El Centro Internacional Niemeyer, el proyecto que revitalizó a la ciudad avilesina y sorprendió al mundo entero con su empuje, atraviesa ahora sus horas más bajas.
Por eso, ante la incapacidad de la clase política para llegar a un acuerdo sobre su gestión, son ahora los ciudadanos los que han decidido tomar cartas en el asunto uniéndose en un Grupo de Apoyo al Centro. Suya es la decisión de liderar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que les devuelva lo que consideran suyo: el Espíritu Niemeyer.
La historia del Centro Niemeyer se remonta al año 1989, fecha en la que el conocido arquitecto Óscar Niemeyer recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. En 2006 y con motivo del 25 Aniversario de la Fundación Príncipe de Asturias, decide regalar a la región el diseño de su mayor proyecto en Europa: el Centro Niemeyer. Al año siguiente, la Fundación Óscar Niemeyer comenzó a programar actividades culturales de repercusión mundial. En 2008 se puso la primera piedra del Centro y en pocos años se logra algo impensable: sin estar inaugurado el equipamiento ya era conocido en todo el mundo, llegando a crear una comunidad ilusionada e identificada con la marca del Centro. Numerosas personalidades del mundo de la cultura como Kevin Spacey, Woody Allen o Brad Pitt, lo visitaron y apoyaron el proyecto. Durante el periodo comprendido entre agosto de 2010 y agosto de 2011 se convirtió en la institución cultural española con mayor presencia y proyección en los medios de comunicación nacionales e internacionales.
En la primavera del año 2011 tuvo lugar su inauguración, lo que supuso para Avilés un gran impulso en la marca de la ciudad. El 22 de mayo de 2011 Foro Asturias gana las elecciones regionales y en octubre de 2011 comienzan las críticas del nuevo Gobierno al Centro, afirmando la existencia de “graves irregularidades en sus cuentas”. La reacción en las redes sociales no se hizo esperar, logrando en apenas una semana el apoyo de más de 9.000 seguidores. Se creó el Grupo Yo Apoyo Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer. A partir de este momento la ciudad de Avilés y numerosos asturianos se han volcado en apoyar al Centro a través de numerosas iniciativas ante lo que a todas luces consideran un intento de desprestigiar a la institución. Los comercios y las ventanas de particulares lucen carteles rojos de aliento al Centro, mientras esperan expectantes la resolución del conflicto.
Finalmente el Gobierno del Principado decide echar el cierre al Centro, suspendiendo todas sus actividades y traspasando la gestión del complejo cultural de la ría a la sociedad pública Recrea Asturias, entidad que también gestiona el Museo Jurásico de Colunga y La Laboral de Gijón. Agustín Gutiérrez, portavoz del Grupo Apoyo al Centro Cultural Internacional, regenta un café muy próximo al Centro Niemeyer. Junto con Víctor Velasco, miembro también del colectivo, hacen un repaso de las acciones que el Grupo Apoyo Centro Niemeyer continúa emprendiendo.
-¿Quién forma el Grupo de Apoyo al Niemeyer?
Víctor Velasco: Es un movimiento ciudadano abierto, que en este momento reúne a 3.200 personas. La plataforma empezó a formarse en el momento en que nos enteramos del problema que había surgido con el Centro Niemeyer. Con nuestra iniciativa queremos involucrar a toda la ciudadanía para luchar por lo que estaba sacando Avilés adelante. El tiempo corre en nuestra contra, porque la proyección internacional del Centro se va diluyendo. La ciudadanía tiene que decir: ‘este sueño es nuestro, lo vamos a volver a levantar entre todos, y vamos a forzar a los políticos a que lo defiendan’.
-Presentasteis una IPL ante la Junta del Principado de Asturias que no prosperó, pero tenéis previsto volver a intentarlo.
V.V.: Sí, se trata de una propuesta de ley que regule la función y el desarrollo de un patronato consensuado que represente a la sociedad civil y política, bajo la presidencia de Óscar Niemeyer. Dicho patronato estaría compuesto por la Junta General del Principado, el Gobierno de Asturias, el Ayuntamiento de Avilés, el Gobierno de España, la ciudadanía de Asturias y personalidades relevantes del mundo cultural, internacional, diplomático o empresarial.
Quisimos presentar la propuesta para acabar con los devaneos políticos y garantizar una gestión transparente. Se denegó por problemas jurídicos, pero estamos buscando la forma de solucionarlos. Para presentarla como una propuesta de ley necesitamos 10.000 firmas de personas mayores de edad y empadronadas en Asturias.
En el caso de que no podamos presentarlo recogeremos igualmente las firmas, para que se vea la presión popular y quede de manifiesto que la gente quiere que el Centro vuelva a ser lo que era. Hasta la fecha estamos recibiendo mucho apoyo tanto en Asturias como en el resto del país y fuera de él.
“El tiempo corre en nuestra contra, porque la proyección internacional del Centro se va diluyendo”
-Con un tema tan candente, en el que abundan las informaciones cruzadas, ¿cómo saber lo que está pasando?
Agustín Gutiérrez: Realmente hay mucha desinformación, y no sabemos bien a qué se debe, tal vez hubo intereses en echar tierra sobre este proyecto. El Consejero de Cultura dice que en la gestión del centro hay “graves irregularidades”, pero si dentro de un año se demuestra que todo es falso, ¿quién nos paga el daño moral de haber perdido el Centro Niemeyer? Y si tienen razón ¿por qué no han ido a los juzgados desde el principio a denunciarlo? Nosotros vemos que la finalidad de estas actitudes era exigir más presencia en el proyecto, no salvarlo.
-¿Hace falta perspectiva para ver la trascendencia de que Asturias pierda este Centro?
A.G.: Es lo que nos falla. La gente no ve la importancia de que el Centro tenga un carácter internacional; con el Niemeyer estamos jugando en las ligas superiores, en las que sólo hay ocho centros culturales en el mundo. En la prensa salen los sueldos de los directivos, pero nadie hace la comparativa de lo que cobran los directivos de los centros culturales más importantes. Y sabemos de buena tinta que en la empresa privada a Natalio Grueso director del Centro Niemeyer se lo rifan, y le ofrecen tres veces más de lo que cobra ahora. El Niemeyer es un gran centro cultural que se está creando, y hay que darle un tiempo de desarrollo, porque solo lleva inaugurado siete meses, que además han sido acumulando éxitos.
Estamos ante un momento histórico. Si dejamos pasar este tren, luego lloraremos por las esquinas, porque ya no volverá a parar aquí. La gente debería pensárselo un poco, porque luego dirá a sus hijos: ‘dejamos pasar la oportunidad de hacer historia’.
-¿Cómo es posible que los ciudadanos tengan que pelear por un proyecto de esta envergadura?
V.V.: Nosotros nos vamos dando cuenta de que los tiempos políticos van por un lado y los tiempos de los ciudadanos van por otro, así que siempre es mejor que sea la gente la que respalde los proyectos y las ideas. La ciudadanía tiene que liderar este movimiento pero es verdad que no puede sola, y necesita apoyos políticos. Pero de momento somos nosotros los que tenemos que buscar esa solución, hablando con todas las partes, proponiendo y pacificando en algunas ocasiones. Estamos tratando de involucrar a todo el mundo.
-¿Sorprende lo que está pasando?
A.G: Fuera de Asturias muchos se echan las manos a la cabeza y dicen: ¿cómo se tira este proyecto abajo, si cualquier ciudad mataría por tener un Niemeyer? ¿Por qué destruir algo que estaba funcionando? ¿Qué revanchismos personales hay ahí? No se puede entender que un gobierno que está en minoría esté haciendo esto, y que los demás partidos se lo permitan. Si realmente esto interesa, tiene que haber una unión para luchar contra este caciquismo.
-¿Apoyar el Centro es apoyar al equipo que levantó este proyecto?
A.G.: Los edificios son magníficos y están ahí, pero es el equipo el que le da vida. Y de hecho Óscar Niemeyer en una carta recuerda y da las gracias al equipo de Natalio Grueso porque le han dado al Centro la proyección que él pensaba. De otra forma los edificios son fríos, les falta el alma, y eso es lo que les estaba dando este equipo. Fueron ellos los que consiguieron que la gente hiciese suyo el Centro, que ya tenía gente a diario, mayores y jóvenes que iban a pasear a su plaza, a patinar, a las exposiciones, al cine, disfrutando de ese espacio al lado de la ciudad: ése es el “Espíritu Niemeyer”.
-¿Qué significado tiene para los avilesinos el Centro?
A.G.: Es algo que fue uniendo a la gente. Un lugar para soñar y para decir “estoy en el mundo, el mundo está ahí y nosotros somos parte de él”. Eso no lo teníamos hasta que llegó el Centro Niemeyer.
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