¿Puede llamarse deslenguadas a aquellas personas que no usan bien la lengua? ‘Con las manzanas podridas del PP de Madrid se podría inaugurar la mayor sidrería de Europa’, afirma una diputada de la oposición. ¡Qué falta de respeto, deslenguada! ¡Cuánta incultura! ¿Desde cuándo, querida amiga madrileña, la sidra se hace con manzana podrida? Antes al contrario, la tendencia es a seleccionar con esmero manzana autóctona, más sidrera que ninguna. Cuadriplicar la producción es el objetivo, y para ello hay que mimar y hacer crecer las pomaradas; que ya lo decía el cantor, muncho me gusta la sidra, por eso planto pumares.
«¿Qué es lengudo?», pregunto al camarero. «¿Cómo? ¿Lengudo?». «Lengudo relleno, dice el cartel». Tarda en darse cuenta. «¡Lenguado, hombre!». ¡Ah! Es como si la sidrería Los cuatro gatos hubiera preparado el cartel para sorprender a turistas madrileños de paso por Langreo. ¡Es otro mundo, Madriz! TVE, cada día más «nacional», edita una serie de anuncios en los que las víctimas de accidentes de carretera cuentan sus crudas vivencias. Sale una señora, obligada por las lesiones a vivir sobre silla de ruedas, y dice: «Tú tienes un cuerpo y crees que te va durar toda la vida». Pues sí, amiga, esa esperanza tiene uno; lo habitual es que el cuerpo te dure hasta que feneces. Otra cosa es el estado de mantenimiento y funcionalidad.
Cuando se habla no hay posibilidad de hacerlo con borradores, de modo que solamente se puede rectificar a posteriori… Radio universitaria de Alcalá de Henares entrevista durante una hora al escritor Ramiro Pinto, de extensa obra. Dice la locutora: «Ahora vamos a hablar de otra publicación, La curva del curvo, en la que…» Ellos en el estudio y yo a este lado del receptor nos quedamos en silencio… «¡Uy, perdón, el cuervo, La curva del cuervo!«.
No es que queramos hoy meternos con la gente de la zona centro, es casualidad. Hasta aquí habíamos escrito sobre letras, pero los de números tampoco van mal, como se puede observar en el anuncio de una conocida cadena comercial. Aseguro que lo he mirado varias veces por si estuviera trucada la foto, pero no lo parece. A mayor número de prendas compradas, más caras ¡Hacen bien, que vivís por encima de vuestras posibilidades y luego generáis crisis gordísimas!
Volvamos a casa. José Luis García Martín, que es del norte y de Letras, termina liándose cuando roza unas cifras. Veamos: comenta la publicación de El diario de Sintra, descubre unos errores de fechas, y nos advierte que la equivocación de la contraportada es reproducida literalmente por Babelia (El País), lo que le permite darnos lecciones. Según él, tal hecho «nos advierte del poco caso que debemos hacer a las recomendaciones de los suplementos culturales…». Y puede que tenga razón, él sabe de suplementos, ha pasado del diario de mayor circulación en Oviedo al de mayor tirada en Gijón, lo que no le evita salir de vez en cuando en esta página; sigue su comentario: «…que en vuena medida siguen practicando la crítica solapada -ahí está sembrado: se refiere a que han copiado la solapa del libro, ¿saben?-, el corta y pega de la publicidad editorial». ¡Hasta el inocente de mi ordenador me hace una buena corrección del término!
Ahora, que para dato el que nos aporta César González Antuña, acerca de la historia de la extensión del Ferrocarril de Langreo por San Martín del Rey Aurelio. Cuenta cómo la ubicación de la estación dio lugar a la preeminencia del patronímico Sotrondio sobre otros más comunes, y en la narración se ve que el actual problema de obras eternas ya existía entonces. «Reanudados los trabajos el ritmo va muy lento en 1883, ya que los propietarios de los terrenos… se resistían a las expropiaciones -¡vaya, sería raro!-. Así en octubre de 1984 se emite una real orden: o se siguen las obras o se pierde la concesión». ¡Y la gente de Langreo se queja en estos días de la lentitud en el soterramiento! Aquello sí que era retraso. Un siglo.
Iniciamos el artículo citando errores orales. Es conveniente ser benévolos con ellos, porque, verbigracia, rellenar un programa de cocina hablando continuamente es complicado. Es una moda que copian del de Zarautz, con un cierto peligro, porque no todo el mundo tiene la misma fluidez verbal. Le dan a la lengua, a la par que perolean, dos hermanos repetidos que salen en TVE1. Seguramente entenderán de cacerola; la lengua, en cambio, les patina: «Hacemos un tutti frutti de frutas«. Ya, hombre, sería lo normal, si es frutti (frutas) no puede conviene hacerlo de leguminosas. En ese supuesto ¿cómo podría expresarse con su habla?, ¿un tutti garbanzi, quizá?
Debo corregir, otro sí, al esforzado Alfredo, que pelea como un bravo para mantener la actividad anual de poesía y música en San Miguel de Escalada, magnífico monumento visigodo de León. Este año, como es costumbre, editan un pequeño y hermoso libro con las obras que se habrían de recitar. En el prólogo, Alfredo polemiza amistosamente sobre concordancias latinas con el catedrático Maurilio Pérez. Como hasta el más docto echa un borrón, es seleccionado nuestro amigo en el segundo volumen del Ágora de la poesía, (otro milagro digno de señalar, cincuenta meses de vida y dos libros antológicos), y en el poema que le publican habla de «hemorragia de sangre». Espero que no se convierta en frase hecha, porque ya me cansa el teclado de repetir que todo el erario es público o que todas las citas son, necesariamente, previas. Alfredo, Ramiro, Xavier: la hemorragia, por definición, no puede ser más que de sangre. Un profesor de Literatura de la Universidad de Oviedo, nos alertaba contra estos errores, aludiendo, como habíamos hecho unas líneas más arriba, a las leguminosas. Ante la tonta expresión «un alud de nieve», que también es habitual hoy día en los telediarios, ponía cara de resignación y replicaba: «¿De qué va a ser, si no, hijo mío, de qué va a ser? ¿De garbanzos?».