Se lo juro, Doña Engracia, yo no he sido. Este titular no es de mi propiedad, sino del periódico de mayor circulación de Asturies; y si es el más leído será por algo, así que me doy por enterado del progreso entre la noble clase industrial patria. Imagínese si son listos que -según el mismo diario- un viticultor afirmaba: «Arlós tierra de vinos. Elegimos las mejores uvas para que salga bueno». Ingenioso, no me diga que no, eso de usar buenos frutos para obtener los mejores vinos; igual no se les ha ocurrido a los de Bourdeaux todavía y los adelantamos.
Ha sido octubre un mes adecuado para la polémica: que si Catalunya, que si la Fiesta nacional, que si los Premios Princesa.
En el calor del debate se han visto curiosidades y perlas varias; algunas involuntarias, como esta sorprendente aportación de un vehículo de Cruz Roja Langreo a las elecciones catalanas: que el voluntario que la conduce pase a ser «voluntari» y hable de «independencia» pasaría desapercibido en otros tiempos, pero puede herir patriotismos en estos días.
Los Premios de la Princesa han sido contestados de nuevo; dicen quienes protestan que no por dar galardones a la Ciencia, sino por ser propaganda de la monarquía y pasillo de exhibicionistas. Quienes están a favor argumentan que fomentan la Cultura; sorprende que el esfuerzo por figurar estos días en Oviedo no lo hayan invertido, por ejemplo, en evitar el despido de investigadores en el centro de soft computing de Mieres, referencia científica internacional que se desmantela. Algunos comparan estos galardones a los Nobel, si bien Padura ha dejado claro que en Cuba no se conocen; en Mallorca tampoco mucho, la verdad. También debería darnos que pensar que la NBA, siempre tan dispuesta a hacer publicidad de sus franquicias, no haya permitido viajar a los Gasol Brothers. Claro que El País, para rebajar a los suecos de nivel, les adjudicó lo que en algunos países llaman una «be baja».
Correctores, hacen falta correctores; el ahorro en personal lleva al ridículo a empresas de comunicación serias. Veo por ojo interpuesto, gracias a las dotes de observación de mi amigo Jaime Poncela, este titular en la edición electrónica de la Nueva España, «Rajoy: Una coalicción de PSOE y Podemos es lo peor» se toma Jaime el asunto a broma, -por no llorar-, y presenta la pifia como una «aportación periodística al lenguaje»; se pregunta «¿Coalicción será adicción al koala o a la cola?».
En plena corrección del presente texto, surge otro debate, que somos un país con ganas de polemizar: esta cosa de que si las carnes son cancerígenas o no. La verdad es que el ingenio de la gente se ha puesto rápidamente a sacar chistes, pero hay asuntos sobre los que no se debe banalizar; que las carnes rojas no son el alimento más recomendable es conocido, que se deben comer comer más verduras y frutas también, ahora bien, hay que ser sensatos a la hora de explicar las cosas. Sensatos y precisos; enseguida me suena la mensajería electrónica para advertirme (Vicente) de que a la señora ministra se le ha escapado: «…no tenemos que cambiar los patronos de conducta…» Que el gobierno tiene patrocinadores lo sabíamos, que los patrones alimenticios sean correctos está por ver.
Volvemos atrás, hablábamos de «b» y «v», hay que tener en cuenta que son adyacentes en los teclados, pueden originar, por ello, -seamos benévolos-, pequeños accidentes digitales. En ocasiones divertidos; La maleta de Port Bou es una revista seria, con colaboradores que usan la cabeza para pensar, y encima nos lo cuentan; pero hasta el mejor escribano prepara una avería, sobre todo si se expresa habitualmente en catalán. Escribe Jaume Casals acerca de mi admirado Montesquieu; me entero por su artículo de que estuvo casado con la marrana Antoinette López de Villanueva, con lo que me abre una fuente de investigación…(Perdón, antes de seguir, «Marrano, na: Del árabe muḥarrám, adj. Despect. Se decía del converso que judaizaba ocultamente«)
…A ver, que con tanta nota explicativa no avanzamos: Escribía yo que los catalano-parlantes se lían con «b» y «v» fácilmente; Don Jaume también, el hombre, «La torre es famosa por las sentencias griegas y latinas grabadas en las bigas del techo de la biblioteca». Terrible peligro; si en el techo había bigas, -troncos de dos caballos-, el peso, con el paso del tiempo, con la fatiga de los materiales, podría poner en peligro la estructura. Es por ello que suelen tener, tanto aquí como en Francia, unas sencillas vigas que los soportan. A los techos y a las frases en latín.
La Fiesta nacional -la oficial, no la de los toros- tampoco ha estado exenta de polémica. Alguien nos recuerda que América ya estaba allí, que esto de descubrirla suena un poco a prepotencia, y que los nativos no guardan buenos recuerdos de la estancia de los conquistadores. Documentos hay que nos vendría bien leer, al respecto; sea como fuere, a los asturianos nos sentó bien este asunto porque patatas, alubias y maíz mejoraron nuestra alimentación en general, (salvo a los lenenses, que ya comían maíz en La Carisa, según el famoso cartel). Por TVE suelen transmitir el desfile militar, que no entiendo yo por qué hay que celebrarlo así, y le dan mucho bombo a los himnos y a las cabras, que son tan disciplinadas como la tropa, esforzados todos: «…recorrieron los casi tres mil kilómetros entre Atocha y Colón…» ¡Esto sí que es celebrar! Lo menos desfilaron hasta París ida y vuelta, para que se enteren estos gabachos y Europa entera de que estamos saliendo de la crisis.
Semejante prueba de hombría habría sido del gusto de aquel otro gallego que nos gobernó con el título de Generalísimo de los Ejércitos. Volveremos a oír hablar mucho de él por múltiples razones, una de ellas que el año próximo llega una conmemoración de esas redondas, que tanto suelen gustar a las editoriales de fascículos, se cumplirán 80 años del alzamiento militar. Como aperitivo publica Ángel Viñas «La otra cara del Caudillo», en la que habla de los negocios desconocidos de Franco; lo comenta Tino Pertierra en una columna dominical y subraya un asunto inmobiliario en el que pusieron como responsable a Carmen Polo, «El arrendamiento se estableció por un periodo de ocho años, es decir, hasta el 31 de septiembre de 1959. Quizá se tratase de un regalo de Franco a su mujer en el XV aniversario de su proclamación como jefe del estado. O no».
Efectivamente, o no, expresión a la que nos ha regresado el gallego que manda actualmente. Con esa manía de etiquetar folklóricamente a los pueblos ibéricos, hacemos chistes de gallegos que ocultan sus verdaderos propósitos; este arrendamiento podría ser, por ello, una astuta maniobra: habida cuenta que septiembre tiene sólo treinta días, el contrato sería indefinido. Como no tengo datos me callo; termino estas líneas con un problema de Geografía, ciencia que debería ser más inmutable, pero que los crucigramas nos modifican de tarde en tarde; Diario de Mallorca del sábado tres de octubre, once horizontal: «Provincia de Castilla y León»; respuesta (tuve que ir a Soluciones, para creérmelo), ¡Álava!