Está demostrado que la conciliación de la vida familiar y laboral es productiva, pero aún no se ha asimilado del todo. Las empresas que invierten en este tipo de políticas, salen ganando. A pesar de eso, y aunque algo se ha cambiado la mentalidad, en España todavía cuesta asumir la idea de que merece la pena hacer un esfuerzo por la conciliación.
Para empezar, los números demuestran que no se deberían tomar las políticas de conciliación como un coste extra, como todavía sucede, sino como una forma de rentabilizar mejor el trabajo. Se sabe que el compromiso de los trabajadores con su empresa aumenta hasta ser casi total cuando la compañía da facilidades para compaginar la vida familiar con las exigencias laborales. Y de la misma manera se ha comprobado que en el caso contrario, el compromiso baja más de un 20% (*). También, la productividad de los trabajadores aumenta hasta un 19%. Si es así, ¿por qué cuesta asimilar este concepto?
Las medidas aplicadas desde la empresa pueden ser muy variadas. Las más apreciadas son las relacionadas con el apoyo a la familia y la flexibilidad para elegir o modificar el turno de trabajo.
Es una cuestión cultural. En España todavía tiene peso una concepción arcaica del hecho mismo de trabajar. Se valora más la cantidad que la calidad. Tenemos fama de «calentar la silla», echar horas de más, quedarnos cuando todos se van porque queremos terminar tal o cual trabajo. «Es muy competente, trabaja muchísimo», se justifica. En otros marcos sociolaborales el pensamiento sería más parecido a este otro: «Tiene un rendimiento bajo, necesita más horas que los demás para terminar las tareas asignadas». Es en este sentido uno de los mayores contrastes con los países del norte de Europa. Quizá por eso asumen con mayor naturalidad el concepto de conciliación, mientras que en la mentalidad empresarial española va entrando muy trabajosamente. Generalizando, la creencia común es que una persona que necesite negociar tiempos para tener al día sus asuntos personales, le «roba» resultados a la empresa. Pero la práctica demuestra que el empleado que tiene su vida organizada con equilibrio entre los asuntos domésticos y los laborales, trabaja mejor, más relajado, con menos estrés y de forma más creativa. Se centra mejor, porque no está preocupado por el médico del niño o la gestión que tendría que ir a hacer por la mañana. Y por tanto, aumenta su rendimiento. Las cuentas salen.
En un país con más del 25% de desempleados para quienes conseguir incorporarse al mercado laboral es la prioridad número uno, parece aventurado hablar de la calidad del puesto de trabajo. Pero no debemos dejarnos distraer por «rebajas» en las condiciones laborales que se han impuesto al rebufo de la crisis económica. Y es que si tener un empleo es lo primero, al mismo nivel debería estar la aspiración de que nos permita mantener y desarrollar una determinada calidad de vida. Y todo esto tiene mucho, o todo que ver con lo que llamamos conciliación.
El tiempo de guardería es muy importante porque se centra en un periodo fundamental para todo tipo de aprendizaje.
Las medidas aplicadas desde la empresa pueden ser muy variadas. Las más apreciadas son las relacionadas con el apoyo a la familia, como los permisos por lactancia, maternidad o paternidad, o aquellos para acompañamiento de familiares a una visita médica, la flexibilidad para elegir o modificar el turno de trabajo, la disponibilidad en caso de emergencias familiares, la posibilidad de pedir excedencias de corta duración, acumular las vacaciones, etc. Además, otras pequeñas aportaciones pueden mejorar mucho la calidad del trabajo diario, como disponer de un comedor, un área de descanso, facilidades para el transporte o plazas de aparcamiento. También hay empresas que están viendo en el teletrabajo una opción organizativa que ofrece muy buenos resultados: el trabajador cubre sus objetivos a la vez que organiza su tiempo según su propio criterio.
Tradicionalmente el cuidado tanto de los niños como de dependientes ha recaído en las mujeres, por lo que la drástica reducción de financiación pública en estos apartados añadió dificultades extra a la permanencia de la mujer en el mercado de trabajo. Las modificaciones introducidas por la reforma laboral de 2012 tampoco ayudan. El aumento de la flexibilidad para introducir cambios en la organización de trabajo y la movilidad añade handicaps. Pedir contrato a tiempo parcial es una de las opciones a las que más se recurre, y suelen ser ellas las que lo solicitan. Malos tiempos pues para avanzar en la integración de la mujer en el mercado laboral. No extraña a nadie que la maternidad no deje de retrasarse, que primen las familias de hijo único, que además tengamos una tasa de natalidad en los últimos puestos de Europa y que a mediados de siglo vayamos a ser uno de los países más envejecidos del mundo. Y el panorama en Asturias es incluso peor que la media española.
Para muchas parejas, mantener el empleo de los dos miembros y sacar adelante a un niño es un reto diario: compaginar horarios, flexibilidad en la empresa, tener abuelos o amigos que hagan de «canguro» cuando hay imprevistos…
¿Trabajas o tienes hijos?
Ambas cosas. Y es que sí, se puede, aunque para muchas parejas, mantener el empleo de los dos miembros y sacar adelante a un niño supone inventar todos los días la cuadratura del círculo: compaginar horarios, contar con cierta flexibilidad por parte de la empresa para cubrir imprevistos, pedirle a los abuelos que hagan de «canguros», solicitar ayudas puntuales a familiares o amigos… Con todo, a veces resulta una tarea agotadora. Aquellos a quienes su economía les permita asumir el precio de una guardería, o acceder a alguna ayuda pública para ello, tienen mucho terreno ganado. La gran mayoría de escuelas infantiles cuentan con personal muy cualificado, con experiencia en el aprendizaje a edades tempranas y en la puesta en marcha de programas específicos para estimular y potenciar la creatividad de los niños. El tiempo de guardería es muy importante porque se centra en un periodo fundamental para todo tipo de aprendizaje, para el desarrollo de habilidades sociales, para ganar en psicomotricidad, etc. Por ese motivo, la mayoría de estos centros cuentan con actividades diseñadas por profesionales y encaminadas a potenciar al niño en todos los aspectos. Aprenden jugando a relacionarse entre ellos y con el mundo que les rodea; asimilan claves de cooperación y de juego en equipo; se inician en la expresión corporal y artística; desarrollan la imaginación; adquieren hábitos de higiene personal, etc. La elección de una buena escuela temprana, con experiencia y profesionales, es garantía de tranquilidad.
Mil actividades
Ayuda en casa
Convivir con una persona dependiente en algún grado, o con un mayor que necesite un poco de ayuda extra para labores cotidianas también influye notablemente en la conciliación de la vida laboral y familiar. Cuestiones sencillas como acompañar a una persona al médico o administrar un medicamento a una hora determinada, pueden suponer un reto de organización doméstica. En muchas ocasiones se requiere una ayuda extra mediante una empresa especializada. Es habitual que a través de los servicios sociales del ayuntamiento que corresponda se pueda acceder a algún tipo de prestación, como por ejemplo cuidados a enfermos, labores de limpieza y mantenimiento del hogar, aseo e higiene personal, alimentación, acompañamiento en centros médicos y hospitales, etc. Pueden ser ayudas durante periodos prolongados o puntuales, para sacar adelante una situación concreta como una enfermedad o una lesión.
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