El director de la ‘Torre de Suso’ no puede negar que es asturiano, ni quiere hacerlo, más bien todo lo contrario. Y lo demuestra en la gran pantalla. Gracias a su nueva película ‘¿Para qué sirve un oso?’, protagonizada por Javier Cámara y Gonzalo de Castro, los paisajes de Asturias llegan muy lejos y sorprenden por su belleza a todo tipo de público.
Tom Fernández vive en Gijón pero su corazón es allerano: “mi padre es de Moreda, mi madre de Caborana, así que de Aller tengo recuerdos muy especiales. La verdad es que me siento muy orgulloso de esas raíces, siento debilidad por la Cuenca”. Su primera película fue todo un homenaje a esta zona de la región asturiana, y ahora el director y guionista muestra su segundo trabajo tras rodar en Islandia y Asturias. Los habitantes de Teverga y concejos cercanos recuerdan con mucho cariño el tiempo de rodaje y ahora disfrutan con el resultado, una película divertida y que llega al corazón.
-Lleva dos películas y las dos rodadas en Asturias ¿a qué obedece esto?
-Me gusta vivir en Asturias y me gusta pelear por ella. Creo que hay que reivindicarla en todos los planos y el cine es uno de ellos.
-La película es un mensaje en pro de la conservación de la naturaleza. ¿Llegan mejor al público estos temas si se aderezan con sentido del humor?
-Creo que sí, todo lo que llega con una risa entra mucho mejor que con un panfleto, o con algo sesudo, o con algo ya oído muchas veces. Yo quiero huir de la etiqueta ecologista que se asocia con una connotación peyorativa. Ecología para mí es ciudadanía. No hace falta ponerse con una zodiac delante de un ballenero japonés para ser ecologista, eso está muy bien pero yo creo que lo bonito es incorporar como ciudadanos actitudes de concienciación y de sentido común que en otros países ya tienen desde los años 60. En Noruega, Finlandia, Suecia o Suiza no se les ocurre tirar un papel al suelo, y no te cuento tirar una lavadora al río, como hacemos en Asturias. Yo espero que aquí dentro de veinte años a nadie se le pase por la cabeza hacer algo así, porque entienda que los ríos son también nuestra casa; y los valles, y las montañas…
-¿Ha descubierto con la película para qué sirve un oso?
-Esa es una pregunta que cada uno tiene que responderse, aunque pienso que lo mejor es no responderla sino que la pregunta lleve a otra pregunta y luego a otra, y luego a otra, como un acertijo. ¿Para qué sirve un oso, para qué sirve un elefante, y un tigre, y un planeta? Tienen que ser preguntas con efecto dominó.
-Ha rodado también en Islandia, ¿realmente Asturias tiene algo que envidiar a otras zonas?
-No, al contrario. Cuando iba de monte con mi padre subía al refugio del Urriello por la mañana y me daba un baño en la Playa de Barro en Llanes por la tarde. Muy poca gente puede hacerlo, y hay que enseñarlo, porque los peores conocedores de Asturias son los asturianos. Esta película también va a servir para que la gente no diga: “¡hala!, ¿y eso dónde es?”. Pues eso está a hora y media de tu casa, zoquete, que sabes dónde está Benidorm pero no sabes dónde está Villar de Vildas. Hay que reivindicar que ésta es tu casa. Conócela un poco, que no cuesta nada.
“En Noruega, Finlandia, Suecia o Suiza no se les ocurre tirar un papel al suelo, no pasa por sus cabezas, y no te cuento tirar una lavadora al río, como hacemos en Asturias”
-¿La película será una buena promoción de la región?
-Sí, hemos estado presentándola en Málaga, Madrid y Barcelona y la gente sale del cine con una sonrisa en la boca y preguntando dónde hemos rodado, dónde está ese lago, porque quieren venir a conocerlo. Les dices que es Asturias y se asombran, porque claro, no es la Asturias de playa. Es la Asturias de montaña, majestuosa y también muy accesible, porque si llega un equipo de rodaje llega cualquiera.
-¿Se sintió el equipo de rodaje acogido por los asturianos?
-La verdad es que en Teverga todo el equipo catalán estaba alucinado por cómo nos trataban, cómo nos cuidaban. La gente fue muy cariñosa, muy respetuosa con los actores. Ellos siempre tienen cierto miedo a que la popularidad les impida tener una vida normal, y en Teverga fueron de una exquisitez absoluta. Se han forjado grandes amistades entre todos los equipos y con la gente local. La verdad es que fue un rodaje muy especial.
-Gonzalo de Castro, que rueda en Lastres Doctor Mateo, ha podido conocer ahora la Asturias de montaña.
-Gonzalo conoce Asturias más que yo, ya está hecho un asturiano y no hay quien lo saque de aquí. Está enamorado de Asturias y Asturias de él, y espero que siga siendo una historia de amor muy larga.
-Es la segunda vez que rueda con Javier Cámara y con Gonzalo de Castro. En la primera ocasión comentaba que era un director novato y que aprendía mucho de ellos. ¿Qué tal esta nueva experiencia?
-Sigo aprendiendo de ellos muchísimo y sigo metiéndoles en líos. Lo bueno es que seguimos aprendiendo juntos porque en esta película he cambiado totalmente el registro de sus personajes, he hecho algo totalmente diferente, más disparatado y más divertido todavía. Son actores muy dúctiles que pueden cambiar de forma de actuar, creo que ni ellos mismos son conscientes de hasta dónde pueden llegar como actores. Para mí como guionista y como director eso es una mina de oro.
-Cuénteme alguna anécdota de la película.
-Todo el rodaje fue muy especial, había una sensación como de estar de excursión todos los días, etc. El rodaje con el oso fue lo más espectacular, muy especial. Javier es el que tiene más escenas con él y tenía que estar a una distancia de seguridad pero en la acción se pasaba la seguridad ‘por el forro’. Y aunque tenía miedo, su faceta de actor le podía y se ponía a un milímetro del oso para darle más emoción. Cuando se decía ¡corten! todos le aplaudían. Incluso el cuidador ruso del oso le decía: “pasé miedo, no has debido hacer eso, Javier”.
-¿Era la primera vez que tenía un oso tan cerca?
-Sí, y supongo que la última… Yo no quiero ver osos, yo quiero que haya osos. Lo triste sería llegar a decir “aquí había osos”. Uno puede estar dando un paseo con sus hijos por un sitio precioso y saber que en alguna parte del bosque hay oseznos, y debemos convivir con ellos. La lección de la película también es eso, la convivencia entre todos.
“El rodaje con el oso fue lo más espectacular, fue muy especial. Javier Cámara es el que tiene más escenas con él y tenía que estar a una distancia de seguridad pero en la acción se pasaba la seguridad por el forro”
-Esto se está logrando en Asturias.
-Gracias al esfuerzo de gente como Fapas que llevan veinte años trabajando para que ahora empecemos a recoger los frutos y a ver a los osos como algo positivo y rentable. La ecología debe ir también sumada al desarrollo económico. Un territorio como Teverga se revaloriza por el hecho de tener osos en libertad.
-¿Qué valoración podría hacer del trabajo que va a desarrollar la Film Commission?
-La Film Commission la ha absorbido la SRT, y es que el cine bien entendido es un atractivo cultural, un atractivo económico. Traer un equipo de rodaje a Asturias, tener a cincuenta o sesenta personas durante tres meses viviendo en una zona reactiva la economía de una forma increíble. Un rodaje es como una pequeña ciudad ambulante, contratas a gente local y es muy interesante económicamente porque la gente reinvierte en su ocio, el sueldo que les paga la productora lo van a reinvertir en el sitio donde estén.
Yo creo que los gobiernos regionales y el asturiano en particular, deberían aprovechar los buenos rodajes, porque ojo, hay que escoger bien quién viene a rodar y qué viene a rodar. Tenemos que ser exquisitos para que no venga cualquiera a hacer lo que quiera.
-Antes de llevar historias a la gran pantalla pero también escribe cuentos para los niños. ¿En qué faceta se encuentra más a gusto?
-El cine y la televisión son fantásticos pero muy limitados, porque uno siempre está sujeto a reglas: presupuesto, duración… En la literatura infantil con mi último trabajo “Dragón Díaz y el Club de 2+2 = 5”, yo soy el productor, el actor y todo es gratis. Sólo necesito un boli y un papel para que mi imaginación sea libre totalmente. Es un refugio para mi imaginación, me permite mantener siempre la cabeza con una mentalidad infantil, lo que es indispensable para luego inventarte historias y contárselas a los demás.
-Una vez se definió como asturiano, montañero y cineasta, por ese orden.
-Sí, como asturiano, como montañero y como cineasta la ilusión de mi vida era poder juntar todas mis pasiones a la vez, poder rodar con las botas de monte puestas, y la verdad es que lo conseguí. Salió muy bien la aventura. Rodaba donde mi padre me llevaba de pequeño de monte, donde seguí yendo de monte con mis amigos y eso es un lujazo que también quería compartir con el resto de los espectadores.
-¿Hay alguna montaña de Asturias que le guste especialmente?
-Hombre, el Pico Urriello es el tótem de los tótems. Yo subo casi todos los años hasta el refugio para verlo y luego bajo. Es espectacular, y todos los asturianos deberían visitarlo. Ir a Covadonga está muy bien pero subir para ver esa piedra debería ser obligatorio.