Con tan solo siete años Ana ya empezaba a mover el balón en la cancha. Y contra viento y marea se ha mantenido en lo suyo, el balonmano. El pasado año fue el mejor de su vida profesional como guardameta en el Bera Bera de Donostia-San Sebastián y como integrante de la Selección nacional, ganadora de la plata en el Europeo de 2014. En 2015 esta guerrera continúa en la élite del deporte femenino, ha ganado la Liga española y trabaja para el Mundial de Dinamarca.
Se crió en el seno de una familia que no entendía la vida sin deporte, así que muy pronto imitó a sus hermanos y se puso a jugar al fútbol y a todo lo que se le pusiera por delante. Pero cuando el balonmano apareció en su vida Ana hizo una elección que moldearía definitivamente su vida.
-El año 2014 fue impresionante para ti, los tres títulos con el Bera Bera (Liga, Copa de la Reina y Supercopa de España), y luego la plata en el Europeo de Hungría y ahora en 2015 la Liga española. ¿A qué has tenido que renunciar para llegar tan alto?
-Pues a pasar más tiempo con la familia y a tener amigos desperdigados y visitarlos poco. Dedico la vida al balonmano, que es lo que más me gusta profesionalmente, y me quita bastante tiempo para mí misma.
-¿Cómo vivió tu entorno el Europeo del año pasado?
-Son muchos años luchando por llegar adonde he llegado y lo vivido fue una recompensa a todo ese trabajo. Mi familia estaba orgullosa de mí. Siempre me ayudaron y me apoyaron en mis decisiones. En los años en los que el balonmano pasaba por su peor momento insistían en que tenía que centrarme más en los estudios, pero el balonmano era mi principal opción y al final, con sus más y sus menos, siempre estuvieron conmigo.
«Del balonmano se puede vivir malamente, así que ahora es prioritario terminar mis estudios»
-Para conseguir buenos resultados el interés común ha de estar por encima de las individualidades. ¿Cómo se prepara a un equipo para esto?
-Hacer grupo en el vestuario es lo que te lleva a mirar más por el equipo que individualmente. Un vestuario unido puede mucho más que tener buen equipo, y sobre todo es fundamental contar con piezas clave, como las capitanas o las más veteranas, que unan a todas las jugadoras en el equipo. Es importante salir juntas a tomar algo al final de los partidos o entrenamientos, comentar lo malo, lo bueno… Cuando tienes una riña no dejarlo pasar, sino hablarlo con la compañera; son detalles que vienen bien para el vestuario. Tener un psicólogo o alguien que te pueda dar unas pautas a principio de temporada también viene bastante bien.
-El trabajo en la portería es una labor de gran responsabilidad. ¿Además de aptitudes físicas y técnicas es importante desarrollar una gran capacidad mental?
-La verdad es que sí porque estás sola, tienes la defensa pero al final si fallas, fallas tú, y si lo haces bien, también eres tú. No tienes a nadie que te pueda cubrir las espaldas. Ser fuerte mentalmente te hace ser mejor cada día y consigue que no te vengas abajo en un partido en el que te estén saliendo mal las cosas, porque una parada tuya puede decidir un marcador que esté igualado. Y si al final de un enfrentamiento haces una parada que decide un partido nadie va a fijarse en el resto del encuentro. Así que mentalmente tienes que ser muy fuerte.
-¿Cómo se entrena esa parte, cómo se consigue esa resistencia?
-Sobre todo es experiencia. Se puede trabajar psicológicamente y sería bueno tener a alguien que pueda ayudarte, pero en balonmano -sobre todo en el femenino- no hay gente que se dedique a esto.
«Un vestuario unido puede mucho más que tener buen equipo»
-¿Alguna vez has querido jugar fuera de España para poder crecer profesionalmente?
-Sí, me lo planteé hace años pero no tuve la oportunidad porque tampoco me salieron ofertas. Ahora sí que me están saliendo pero no es el momento porque estoy estudiando, y sé que si me marcho no voy a poder seguir la carrera. Del balonmano ahora mismo se puede vivir malamente, si me hago una lesión grave no voy a tener nada, así que ahora mismo es prioritario terminar los estudios de fisioterapia.
-¿Cuál ha sido la temporada más difícil en tu trayectoria profesional?
-Fue cuando estuve varios meses sin cobrar, en Castro Urdiales, el club no tenía dinero y durante ese tiempo tuve que tirar de mi familia para sobrevivir. Al año siguiente me quería ir pero no sabía a dónde porque fue una época difícil para el balonmano. Al final pude irme a Murcia, donde me daban una beca de estudios, pero esto supuso alejarme del Norte. Ya no podía coger el coche y en cualquier momento marcharme a casa a ver a mi familia. Esa época fue la más difícil, porque tuve que cruzar toda España para seguir haciendo lo que quiero y poder seguir viviendo de lo que quiero.
-Es conocido que, en términos generales, el deporte femenino tiene una gran falta de apoyos ¿cómo se vive desde dentro esa situación?
-Pues la verdad es que con rabia porque ves que los clubes masculinos tienen muchas ayudas económicas, más fisioterapeutas, más medios para conseguir las cosas. Nosotras luchamos cada día para que por lo menos el equipo tenga un fisio que pueda aparecer en los entrenamientos, o un segundo entrenador para las porteras, que hace mucha falta.
«Una parada en la portería puede decidir un partido que esté igualado. Así que mentalmente tienes que ser muy fuerte»
-Te hemos escuchado valorando las aptitudes de Silvia Navarro, la guardameta titular de la selección, ¿cómo se vive la competitividad en un equipo como el vuestro?
-Bueno la competitividad es la justa. La rivalidad es sana entre nosotras, principalmente somos amigas que nos llevamos bien. Sabes que quieres ganarte el puesto teniendo en cuenta que tienes una gran portera enfrente y trabajas para ello. Sobre todo para estar preparada en el momento en que ella pueda tener un bajón, porque es lógico que como persona pueda tener partidos malos.
-¿Qué apoyos has encontrado a nivel de las administraciones?
-Aquí donde estoy, el gobierno vasco es de los que más apoya a los clubes, pero por desgracia, esto no ocurre en todas las comunidades. En Valladolid este año tienen muchísimos problemas, el Ayuntamiento apenas apoya a las chicas, ninguna cobra, lo hacen todo por amor al arte. Se pasan toda la semana trabajando o estudiando y cuando llega el fin de semana están varias horas viajando en autobús. En estas situaciones el cuerpo acusa la falta de descanso y luego llegan las lesiones graves, que en los últimos años han aumentado mucho.