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lunes 25, noviembre 2024

Comedores sociales, cuando alimentarse es un lujo

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Cada día más personas engrosan las colas para acceder a los comedores sociales asturianos. Además de las peticiones habituales, desde hace un tiempo las llamadas cocinas económicas atienden a ciudadanos que hasta hace poco disfrutaban de una vida sin dificultades económicas. Son las consecuencias de una crisis que ha llevado a la pobreza a quienes nunca se habrían imaginado en dicha situación, personas que en muchos de los casos, tienen que elegir entre pagar la comida o abonar la hipoteca, comprar medicinas o encender la calefacción.


Desempleados de larga duración, familias con todos sus miembros en paro, jóvenes que no consiguen su primer trabajo, personas sin hogar, mayores con cargas familiares y sin cobertura social… Los perfiles se han multiplicado. En Asturias existen varios comedores sociales. Algunos, como el de Oviedo o Gijón, son centenarios; otros, como el creado en Langreo, apenas tienen meses de vida, pero todos ellos tienen el objetivo de proporcionar una alimentación equilibrada y completa a todas aquellas personas que lo necesitan. La mayor parte de los comedores son de carácter gratuito, mientras que en algún caso los comensales han de abonar una cantidad «simbólica».
A la hora de cuantificar la pobreza y la exclusión social en el Principado de Asturias se debe echar un vistazo a los datos de una de las instituciones de mayor alcance social, Cáritas Asturias. Según el balance del pasado 2011, esta entidad atendió a 24.883 personas, de las cuales 9.715 acudían por primera vez a la institución y 1.829 eran personas sin hogar. También las llamadas Cocinas Económicas son un buen termómetro para determinar cómo crece la pobreza en la región. Y por desgracia, el saldo que arrojan en este año 2012 no es positivo: el número de personas que acude a los comedores sociales no deja de crecer. Es el caso de la Cocina Económica de Gijón. «Hay al menos 350 personas todos los días, damos 200 comidas y 150 cenas, cuando hace algunos años no superábamos las 120 comidas», cuenta Mariasela Cueto, directora de la Asociación Gijonesa de Caridad. Las colas que se producen cuando llega el momento de abrir el comedor de la calle Mieres 17, en Gijón, también han aumentado.

Conforme crece el número de personas con dificultades para la subsistencia también aumenta la solidaridad: el arma que resiste los envites de la pobreza.

Esta religiosa, que lleva diez años al frente del comedor reconoce que «éste es un momento delicado, sobre todo porque no se ve el final del túnel. Hasta aquí llegan muchas personas pidiendo ayuda». La labor que realizan estos equipamientos es vital para un sector de la población que se encuentra en situación de vulnerabilidad; además, en muchas ocasiones los comedores no sólo ofrecen alimento, sino que acaban convirtiéndose en un lugar de referencia donde encontrar ayuda y asesoramiento para otras dificultades. «Al final, es mucho más que una comida -explica Mariasela- porque tienes que saber leer las situaciones, estar cerca de las personas y asesorarlas. A mí me duele ver a las personas viviendo situaciones tan difíciles, pero no todo es negro, y a veces ves gestos muy bonitos».
Los que trabajan «al pie del cañón» afirman sin dudarlo que el rostro de la pobreza ha variado en los últimos años. Si antes el comedor sólo era frecuentado por personas sin techo, ahora vienen también usuarios que se han quedado sin trabajo y que en un plazo de tiempo muy corto se ven abocados a acudir a la beneficiencia. «Para ellos esta situación es muy fuerte -añade Cueto-, necesitan apoyo psicológico y también en muchas ocasiones, asesoramiento jurídico, ya que tienen otro tipo de dificultades a las que no pueden hacer frente por falta de recursos».
En Oviedo ocurre tres cuartos de lo mismo. A la una del mediodía comienzan a darse las comidas en el número 6 de la calle San Vicente, y antes de esa hora ya empiezan a desfilar los que requieren esta ayuda, muchos de ellos parados menores de 50 años y también mujeres que tienen hijos a su cargo. Pueden ser cerca de 200, aunque las cifras varían según los días. «De momento estamos respondiendo a toda la demanda que tenemos, que es mucha, pero vamos a ampliar la cocina porque ya nos resulta un poco pequeña», explica Esperanza Romero, directora de la Cocina Económica de Oviedo.

Las llamadas Cocinas Económicas son un buen termómetro para determinar cómo crece la pobreza en la región. Y por desgracia, el saldo que arrojan en este año 2012 no es positivo: el número de personas que acude a los comedores sociales no deja de crecer.

La comida en este comedor tiene un coste de 50 céntimos, aunque si no se dispone de esa cantidad nadie deja de recibirla. Romero también apunta el cambio de perfil de los nuevos pobres: «al comedor llegan ahora personas a las que no esperarías ver por allí, gente con cultura, que ha estado trabajando y que ha llevado una vida más o menos normal».
La directora de la Cocina también ha constatado el incremento de peticiones de los programas para familias: «es un servicio que lleva Cáritas en coordinación con el Ayuntamiento para familias sin recursos que tienen menores y que vienen a buscar la comida». De esta forma se evita que los niños frecuenten el comedor y las familias mantienen su estabilidad.
El comedor de Amicos, en la Calle Campoamor de Mieres, da una media de 30 comidas diarias. El trámite para acceder a este servicio es muy sencillo. Los usuarios se ponen en contacto con una trabajadora social que les acredita como comensales. A partir de ese momento podrán disfrutar de una comida diaria -el almuerzo- y podrán llevarse a casa una bolsa con comida para la cena o el desayuno. «Nosotros aquí no podemos darles la cena pero se llevan leche, galletas, yogures, bollería, bocadillos… lo que tengamos» comenta Carlos Muñiz, presidente de la Asociación Mierense de la Cocina Solidaria. El coste de la comida es de 1 euro, pero sólo para aquellos comensales que estén en condiciones de pagarlo.
En Amicos trabajan, además de una cocinera y una trabajadora social, muchos voluntarios, gente que encuentra tiempo para preparar, servir las comidas, recoger, limpiar y en muchos casos relacionarse con los comensales. «En nuestro comedor sólo recalan personas con una situación muy desesperada, gente con problemas de soledad que no cuenta con apoyo familiar», explica Carlos Muñiz,. El hecho de pertenecer a una población pequeña en la que todo el mundo se conoce impide que sean más las personas que utilicen el comedor, por vergüenza de que se conozca su situación. Aún así, la Asociación recibe cada vez más peticiones de todo tipo: «vienen pidiendo comida para llevar a casa, dinero, u otras cosas. Nosotros no podemos atenderles e intentamos orientarles y dar salida a las demandas a través de otras organizaciones como Cruz Roja o Cáritas».

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Los recortes, y las medidas macroeconómicas que está aplicando el Gobierno -además de afectar directamente a los ciudadanos- repercuten en las empresas y colectivos que llevan a cabo obras sociales.

Lo que preocupa especialmente a los responsables de los comedores sociales es la llamada «pobreza invisible», ya que muchas de las familias que pasan grandes apuros para salir adelante, cuando se acaba la ayuda que puedan recibir de su entorno más cercano, malviven en sus hogares, retrasando al máximo pedir ayuda a instituciones o acudir a las cocinas económicas.
Para paliar este tipo de situaciones organizaciones como Cruz Roja o Cáritas preparan «lotes de emergencia» con alimentos básicos, destinados principalmente a núcleos familiares. Amicos se ha sumado recientemente a esta iniciativa ante el aumento de familias con necesidades extremas: «tenemos una reserva de alimentos no perecederos: legumbres, arroz, galletas… y con lo que tenemos de stock preparamos un lote de emergencia. En nuestro caso es sólo una ayuda puntual que ofrecemos cuando nos sobran alimentos, porque no nos dedicamos a esto».
Los recortes y las medidas macroeconómicas que está aplicando el gobierno -además de afectar directamente a los ciudadanos- repercuten en las empresas y colectivos que llevan a cabo obras sociales. La falta de ayudas y subvenciones dificulta la tarea de muchas entidades que ven peligrar sus ingresos. «El problema -comenta Mariasela Cueto- surge porque las organizaciones que recibieron subvenciones y ayudas de entidades como Cajas de Ahorros, ahora se ven muy afectadas por el fin de estas ayudas. Nosotros, ahora mismo, no estamos mal, y aguantaremos al menos dos años, pero confío en que las medidas de recorte acaben pronto y en algún momento se recupere el estado del bienestar, porque estamos un poco asustados».

Solidaridad, el arma anticrisis

No todos los datos son negativos. Conforme crece el número de personas con dificultades para la subsistencia también aumenta la solidaridad: el arma que resiste los envites de la pobreza. En Asturias los comedores sociales funcionan en gran medida gracias al trabajo desinteresado de muchos voluntarios. Y, lejos de disminuir, ante la creciente demanda aumenta el número de personas, empresas y otros colectivos dispuestos a echar una mano de formas muy diversas: transportando o preparando los alimentos, sirviendo en el comedor o con donativos económicos.
María Velasco, coordinadora del Banco de Alimentos de Asturias, explica que ellos también lo han observado: «El incremento de la solidaridad es muy notable, en el año 2010 fueron repartidos más de 1.550.000 kg y en año 2011, 2.300.000 kg. En estos años han descendido las donaciones de empresa (por la situación que están pasando) pero la sociedad se ha involucrado y hace posible todos los días nuestro trabajo. Esta sociedad está muy sensibilizada y ve muy cercana la crisis y sus afectados. Todo el mundo conoce a alguien que recibe alimentos o cualquier tipo de ayuda. Todos los días se acerca alguien a nuestras instalaciones para dejar una bolsa con alimentos, es un acto muy emotivo».

Los voluntarios hacen posible el trabajo de las llamadas Cocinas Económicas.

El Banco de Alimentos de Asturias reúne los alimentos excedentarios que donan empresas y particulares y los distribuyen por los diferentes colectivos sin ánimo de lucro, para que a su vez éstos los hagan llegar a la población que lo necesite. El trabajo del Banco es fundamental para el buen desarrollo de los comedores sociales asturianos. «A lo largo del año 2011 nuestra ayuda llegó a 130 organizaciones y a más de 16.920 personas», explica Velasco.
Otra organización que juega un papel importante a la hora de canalizar la solidaridad de los ciudadanos es Cruz Roja, que recientemente hizo un llamamiento a la sociedad pidiendo por vez primera en su historia colaboración, no para alguna campaña exterior, sino para paliar los efectos de la crisis en España, donde miles de personas han entrado en una situación de extrema vulnerabilidad.

Fotos: Fusión Asturias

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