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viernes 26, abril 2024

El legado de Gutenberg

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La localidad de Puerto de Vega atesora una artesanía única en Asturias y probablemente en toda España: la que a diario lleva a cabo Luis Díaz en su imprenta decimonónica.


Gondi, como se conoce también a Luis Díaz, lleva treinta y seis años y dos meses trabajando en su imprenta, con piezas del siglo XIX. El franquino, natural del barrio de Llóngara y afincado en el puerto pesquero naviego, reconoce orgulloso que «desde que empecé a trabajar en esto el día 1 de mayo de 1981 no he tenido un solo día de baja ni de vacaciones».
En su pequeño taller de máquinas todo se hace a la antigua usanza. No hay ordenador, las letras son de madera o de plomo y se guardan en cajones hasta el momento de confeccionar una plancha. La mayor tecnología que le rodea puede ser la del fax con el que recibe algunos pedidos, pero los menos, porque normalmente sus clientes se acercan personalmente. De sus manos salen cada día carteles para fiestas, albaranes, cupones, tarjetas de visita, talonarios, vales, facturas, invitaciones… a pesar de que la competencia es feroz. «Vamos subsistiendo, las imprentas de hoy en día son mucho más rápidas. Aquí, en hacer un molde, puedes tardar dos horas y media, mientras que otros pueden hacer el trabajo en cinco minutos, pero la gente sigue confiando en mí y tengo entre mis clientes a importantes empresas del occidente de Asturias».

La mayor tecnología que le rodea puede ser la del fax con el que recibe algunos pedidos, porque normalmente sus clientes se acercan personalmente.

Los turistas que pasean por Puerto de Vega a menudo paran sorprendidos al pasar por delante de su taller, apenas pueden creer lo que ven hasta que Díaz les invita a pasar. Entonces les explica cómo funcionan sus máquinas, adquiridas en Gijón, Oviedo y Santiago de Compostela. Una cuarta, incluso se la regalaron tras ser desechada por obsoleta. Pero lejos de esto, el artesano le da vida a esta y a todas sus máquinas a las que escucha cada día con suma atención, «cada una emite un sonido y en cuanto aprecio alguna variación paro la máquina y reviso si todo está en orden». Es la mejor manera de evitar las grandes reparaciones, algo que resulta sumamente difícil «porque ahora nadie conoce el funcionamiento de estas máquinas».
Gondi aprendió el oficio en una imprenta de La Caridad. «Tras hacer la mili y regresar no tenía oficio ni beneficio, así que decidí aprender con un vecino, luego estuve cinco meses en otra imprenta en Luarca y al cabo de un tiempo empecé a construir un pequeño galpón. Mis padres eran muy humildes, así que para comprar las máquinas tuve que pedir créditos». La suya es una historia de tesón, constancia y mucho sacrificio, y difícilmente encontrará un sucesor que suscriba su amor por la tradición. Lo dicho, una artesanía única de la que el mismo Gutenberg estaría orgulloso.

Alfombras florales, las de Puerto de VegaEl mes de junio trae a Puerto de Vega una ocupación ancestral, la que realizan principalmente las vecinas de la localidad con toda suerte de elementos para construir bellas alfombras florales.

Mujeres del grupo de Estebanda confeccionando las alfombras florales
Mujeres del grupo de Estebanda / Foto: Grupo Estebanda
La cita tiene lugar el día 30 de junio, con motivo de Corpus Christi. En esta jornada los visitantes encuentran las calles engalanadas con alfombras que no se deben pisar hasta que transcurra el momento principal del día: la procesión del Santo. Si algunos se aventurasen a madrugar verían que a partir de las cinco de la mañana la actividad ya es frenética en el pueblo, pues sus vecinos se apresuran a montar las alfombras en las que llevan trabajando mucho tiempo. La tarea se reparte entre diferentes grupos, cada uno atiende su calle o zona cercana. «En Semana Santa se empieza a pensar en los dibujos que queremos poner y una vez elegidos nos vamos juntando puntualmente para ir creándolos. Es una actividad bonita porque trabajamos y merendamos juntas y lo pasamos muy bien», explican las hermanas Mari Luz y Mari Joaquina González. Ellas son parte del grupo que engalana el tramo de mayor tamaño y que se corresponde con la calle Estebanda. Entre otras cosas utilizan flores, macarrones, hojas de ciprés y sal, «utilizamos mucho la sal porque aguanta mejor el viento y el año pasado tuvimos muy mal tiempo. Por suerte, este año el día nos acompañó y el pueblo estaba precioso».

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