La han eliminado de la Copa de fútbol. Ya había avisado Croacia, que dejó en evidencia la altanería de Ramos, con cinco errores graves por exceso de confianza; Italia envió a los del marqués para casa. Pese a ello el PP volvió a ganar las Elecciones, para que luego digan del fúrbo y la política; erraron quienes pensaron que el presidente de gobierno en disfunciones y su séquito, como los futbolistas, tendrían que hacer las maletas, así que vamos a preparar nosotros las nuestras y pensar en vacaciones. Uno de los sitios habituales de los nacionales es la Costa del Sol, colonizada por europeos de pasaporte y otros que quieren dejar de serlo; se habla tanto inglés por las playas malagueñas que en Benalmádena hemos obtenido esta foto:
Desde las ciudades turísticas del sur se suelen organizar excursiones a Gibraltar, que andan los llanitos preocupados por lo de la salida, y otras que cruzan el Estrecho. Si vas a Tánger y eres aficionada a la cocina, puedes traerte un tarrito de una curiosa mezcla de especias que llaman ras al hanut, lo mejor de la tienda, que los franceses han (lógicamente) afrancesado en ras el hanout, a la par que lo traducen de una manera horrible, la cabeza del tendero. Para completar el cuadro, a la hora de buscar recetas con este condimento, me encuentro un variado muestrario, sencillo de realizar, pero no siempre bien explicado en cristiano: «Desharemos el cous cous con un tenedor que ya tendremos echo anteriormente, y echaremos junto las verduras y el frankfurt, pondremos sal y el ras al hanout».
Me ha deshecho, la explicación; lo del tenedor no lo entiende ni San Pedro. Le discuten por cierto al de las llaves que sea patrono de Gijón; fue nombrado por una señora de carné socialista, que no parece el más adecuado para opinar de santos, así que cada año polémica, al igual que con las medallas metálicas con las que premian los amores a la ciudad. Este año se lo dieron a la cadena SER, que hace veinticinco años inició una fórmula original, Radio Minuto; fue un éxito aunque a mí llegaba a ponerme nervioso de tanto dar las horas. Tuve la suerte de ver su nacimiento porque trabajaba en una empresa que colaboró a equipar las oficinas. Luego fue girando de objetivos y se dispersó el innovador equipo original; se me apareció uno de sus responsables reconvertido desde comentarista de música ligera a opinador de ópera. Fue una sorpresa, sobre todo cuando le oí decir, tan campante, «ha sido una magnífica versión de Las noches de Fígaro en el Campoamor». Sabe la lectora que en el título de Mozart son Las bodas de Fígaro, ¿a cuento de qué el cambio?, pues a que el original, en italiano, dice Le nozze di Fígaro. Traducción macarrónica.
No está nada mal tampoco el comentarista de Radio Nacional que nos explica que «acabamos de escuchar la Sinfonía del Nuevo Mundo, número 9 de Borja«. Es que, de verdad, ¿quién es capaz de leer correctamente una palabreja como Dvořák? ¡Y no digamos intentar pronunciar el ordinal de la sinfonía: «Novosvětská»! Hay que tomar el checo con humor, igual que quien quiso explicar a los forasteros, con motivo del Martes de Campo ovetense, qué es esa gloria de la asturianía a la que nosotros llamamos bollu preñau.
Los de la capital tienen su guasa, a veces; han dado uno de los premios de la Princesa a estudiosos del cambio climático, para hacer de rabiar al prestigioso científico ecologista Mariano Rajoy, que siendo ministro ya dejó demostrado que eso de la alteración de la climatología era un cuento chino. Para quien no lo recuerde le contaré que lo explicó de una manera clara y definitiva: «Tengo yo un primo en la Universidad de Granada…» el cual pariente le había asegurado que ni cambio ni nada; inventos. De igual parecer eran los cerebros de la fundación FAES, los que le dan guiones ideológicos a Josemari; el Aznar más internacional aseguró siempre que los que hablaban de turbulencias en la capa de ozono eran fundamentalistas. Ahora que, -según sugiere E. Lagar en LNE-, los osos pardos podrían pasar a degustar el menú del día por Cogersa, como se ha comprobado en el basurero de Sarikamis en Turquía, ahora que los osos polares no tienen hielo en el Ártico y bajan a tomar el vermú a Oslo, ¿cómo lo explicará la Faes? Miren si andan revueltas las cosas por los cielos que en el archivo tengo estas dos fotos, la de la derecha es del 14 de abril a las diez de la noche en la Gran Vía madrileña, indicando temperatura que podrías calificar de estratosférica, más justamente que siberiana; la de la izquierda me la envía Chus, ciudadano de Cimavilla (gracies, ho) y parece representar una terrible helada en Gijón a 20 de junio. ¡Que no está cambiando el clima…!