La costumbre, como tantas otras, nos vino importada de USA; allí las emisoras de radio dan las horas explicando los diferentes husos. Aquí, cuando las cadenas se modernizaron, empezaron con aquello de ‘son las diez, las nueve en Canarias’, que tantas bromas nos ha permitido.
Parece ser que también hay diferencias con otras comunidades autónomas; así el Ayuntamiento de la Oliva (Valencia) permite un aparcamiento máximo de 20 minutos para los castellano parlantes y solamente diez para quienes lo lean en valençiá. Extraña discriminación en la que no han caído los independentistas.
Leo la información en el diario Levante, que tiene un subtítulo que me encanta, El Mercantil valenciano. Pertenece al grupo EPI (La Nueva España) y tiene una maquetación igual al Diario de Mallorca. Los crucigramas son los mismos, así que en cualquiera de los tres periódicos puede encontrarse una cosa tan pintoresca como: «Instrumento musical de viento parecido a la dulzaina» Respuesta: «Oboe». ¡Ay, si Agapito Marazuela, dulzainero mayor de Segovia, levantara la cabeza!
En la comunidad valenciana se han calmado las aguas en el tema lingüístico, removido con muy mala fe por algunos que ahora se enfrentan a penas de cárcel por asociación de malhechores. Serán los presos con los trajes mejor cortados del mundo. Se empeñaron en denunciar un «imperialismo catalán» y prometieron una enseñanza básica trilingüe, castellano-valenciano-inglés; no hubo ni dinero, ni, -sobre todo-, maestros para tamaño empeño.
Es bueno aproximarse a otras lenguas, me encanta como dicen aquí «visto bueno», «vist i plau», o sea, «me agrada». Leo que la Universidad Popular, fundada ni más ni menos que por el perseguido Blasco Ibáñez, celebra sus 115 años con una actividad sobre mujeres creadoras; el redactor titula: Una universitat am bulleres violeta». Muy propio, -gafas violeta-, para ver este mes de marzo en que las señoras han decidido pararse ante una sociedad que las maltrata.
La mascletá pregona con pólvora la primavera de Fallas y deja el centro de la ciudad sembrado de miles de latas de cerveza en apenas una hora. Tanta basura metálica tirada serviría para construir otro Guggenheim, o para cubrir la obra de Calatrava en la que se desplomó el trencadís mal pegado. (Calatrava pagarà de la seua butxaca el nou trencadís del Palau… La UTE Dragados y Acciona garantizarán la obra por 10 años y el Palau será indemnizado con 232.000 euros por las óperas suspendidas. Diari L’Aveu)
No podemos despedirnos sin hablar de fútbol. Desafortunadamente por noticias luctuosas; de una parte, se ha muerto Quini, de quien todo el mundo habla bien y se llenan de loas las páginas de los diarios; de otra, un modesto funcionario de la Federación, también querido, al parecer, pero al que despachan con breves notas. Escasas y terriblemente incorrectas; firma N.L: «…sin que ni siquiera la autopsia determinara las causas concretas de su muerte. Deja esposa, Manuel Rodríguez, y tres hijos, además de Fernando, Valentín y Francisco…« Un caso sin precedentes en el balompié; menos mal que la esquela dice otras cosas más comunes, sino se quedaría uno con la idea de que este señor, aparte de muy mala suerte para morirse, está casado con un caballero y ha tenido, -prolífico varón-, seis hijos.