Sentir el palpitar del tiempo a través de la inclinación de los rayos del sol, o de la caída de la hoja de un árbol, es un arte que ya sólo comprenden unos pocos. Para ello hay que dejarse envolver por la sabiduría de las gentes que viven conectadas a la naturaleza y practican oficios ancestrales, como sucede en Santa Eulalia de Oscos.
A menudo el turista visita lugares, se relaciona con personas, pero no consigue zambullirse en las sensaciones que caracterizan a un pueblo. Es un espectador contrarreloj.
En el concejo de Santa Eulalia de Oscos -o Santalla-, la naturaleza y sus habitantes se confabulan para hacer sentir al visitante como en casa. Bosques, ríos y cascadas forman un escenario único donde se va a desarrollar nuestro encuentro. Las rutas señalizadas son la mejor forma de llegar hasta los lugares más emblemáticos, aunque muchos otros permanecen escondidos, esperando a los ojos de los aventureros que vuelven una y otra vez. Entre las rutas señalamos la que va a la mina As Talladas, la Ruta Forcón de los Ríos, la Ruta de la Coba y la Ruta de la Seimeira, cuyo objetivo es avistar un salto de agua de veinte metros de altura.
En el camino sería un sacrilegio no pararnos a conocer diversos pueblos donde destaca la etnografía en piedra y el aprovechamiento de la naturaleza en forma de áreas recreativas. Es el caso de Barreiras con sus calles empedradas, o A Valía, pueblo que ha sido rehabilitado recuperando elementos característicos de la zona. Ferreira se encuentra protegida en un valle y sus calles de piedra y madera nos llevan a un pasado rural, que se completa con una playa fluvial en el río Agüeira dotada de área recreativa. Si cruzamos el puente de piedra ya estamos en Talladas, otro pueblo típico. Y no podemos irnos sin acercarnos a Pumares, con sus antiguas casonas recuperadas y su área recreativa.
El objetivo de la Ruta de la Seimeira es avistar un salto de agua de veinte metros de altura.
Para conocer la importancia de lo que vemos desfilar ante nuestros ojos, se necesita una actitud abierta y participativa, así como detenerse a conversar con las gentes que habitan y cuidan este concejo. Por si ello no fuera suficiente, el Centro de Interpretación de la Naturaleza nos da pistas para identificar las plantas y animales que nos rodean, mientras que el Museo Casa Natal del Marqués de Sargadelos nos acerca a la figura de este empresario e intelectual del siglo XVIII, con leyenda de fantasma incluida.
Como importante complemento a todo ello, repartidos en diversas localidades del concejo, hay cuatro artesanos que muestran su arte en vivo y en directo: Antonio Magadán nos enseña en su taller cómo elabora sus Navajas Luna; Irene Villar elabora en su telar tejidos de lana, algodón o lino; Ana Ramos convierte un trozo de loza en un recipiente; y el herrero Friedrich Bramsteidl, elabora forja artística actualizada en el Conjunto Etnográfico de Mazonono. Ver cómo trabajan nos transmite esa serenidad unida a los ciclos naturales, que nos hace replantearnos por qué vivimos tan estresados.
Desde junio de 2009, la ceramista Ana Ramos Martínez vive y desarrolla su profesión en Santa Eulalia de Oscos. Animada por el Ayuntamiento del concejo -que montó el taller-, se instaló aquí y muestra a turistas y visitantes cómo elabora sus delicadas piezas. Ana estudió en la Escuela de Cerámica de Avilés, donde aprendió tanto alfarería tradicional como creativa. Esta última es la tendencia que desarrolla, empleando para ello principalmente loza y algo de arcilla, materiales que suele moldear con la ayuda del torno. Recientemente ha comenzado además a impartir un cursillo de cerámica a una asociación de mujeres santallesa.
El taller de Ana Ramos se encuentra ubicado en el pueblo de Ferreirela, junto al Museo Casa Natal del Marqués de Sargadelos. Además de ver cómo trabaja, en una sala contigua pueden adquirirse sus piezas de loza, que comercializa bajo el nombre Cerámicas Bidul.