La historia de este atleta asturiano comienza de manera sorprendente, gracias a los Juegos Olímpicos de Los Angeles en el año 1984. Ver una carrera de maratón en la que participaba el cántabro José Manuel Abascal, fue el último empujón a un cambio personal y al nacimiento de una larga carrera deportiva: la de José Manuel García-Millariega, también conocido coloquialmente como ‘el cartero’ de La Fresneda.
El corredor tinetense de largas distancias lo cuenta tal y como lo vivió: «Fue como una iluminación. Mi mujer y yo éramos personas inquietas, con una vida que no nos gustaba, ella trabajaba en la limpieza y yo en los túneles y ferrocarriles del Pajares. Después de ver la carrera de los 1.500 decidimos empezar a correr y a estudiar».
Jose Manuel dejó su trabajo, comenzó los estudios y tras adquirir la indumentaria necesaria comenzó cada día a correr acompañado de Hilda, su mujer. Ambos dieron un vuelco a sus vidas. «A tan sólo dos kilómetros de nuestra casa encontramos una carretera que subía hacia una montaña. La subíamos y bajábamos varias veces todos los días, era un lugar inadecuado para alguien que empezaba a correr, pero no teníamos a nadie que nos orientara. Estuvimos los dos primeros meses que no podíamos ni andar».
-Así contado parece una locura.
-Sí, además en esa época tenías que fumar compulsivamente tabaco rubio y beber para ser socialmente interesante y no desentonar en tu entorno. Así que cuando empezamos a correr pensábamos que todo el mundo nos miraba raro. Poco a poco empezamos a hacer recorridos más largos, por otras carreteras. Luego entramos en el mundo de la media maratón, y cuando aprobé la oposición al cuerpo de Correos nos fuimos a Madrid. Allí había mucha afición, había llegado la corriente americana del running, había competiciones todos los domingos y un ambiente de solidaridad entre los corredores que yo jamás había visto antes, y que luego desapareció. Seis años más tarde regresamos a Asturias, donde continuamos corriendo.
-Lo siguiente ya fue el ultrafondo ¿Qué tiene de especial correr grandes distancias?
-Cuando pasé de la media maratón a las grandes distancias descubrí el mundo de correr y pensar, un mundo que me interesó muchísimo. Ya me habían hablado de cómo corriendo se liberan endorfinas, la mente entra en un estado idóneo, el cuerpo realiza ajustes metabólicos y empiezas a pensar, a ver los problemas de otra manera y desarrollas técnicas para discriminarlos. Y acabas encontrando la solución a todos los problemas, porque hasta el peor de ellos tiene solución.
«Corriendo se liberan endorfinas, la mente entra en un estado idóneo, empiezas a ver los problemas de otra manera y desarrollas técnicas para discriminarlos»
-Dicen que en las carreras de este tipo hay un momento en el que el corredor se encuentra ante un ‘muro’, y comienza una batalla contra el ‘no puedo más’. ¿Con la experiencia acumulada llega a desaparecer esa batalla?
-La batalla la tienes siempre pero cada vez es menos cruenta. Nos movemos por esquemas aprendidos, en el momento en que el cuerpo y la mente aprenden que te va a pasar esto ya se preparan para responder de forma diferente. Pero eso sucede, es el gran problema del corredor que quiere iniciarse en la maratón. En la maratón el muro puede aparecer entre el kilómetro 35 o el 38 mientras que en larga distancia entre el 60 o el 80. Es un gran bache anímico. No hay ningún obstáculo físico pero empiezas a verlo todo negro y a plantearte las preguntas de la vida: ¿por qué? ¿para qué me he metido en esto? ¿qué hago con mi vida?. Empiezas a rebobinar toda tu existencia y ves todos los pensamientos negativos de tu vida y te planteas todo lo que hiciste mal desde que naciste.
-Has cumplido tu trigésima carrera de larga distancia. ¿Ha sido la última de esta categoría?
-Le prometí a Hilda que lo dejaría al terminar la número treinta, pero estoy intentando que me haga una especie de salvoconducto porque me quedé con mal sabor de boca en la última carrera. Fue una carrera de montaña y yo soy el típico corredor de asfalto, quería volver a correr otra de 100 km. por asfalto. Ella me ve sufrir, ve que me hago viejo y estas pruebas son una corrosión tremenda y en ellas sacrificas mucho a la familia. Tienes que tener una mujer muy buena para poder hacer esto, si no no es posible.
-También eres el impulsor de las 24 horas de La Fresneda.
-Ya vamos por la XI edición de ’24 Horas Running Race’, en la última participaron 1.200 personas. Esto no es solo una prueba de atletismo popular, es un gran acontecimiento para los niños, para las familias… Nosotros tenemos una gran ilusión pero también hay que sacrificarse mucho para sacarla adelante, sobre todo en estos tiempos tan difíciles. Es mucho trabajo pero siempre te gratifica el ver que alguien empezó a correr ese día, que fue a ver qué pasaba y luego siguió corriendo.
-Tienes previsto sacar otro libro. ¿De qué trata?
-Sí lo llamaré «Yo no huyo cuando corro». Son once historias independientes, apasionantes, once capítulos que tratan desde la violencia de genero a cómo un hombre deportista se ve abordado por el cáncer.