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lunes 25, noviembre 2024

‘Soy un currante de la folixa’. Alberto Rodríguez. Actor y presentador de De folixa en folixa en la TPA

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Es una cara habitual de la pantalla y los escenarios asturianos, pero últimamente le vemos más de fiesta que otra cosa, presentando el programa de la TPA «De folixa en folixa», ahora en redifusión. Lo mismo en la subasta del campanu en Salas, que en San Timoteo en Luarca, las Fiestas del Bollu en Avilés, l’Amuravela de Cudillero… Para este actor, la folixa es algo muy serio.

-¿Cómo ha sido la experiencia de ir de folixa en folixa?
-Genial, una cosa espectacular. Yo ya había trabajado en otros programas de la televisión asturiana, y en uno me había tocado hacer «canutazos» con el micro por la calle, pero había sido mucho más arduo. Aquí se nota mucho que la gente está de folixa, están contentos, y además a medida que el programa ha ido cogiendo consistencia y aceptación, la gente nos lo ponía todo mucho más fácil.
-¿Alguna fiesta que te haya sorprendido especialmente?
-La descarga de Cangas del Narcea. Había oído hablar de ella y sabía que era muy guapa, pero una vez que has estado allí, has tratado con los cangueses, que son muy especiales, estás en la «oración de pólvora», como ellos dicen, que es muy primitiva, muy emocionante, un montón de gente que tiene fe en algo que es entre profano y sacro… y por supuesto la explosión, que vive Dios que son un montón de petardos explotando a la vez, que te dan onda. Todo eso te lleva a una especie de catarsis, yo disfruté mucho.
-En cada programa vas probando las especialidades de la zona. Hambre no pasas, ¿no?
-Yo siempre digo que todo es mentira, porque las jornadas de grabación son muy duras, y sí que las primeras veces pequé y comí más de la cuenta, pero me pasó factura. Porque acabas de comer y casi con el último bocado ya estás preparando el siguiente plano. Yo soy muy llambión, es ver algo y tener que probarlo, pero no puedo «jartarme» de comer porque hay que trabajar.
-Pero es cierto que no hay buena fiesta sin buena comida.
-Desde luego. Cuando llegábamos a grabar yo siempre decía «pero bueno, ya estamos otra vez. Esto ye comida, gaita y tambor». Son lugares comunes: la puya’l ramu, la música, la comida rica, aunque luego cada uno tiene sus peculiaridades y su forma de entender la fiesta. Otro rasgo común, que me encanta, es que muchas de estas fiestas estaban aparcadas, y es la generación joven la que está volviendo al pueblo y la organiza, porque claro, la gente mayor ya no está para eso.

«En Planeta Joselín hacemos comedia asturiana moderna, sin praos y sin vaques, sino más bien con prejubilados, y guajes y la pista finlandesa…»

-¿Cada fiesta tiene su encanto?
-Al final la fiesta es la gente, y no que traigas la orquesta más gorda. A mí las que más me llamaron la atención son las que tienen una singularidad. Por ejemplo, en Cudillero hacen el bautismo pixueto: te bautizan de forma profana en una ceremonia muy guapa, subes a lo alto del pueblo, te echan agua por la cabeza y te dan un diploma. Ese tipo de cosas me parecen maravillosas. Y que luego llegue cualquier «carapijo» de Estados Unidos y te diga que es prestosu disfrazarse el viernes y poner cara de terror porque Halloween es maravilloso… pues a mí me interesa más la carrera de carretillos de Villoria, o lo que me cuenta un paisano de su pueblo. Estuvimos grabando en Pola de Laviana y yo llevaba un speech sobre el torreón. Lo digo y nada más acabar viene un paisano y me suelta: «no tienes ni idea». Y allá lo grabamos otra vez. Eso es lo mejor, hombre.
-Personalmente, ¿qué fiesta no perdonas?
-La verdad es que yo no salgo casi, si no es para trabajar. Cuando empecé de chaval poniendo copas ya me comía las fiestas, y luego empecé de actor, o bien de animación, o bien por bolos, siempre me toca currar. Así que lamento decepcionar al público, pero no soy muy folixero. Soy más bien un currante de la folixa.
-¿Qué fiesta os ha quedado pendiente en esta temporada?
-Muchas, por necesidades de producción, porque a veces unas se solapan con otras y evidentemente no podemos estar en dos sitios a la vez. A mí me gustaría mucho cubrir el Descenso Folklórico del Nalón, en Laviana, porque yo me considero hijo adoptivo de allí, es una fiesta a la que fui de chaval y disfruté como un bellaco. Y la Regalina, que me han hablado muy bien de ella, y una boda vaqueira, y si hacemos carnavales ir al descenso de Galiana… es que hay un montón. Yo en cada programa, hago un pequeño parlamento con las otras fiestas del concejo. Y siempre pienso: «pero vamos a ver, aquí están todo el día de fiesta». ¡Pero es que es en todos los sitios! Cuando no son les cebolles rellenes es el arroz con leche, cuando no es la fiesta del santo, y si no es otra cosa… yo, que ya te digo que no salgo, no sabía que había tantas.
-Aparte de la tele, ¿en qué otros proyectos andas?
-Este mes, el día 21, estamos con la compañía Escena Apache en el Jovellanos de Gijón. Y vamos a taquilla, con lo que hago un llamamiento a la gente para que venga, eso en el teatro profesional es prácticamente un suicidio, a no ser que seas Tricicle o Concha Velasco. Pero aún así vamos con valor, con una comedia asturiana muy gamberra que se llama Planeta Joselín. Es un culebrón muy divertido, con asesinatos y muertes, que puede estar ambientado en cualquier pueblo o villa de Asturias; comedia asturiana moderna, sin praos y sin vaques, sino más bien con prejubilados, y guajes, y la pista finlandesa… algo muy llano y muy sencillo.

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