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domingo 24, noviembre 2024

El cine de Terror

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La foto no es buena. En Langreo, la iniciativa de Silgado montó una feria de coleccionismo en Navidad, que incluía toda clase de estampas, cromos y cacharros; en una esquina había una pequeña exposición sobre la censura del cine durante el franquismo, y allí encontré este cartel, tras un cristal. Lo reproduje como pude, un poco menos claro por los reflejos.


La Iglesia católica tenía mucha mano de obra y daba un servicio completo a sus clientes, que eran el 120% de la población española; entre otras cosas les decían qué publicaciones debían leer, qué canciones podían escuchar y qué películas podían ver. Entre las peores de lo más peor estaba «Gilda»; las curvas de Rita Haywort le habían dado otros problemas, que se saldaron pintando un poco más los escotes, por ejemplo (Ver. «La censura franquista en el cartel de cine», de Cultura Colectiva), pero aquí ya hubo que recurrir al espíritu de la Cruzada. Manifiestos como el que adjuntamos intentaban presionar a los propietarios de los cines; en Madrid un cura dirigía diariamente a un grupo de beatas rezando el rosario ante la sala de proyecciones. ¿Rezando para qué? Por la salvación de las almas de cuantos difundieran, anunciaran, proyectaran y vieran tal película, que arderían en el fuego eterno.

La Junta de censura, formada por los pilares del Régimen, privó de ver buen cine o mutiló buenas películas, en ocasiones con planteamientos patosos («Los 5 casos más ridículos de la censura en el cine», en Al blog vendrás, arbeyu). El más hilarante fue el de «Mogambo»; la guapísima y elegantísima Grace Kelly, -¡había que ver qué modelos llevaba esa chica a la selva! -, caía en las garras del machísimo Clark Gable, para celos de Ava «Pantera» Gardner. Como eso del adulterio era cosa prohibidísima, no podía aparecer en pantalla, los guionistas de la Falange, con ese ingenio propio de la genuina raza hispánica que los caracterizaba, rápidamente transformaron al débil marido que traía de casa la Kelly: lo convirtieron en su hermano. Con lo cual el pecado aumentó de grado: de adulterio pasó a incesto.

Dicen que dijo un tal Padre Ayala (Ciudad Real, 1867) que «El cine es la calamidad más grande que ha caído sobre la Humanidad desde la de Adán y Eva» ¡Qué manía tienen, la verdad! Primero se metieron con el teatro, luego fue el baile…Paréntesis: a ver si un día hablamos de esto, que dio mucho juego; por ejemplo, los datos sobre cómo debía la chica colocar los codos para que el varón no generara rozamientos, sirven para trabajar la zona en básquet…A lo nuestro, no nos despistemos: más adelante les dio por perseguir el cine, por lo que se ve el único espectáculo lícito es la misa. Pero tiene poco éxito; la puesta en escena puede llegar a ser espectacular, lo reconozco, aunque tiene poco ritmo y el guión es más bien cansino.

Y claro, en el pecado llevan la penitencia. La censura era tan absurda que Gilda triunfó sin necesidad de cortar un fotograma: sale la buena de Rita quitándose un guante mientras se contonea; como la gente no podía entender que eso fuera motivo de una guerra de religión, enseguida se corrió la especie de que se había suprimido una escena de striptease. Las salas se llenaron. Como venganza hacia aquellas mentes apocalípticas, ahora un blog de cine lleva el nombre de Padre Ayala. En el cartel que nos ocupa, los geniecillos justicieros de la imprenta, dataron el texto el «9 de enero del año del Señor de 1948», en la localidad grancanaria de Terror.

¿Que no sabe dónde queda? Sí, mujer, un alma caritativa escribió debajo, a mano, el nombre correcto, Teror; por ahí cerca anda la Virgen del Pino, desconozco si le gusta el cine. En la misma exposición he podido ver más joyas de la censura o, al lado de la proclama eclesiástica, la civil, de todo un señor alcalde canario. El hombre, de acuerdo a lo que manda la Santa madre iglesia y por si fallaba «la docilidad de nuestros diocesanos», que cita Antonio, obispo, dicta un bando prohibiendo que se proyectara, se viera o siquiera pasasen por sus calles las latas con las cintas de semejante engendro del demonio.

Estas cosas suenan raras leídas al día de hoy, pero la atmósfera opresiva sobre quienes las soportamos no se olvida. ¿Se imaginan ustedes a la alcaldesa de Riosa publicando un edicto para que la gente no ponga Quo vadis en la tele? Rouco Varela la anatematizaría por perseguir cristianos. Bueno, pues eso, pero al revés.

En fin, Pilarín…menos mal que afortunadamente nos estamos iniciando en este prometedor siglo XVIII; desde Oviedo me llega la noticia de que se acaba de publicar un estudio sobre un tal Benito Feijoo, -benedictino, me dicen-, que parece defender que avancen las ciencias sobre las supersticiones. A ello uniremos la bonanza económica; si creemos los titulares de TVE1, (y debemos creerlos, por esa diaria información equilibrada, equitativa, nada mediatizada por el Gobierno), el Banco Central Europeo nos garantiza la estabilidad financiera hasta 2107. ¡Inaudito logro!, no me extraña que chicas y chicos de la foto salgan con ese aire dinámico; donde hay buenos gestores se ve enseguida.
paz eterna

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