristal. ¿Cómo era mi día a día? Trabajando de la mañana a la noche, pero mereció la pena. Tuve la suerte de que mi marido estaba muy comprometido con el tema del cooperativismo, al que también me sumé, y al poco tiempo fundamos la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias que también fue algo rompedor».
«Decidí crear una empresa de turismo rural que sirviera de complemento a la ganadería: algo pionero en aquel tiempo»
(Remedios Fernández. Premio Abuela Campesina del Año)
Remedios Fernández vive en Canero (Valdés) y acaba de ser reconocida como Abuela Campesina del Año, un galardón que entrega la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias desde hace casi treinta años. Premian la trayectoria de esta mujer que fue la primera en toda España en ocupar una vocalía de una Cámara Agraria, pionera del turismo rural en el concejo y concejala de Turismo. «Nunca hemos querido apartar a los hombres para ponernos nosotras sino que queríamos visibilizar a la mujer del medio rural, trabajar conjuntamente con ellos para luchar juntos por las familias. Al final se vieron los resultados», comenta ‘Melinos’. ¿Cómo surge la idea de montar un negocio de turismo rural? «Cuando lo comenté me dijeron si estaba loca. ¿Quién iba a venir a una casa de aldea a alojarse, veranear y estar con vacas?… y mira ahora. En la Asociación sabíamos que esta idea estaba funcionando en Navarra, País Vasco o la Bretaña francesa. Así que fuimos a verlas y vinimos convencidas de que aquí se daban todos los ingredientes para que pudiera funcionar. Empezamos ofreciendo experiencias de agroturismo y triunfamos. La idea gustó a la Administración y se creó toda la normativa».
La mujer cada vez manda más en el campo asturiano, lo dicen las cifras. Asturias es tierra ganadera: casi la mitad de las ganaderías de leche y carne (7.418 explotaciones de 14.996) están en manos de las féminas según los datos de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei). Los números confirman una tendencia iniciada hace unos años que demuestra una mayor presencia de la mujer en la vida económica y social del medio rural. Pero la crisis también hace mella en el campo, como así lo demuestra el descenso progresivo de explotaciones ganaderas en la región. Asturias ha perdido el 53% de explotaciones bovinas que tenía hace veinte años, según datos de Sadei. Y de las que existen actualmente, un 84% se dedican a la producción de carne, un 13% son de leche y un 3% son mixtas.
Savia nueva
Sonia Martínez vive en Las Cuadriellas, un pueblo de diez casas del concejo de Cangas del Narcea. Tiene dieciocho años y es ganadera por vocación y estirpe familiar. Aprendió de su abuela todo lo relacionado con este oficio pero el amor por los animales es algo que forma parte de su ADN. «Mi abuela siempre trató con cariño a los animales, ellos lo sienten y lo devuelven, son como mi familia. Mi futuro está aquí, en el campo, me gusta esta forma de vida. Terminé los estudios y ahora estoy completamente dedicada al negocio familiar porque sino esto se perdería y eso sería muy triste. Han desaparecido muchas explotaciones y creo que una parte de culpa la tiene la administración, que no pone el esfuerzo necesario para ayudar a que esto salga adelante. Pone más trabas en el camino y como a mucha gente no le sale rentable, abandona y busca trabajo en otro sitio. Tardan mucho en llegar las subvenciones y hay que hacer mucho papeleo», denuncia Sonia.
Su rostro a algunos les puede resultar familiar ya que durante dos años ha sido la imagen de la marca IGP Ternera Asturiana. «La primera vez que me llamaron me puse muy contenta. Solo tenía dieciséis años y que te digan que vas a ser la imagen de esta marca era algo de mucha responsabilidad: fue muy importante para mí. Iba a salir en redes sociales, en la tele… fue un orgullo», recuerda.
«Creo que el futuro del medio rural está en manos de las mujeres pero se debe construir en compañía de los hombres»
(Sonia Martínez, ganadera)
Sonia no solo apuesta por la ganadería como forma de vida sino que la defiende con su ejemplo. Desde bien pequeña acompañaba a su padre a los concursos de ganado, paseaba las vacas en las exhibiciones de la forma que solo ella sabe hacerlo, pero lo que más llamaba la atención a todos era el mimo y cariño con el que trataba a los animales. De ahí que se fijaran en ella para convertirla en la imagen de la campaña de la Ternera Asturiana.
¿Hay más machismo en el entorno rural? «En mi caso no lo he vivido nunca. Empezando por mi padre que siempre me animó a tirar para adelante. Voy a certámenes de ganado y nunca nadie ha dicho ‘donde va esta tía con las vacas’. Creo que como llevo toda la vida haciéndolo, me conocen y saben que me da igual lo que puedan decirme porque seguiré haciendo lo que yo quiero. De hecho todos me animan a que siga. Sé que otras mujeres se quejan de machismo pero he de reconocer que no ha sido mi caso», asegura. Además de vacas, en la ganadería familiar hay ovejas y un caballo que disfruta montando Sonia, quien ha hecho de estas montañas y de sus queridos animales, su hogar y forma de vida. «Creo que el futuro del medio rural está en manos de las mujeres pero se debe construir en compañía de los hombres. El trabajo debe ser compartido, yo lo veo en casa. Tenemos un negocio familiar y todo está repartido: una mujer sola no podría con todo, por mucha fuerza que tuviera».
Coraje, talento y voluntad
Este viaje a través de las experiencias de mujeres en el mundo rural nos lleva ahora hasta San Antolín de Ibias, una pequeña parroquia del concejo de Ibias. Allí nos encontramos con Isabel Álvarez, que acaba de recibir el Premio Mujer Rural 2018. Con este galardón, la Red Asturiana de Desarrollo Rural (READER) ha querido reconocer el espíritu emprendedor de esta mujer que apostó por abrir su negocio en una de las zonas rurales más difíciles de la región, afectada por la despoblación, el envejecimiento y la dispersión geográfica. ¿Cómo se le ocurrió montar aquí un negocio? «Nací en un pueblo cercano, éramos cinco hermanos y yo decidí quedarme en este lugar. En el año 79 se vendía una tienda-bar que había en una casa vieja y la cogimos. Empecé con una tiendina y algo de carnicería. Yo estaba al frente del negocio y mi marido conducía un autobús de mineros a Cangas del Narcea. Había mucha vida en el pueblo porque era zona minera, en el colegio estaban matriculados unos quinientos niños cuando ahora solo quedan cuarenta y cinco. Las cosas fueron cambiando y con ellas el negocio. La tienda se transformó en un autoservicio pequeño y la carnicería la hicimos más grande. Nosotros también matábamos pero cuando entramos en la UE cambió la normativa y si queríamos seguir vendiendo carne, teníamos que hacer un matadero nuevo.
«En mi generación, avanzamos en el tema de los derechos. La juventud se ha vuelto cómoda y la mujer ha perdido cosas por las que nosotros luchamos»
(Isabel Álvarez, empresaria)
Como yo no quería que Ibias se quedara sin carne, nos concedieron hacer uno al ser un lugar aislado. Empezó a descender la población y vimos que no podíamos vivir solo de la tienda. Entonces como aquí no había prácticamente alojamientos, decidimos hacer cinco habitaciones, una pequeña pensión y también un mesón. Fuimos adaptando el negocio según las necesidades». De sus tres hijos, uno se ha quedado con ella en el negocio, así que el relevo generacional está garantizado. «Y menos mal, porque son tantas las gestiones y el papeleo que hay que hacer, que casi es necesario una persona con dedicación exclusiva».
En estos cuarenta años al frente del negocio, ¿alguna vez le han preguntado por el jefe de la casa? «Nunca sentí que me hicieran de menos, ni clientes, ni viajantes… al contrario. Mi marido siempre llevó el tema de la compra de ganado para la carnicería porque era mejor negociante que yo, el resto de cosas las gestionaba yo. En mi generación -voy a cumplir setenta años- creo que avanzamos mucho en el tema de los derechos. En mi opinión, las cosas han cambiado. La juventud se ha vuelto cómoda y la mujer ha perdido cosas por las que nosotros luchamos. Y esto me da mucha pena. Es como el fuego, cuando no lo avivas, se muere».
Mujer, piedra angular
Varios estudios han dado la voz de alerta. La continuidad de ciertas formas de vida y de producción en el entorno rural dependen del mantenimiento de una estructura social mínima. Y para ello, el cimiento básico es la mujer.
Los números dicen que hay más hombres que mujeres en el medio rural: por cada cien mujeres hay ciento ocho hombres. ¿La razón? Las mujeres emigran a la ciudad para formarse y muchas de ellas no regresan; o para buscar trabajo, ya que las oportunidades en el entorno rural son escasas. «La despoblación en Ibias es terrible. No hay una empresa o negocio que oferte puestos de trabajo aptos para mujeres, no hay cooperativas. Si se les dieran oportunidades, tirarían de la familia y fijarían población. Lo único que nos ha quedado es emprender nuestro propio negocio, arriesgar… y eso es cada vez más difícil. El hombre dentro de lo malo tiene más salidas, en cambio la mujer es un sálvate si puedes», comenta la empresaria Isabel Álvarez.
Para fomentar el emprendimiento femenino es necesario apoyar a las emprendedoras en todas las fases de su proyecto, brindar apoyo técnico, líneas de financiación, microcréditos. «Hay muchas mujeres con pequeñas empresas de turismo, artesanía, explotaciones de apicultura, agricultura ecológica, queserías, que están saliendo adelante como pueden, pero están muy solas. Contemplar el desarrollo del medio rural sin la mujer es algo impensable. Si ella no puede montar su empresa, si no tiene trabajo, no puede tener hijos, se cerrarán las escuelas, los centros de salud… el medio rural se morirá. Tenemos una población muy envejecida, hay que dar oportunidades a las mujeres jóvenes para que se queden a vivir», comenta Remedios Fernández.
La mujer rural está llamada a ser el eslabón que permita un desarrollo integrado en la tierra, en sus gentes, donde las personas puedan ser y se cuente con ellas a la hora de tomar decisiones. Y dentro de ello, es vital la incorporación de los jóvenes. Sin jóvenes no hay futuro. Es necesario integrar, incluir miradas nuevas para seguir avanzando. Es necesaria una nueva organización social donde mujeres y hombres actúen en plano de igualdad y de complementariedad, enriqueciéndose mutuamente de sus diferencias.
Los tiempos cambian, la mujer evoluciona pero no lo hace en solitario. «Llevo toda la vida luchando y reivindicando la figura de la mujer en el medio rural porque sé que tiene mucho que aportar. No voy de feminista por la vida, pero defiendo a la mujer porque defiendo a la vida. Una familia en la que la mujer está al frente siempre sale adelante, está demostrado», dice Remedios.
Es curioso que en Asturias no existan estudios con datos desglosados por concejos ni por perspectiva de género con los que sea posible realizar un análisis adecuado sobre despoblamiento, que permitan conocer la situación concreta y detallada de las mujeres que trabajan en el medio rural. Y aquello que no se conoce, no existe y por tanto no se puede corregir…
Hace dos años que el Principado de Asturias convoca la Ayuda del Ticket Rural para apoyar económicamente a las personas que quieren instalar su empresa, negocio o actividad en el medio rural asturiano. El 60% de los beneficiados en la pasada edición han sido mujeres.
La Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural del Principado, en colaboración con el READER y los fondos Leader, han puesto en marcha hace algún tiempo esta ayuda a fondo perdido para la puesta en marcha de actividades no agrícolas en las zonas rurales, superando los cuatro millones de euros de ayuda pública hasta la fecha.
La ayuda es de veinticinco mil euros que se abona al solicitante en tres tramos. A cambio, los nuevos emprendedores tienen que mantener la actividad durante cinco años. De los ciento ochenta y dos proyectos aprobados el pasado año, ciento diez pertenecían a mujeres. Entre los negocios para los que se solicita ayuda económica cabe destacar la creación de empresas de servicios destinados a la población local, especialmente personas mayores, empresas de servicios agrarios, apertura de comercios rurales o puesta en marcha de talleres artesanos.